21. Ataque médico II

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".. Solo te necesito a ti y a mis heridas que pueden ser sanadas.."

Linek estaba aferrado al cuerpo de Sam, este por su lado había mandado a la mierda la diciplina de su profesión. Los brazos y el peso de Li superaba el triple del peso ajeno, era imposible levantarse, por una parte porque no quería, ellos sólo necesitaban cariño y dedicación, no ser tratados como inferiores y animales encarcelados. Y por otra parte, el pequeño miedo de que el platinado atacara su cuerpo consumía una pequeña parte del susto, al no cumplir descaradamente la regla básica como encargado psiquiatra.

"Si un paciente logra estar en contacto a menos de un metro de ustedes, sean precavidos, eviten un ataque por estos enfermos y busquen sedar con disimulo a la persona en caso de peligro. " Recordó, haciendo una mueca de desagrado.

Samuel pudo al fin mover los brazos buscando alejar al afectado que comenzaba a ahogarlo. Pero no consiguió nada, tan siquiera pudo arremeter sus manos entre ambos pechos juntos para apartarlo desde la zona pero solo lo consiguió ya que el mismo Li aceptara su petición.

Poco a poco Sam pudo mirar el rostro cabizbajo de Linek y una intrusa gota de sangre manchó el delantal blanco que usaba en su trabajo, se alertó ante tal curiosidad y con la diestra logró atrapar el mentón del platinado, alzando de este a la vez que aplicaba un poco de fuerza quedando ambos sentados, pero Linek a a horcajadas encima de él.

La herida en su lengua había sido abierta de nuevo, tal fue la ansiedad que fue inevitable no morderse de ella y al estar tan sensible, la sangre brotó de inmediato combinada con saliva tibia, cayendo por el mentón diamante contrario hasta desvanecerse en gotas intrusas buscando un hogar donde manchar y vivir como una marca rojiza testigo del dolor producto a sus labios entreabiertos.

Desde cualquier otra perspectiva, tal escena hubiera sido una bizarra forma de amor, pero para ambos involucrados sabían perfectamente que no era así.

Sam observó los ojos cafecinos por las ojeras bajo ellos, rojos por el llanto mirarle con lástima, no estaba tomando razón del asunto pero sentía una fuerza detenerlo por si quería escapar. Tragó saliva a la misma vez que desviaba su mirada buscando otro punto en cual concentrarse. Pues el mentón manchado del platinado lo alteraba de sobremanera. No es que todos los días tengas un silencio incómodo con un enfermo mental encima tuyo con todo el mentón manchado de sangre. Simplemente era extraño y nuevo.

Linek por su parte observaba los cristalinos ojos del platónico apartarse de aquel vínculo entre mirada y no pudo sentirse más ignorado.

-Levántate.

Esa fue la única palabra que salieron de los labios ajenos, Linek solo quería evitar problemas al menos por ahora. Pero no lo dejaría escaparse de él.
Se levantó a duras penas y sorbió de su nariz producto al llanto, ya de pies veía como Sam se levantaba y observaba la mancha de sangre tintar un círculo en su delantal, pero ni se inmutó. Li empuñó su mano y con el dorso de la misma limpió su mentón rojo y pegajoso. Aunque no exageradamente.

Samuel alzaba la mirada para verlo al fin, era al menos cinco centímetros más alto que él y recién se había dado cuenta de eso.

Busco en su bolsillo un pañuelo que traía siempre en caso de emergencia, ordenó de este y lo acercó justo en la comisura de los labios donde brotaba una línea pequeña de sangre ya coagulada, limpió de esta viendo como Linek cerraba los ojos relajado y ahogando un suspiro entrecortado.

¿Qué había pasado?

Samuel suspiró, sin antes esbozar una tranquila sonrisa ladina al más alto quien ahora abría los parpados extrañando el tacto del pañuelo, Sam por su parte, se dirigió a la mesa de oficina, donde tomó la camisa de fuerza desarmada y tirada en la silla, con las tiras colgando listas para ser ajustada.

Volteó con expresión lastimosa.

-Lo siento, pero si no lo hago pueden hacerte daño y quitarme mi trabajo.

Respondió Sam, Linek por su parte concentraba su visión en la muralla blanca donde había visto al ente que no lo dejaba tranquilo, alucinaba colores pero parecía llevar una tranquilidad absoluta, pues cuando el rubio habló, su voz retumbó en lo que podía llamarse corazón, tomando atención casi en segundillos, asintió con la cabeza gacha y por su propia elección se acercó esperando que colocara la camisa que presionaba su torso.

"...La esquizofrenia un trastorno mental que dificulta tener respuestas emocionales normales..."

Carta de un Enfermo mental enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora