La noche estaba fría, o las paredes de aquella habitación blanca resguardaba toda mala vibra junto a un frío horrible. Linek estaba en su esquina, había terminado de comer hace tres horas y reflexionaba lo poco que había dicho su platónico mientras lo alimentaba, resguardado entre sus piernas, trataba de mantener el equilibrio sentado sin caerse por culpa de la apretada camisa de fuerza que acalambraban sus brazos, aunque podía sentir la tela deshilachada y rota de su camiseta, todo producto a la ansiedad ante impulsos maniáticos tan macabros como de haber mordido y degollado con sus propios dientes al rubio que tanto amaba, deseaba intimidarlo y que fuese suyo bajo presión, mantenerlo sólo para él y que abandonará a ese idiota, pero aguantaba recrear aquellas acciones, rasguñando la tela de sus mangas hasta romper de ellas. Y quedándose allí, terminó por dormirse.
Entre sueño sentía la gran puerta de metal abrirse, creando un sonido de óxido bastante audible, abrió los ojos como pudo y se percató que estaba en el suelo, todo babeado al haber caído por el desequilibrio, entre miradas borrosas detectó los zapatos blancos de un hombre caminar hacia a él y de fondo una risa de burla, el hombre se ponía de cuclillas y tomaba fuertemente el pelo blanco de Linek, haciendo que se sentara como podía resbalando y tropezando, la luz de la habitación brillaba demasiado y quemaba sus ojos, pero al divisar el rostro del tipo, supo de quien se trataba, de inmediato sintió a alguien aparecer detrás de él y envolverlo entre sombras. Él hombre era moreno, era el novio del rubio al cual había tomado odio.
-− ¿Así que quieres deshacerte de mi? − Preguntaba arrogante, Linek sentía como su corazón y estómago se retorcían en odio.− Y lo haré −Comentó con voz quebrada, escuchaba atentamente los susurros de él, esbozando una sonrisa descarada y frunciendo el entrecejo como podía, poco a poco sintió como la camisa de fuerza era despojada como una pluma de su cuerpo y aquel hombre moreno pasaba de enorgullecido a asustarse de sobremanera. No pasaron ni tres segundos, cuando Linek tenía acorralado en el suelo aquel hombre que gritaba de sobremanera, el lugar se había puesto negro y la sangre comenzaba a bañar y tintar de rojo el blanco uniforme de ambos, Linek estaba devorando con sus propios dientes el rostro del psiquiatra, pellejo por pellejo y sintiendo el dulce y metálico sabor coagulada de su sangre, el rostro del hombre completamente desfigurados y su cuello faltaba sólo una mordida para que la cabeza del hombre dejará de ser parte de su anatomía, el suelo lleno de carne desparramada y sangre reciente, manchaban el piso dando un aspecto horroroso al además, tener la víctima con la cara desfigurada, la carne de sus labios no estaba, ni la de su nariz ni mejilla y su cuello sangraba demasiado, los párpados y ojos del hombre de seguro aún estaban en la boca del asesino, quien entre gritos sentía como la adrenalina marcaba su cuerpo y ese ente susurrando una felicitación. El pobre hombre no desde que el enfermo se le lanzó pudo resguardarse, pues la fuerza de Linek se había triplicado en adrenalina y satisfacción, ni él podía detenerse.. Pero Linek.
Despertó.
No despertó a su consentimiento, apenas despertó comenzó a tener fuertes convulsiones y gritos ahogados, la sangre se hizo presente en su tos, quien en pequeñas gotas manchaban el suelo y por su nariz, desplazaba una fuerte hemorragia, Linek estaba teniendo un raro ataque convulsionado, donde cada músculo de su cuerpo estaba rígido a tal modo que ni el podía sostenerse, a causa de los prepotentes saltos, su lengua fue atacada por sus propios dientes lo que ahora, tenia otra fuente de derramar sangre, todo esto alertó a un practicante que pasaba por un lugar, lo que rápidamente abrió la puerta del internado, gritando por ayuda, socorrieron varios psiquiatras entre ellos Sam, quien despojando la camisa de fuerza, ayudado por los otros guardias que sostenían las extremidades del chico para que no lanzará golpes al aire, una inyección extraña, impacto en su rígido brazo quien de hecho, marcaba todas sus venas lo que facilitó el trabajo pero a la vez dificultó, por la rígida y dura que estaba su carne frenando a cada rato el tiempo de la aguja.
Linek perdió el conocimiento, pero logró recuperarlo cuando se vio en una sala de emergencias, sedado y con oxígeno, el moreno con quien había soñado estaba ahí, suministrándole oxígeno nuevo.

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Carta de un Enfermo mental enamorado.
RomanceLuego de cinco años escondido en los más rurales lugares, Linek, dependiente de la esquizofrenia es encerrado por cadena perpetua en el hospital psiquiátrico de Países Bajos, donde paga la condena de asesinatos y torturas macabras bajo su enfermedad...