25. Fuga

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Eran ya al rededor de las cuatro ante meridiano y Sam se había quedado dormido sobre su propio escritorio. Pensando en todo lo que había pasado y sobre todo aún. La amenaza, el tiempo invertido hizo que todo su sueño bajara su cuerpo e inevitablemente los párpados del rubio se cerrarán poco a poco apoyando su frente en los brazos cruzados del mismo.

Linek por su parte. Había comenzado el plan que tanto reflexionó y valga la redundancia, planeó apenas Samuel se fue y logró tranquilizar su conciencia, suspiró, levantando su cuerpo para comenzar a removerse haciendo que los cinturones de la pesada camisa aflojaran poco a poco, estuvo así casi media hora hasta conseguir por completo soltarse de esa presión que hacían las cuerdas sobre su torso.

Poco a poco quitó los brazos de la única manga que unía estos, con la respiración un poco agitada ante la ansiedad y concentrado en lo suyo, las voces en su mente eran leves y solo reían, supuso que estaba en buen estado. Sacó los brazos por debajo de la camisa y tiró de ella hacia arriba, quitandosela como si de un objeto repugnante se tratara, lanzando la prenda enredada de cinturones en el suelo como un pedazo de trapo. Escupió la tela y se levantó estirando los brazos y notando su torso desnudo, el no haber comido había servido completamente pues ahora, observaba su vientre llenos de cicatrices mucho más delgado, sonrió ante ello y observó la ventanilla pequeña a una esquina de la habitación y luego la jeringa olvidada en el suelo, tomó de ella dejándola entre sus dientes y con agilidez, se lanzó contra la rejilla agarrándose de ella, solo bastaron tres tirones brutales para que los oxidados fierros gastados se soltaran de la fallida soldura cayendo al suelo como fierros viejos, cayó al acolchado suelo de su habitación golpeandose la espalda y con adrenalina se levantó, en un saltó felino volvió a lanzarse contra la ventanilla notando estar en el segundo piso.

Todo estaba jodidamente oscuro y no pudo ver nada. Pero en ese momento. Recordó su objetivo, necesitaba ir a buscar lo que le pertenecía.

Sonrió con picardia y miró hacia atrás viendo los cinturones enredados en la blanca camisa. Bajó de la rejilla y gateó hasta las cuerdas mencionadas de cuero, tomó del primero que se desenredó y tiró con fuerza de la hebilla, quitando el metal rígido de este.

Ya en mano, camino hasta la puerta y dedico un buen tiempo a forzar la chapa con el fierro pequeño de aquel cinturón tratando de alzar del mecanismo de la cerradura . Y lo logró.

-Bingo.. - Susurró Linek entre dientes con una sonrisa macabra que ocupaba la mitad de su rostro. Manteniendo la jeringa entre sus dientes. Lentamente fue abriendo de la puerta, agarrando de esta con fuerza para que la base no tocará el frío suelo y creará ese rechinido de oxidado. Logró salir. Ahora estaba en la enfermería y no entendía mucho lo que había.

Pero necesitaba provisiones.

Localizó una mochila abandonada y se dedicó a abrir todos los cajones de remedios y vitaminas, suplementos alimenticios y comidas envasadas en silencio, echando todo al morral ya abierto y cerrando de esta para colocarla sobre su espalda desnuda.

Ahora iría por lo suyo.

Salió lentamente y caminó precavido por el pasillo silencioso y sin ningún rastro de vida más que el olor a muerto, viendo a través de todos los ventales las oficinas vacías. Pero detuvo su paso cuando vio lo que era su objetivo, dormido sobre el escritorio, supo que era él por la cabellera rubia que traía en ese entonces.

La jeringa en sus dientes cayó a sus manos y Linek preparó de esta. Caminando lenta y peligrosamente hasta el cuerpo dormido. Con el fin de sedar lo suyo.

Suyo.





Carta de un Enfermo mental enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora