17. Pero lo quiero a él

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Linek

Mi cabeza fue abatida por fuertes dolores, puntadas dolorosas donde mi santa sangre parecía llevar pinchos y filos en vez de plaquetas y glóbulos rojos, rasgando todo a su paso demostrando una furia interna para despedazar Mis venas. Suspiré enfadado. Antes que ese moreno deseado por ser una de mis víctimas se acercaba observándome con burla, no dije nada, fruncí el entrecejo y mordí mi lengua ya dañada.

Esperaba a que soltará mierda de su boca, hasta no necesitara cagar en veinte años. Pero no, se quedó observándome mientras quitaba la mascarilla de oxígeno y volvía a acomodarla aplicando una fuerza descomunal, donde ese plástico barato se enterraba en mi piel enrojeciendo mi pálida tez, me sacudí y él entre risas bajas me dejo tranquilo volteando para irse.
Ahí estaba él sentado sobre la mesa vacía, sonriendo con burla hasta que ese estúpido pasó por su lado, hizo una mueca de asco mostrando sus colmillos amarillentos por la sangre pegada, reí ante ello pero pestañeé, él ya no estaba ahí.

El silencio reinó la habitación solitaria y decidí cerrar los ojos, donde de inmediato, a los segundo siento una charla en mi subconsciente de voces enojadas, me estaban criticando del por qué no lo había matado, por qué no maté al idiota que se había aparecido en mis sueños tan descaradamente, pero lo ataqué, sentí la adrenalina tan real recorrer mi cuerpo ante cada mordida del desfigurado rostro ajeno gritando por piedad, sintiendo la sangre ajena manchar mi boca manteniendo pedazos de su piel, cartílagos y carne en general que daban una visita en mi boca antes que bajarán por mi esófago u otras veces simplemente la escupía manchando el suelo ya rojo por el temperamento, los gritos y gemidos desgarradores del tipo iban disminuyendo poco a poco hasta ser simplemente una tos ahogada y finalmente, un silencio, un silencio terrorífico mostrando como escena a Linek nunca antes devorado de ira y el hombre a quien algún día odió ensangrentado e irreconocible por la falta de su pellejo. Un espectáculo tan hermoso y se sentía tan real que la satisfacción fue la misma.

Una mueca de disgusto se dibujo en su rostro, al darse cuenta que todo era un sueño y no una realidad. Pero solo planeaba como serla, al menos hasta que su deseo finalizara para irse de su mente hasta cualquier otro esquizofrénico.

Carta de un Enfermo mental enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora