43. Un momento a solas.

384 34 12
                                    

Eran alrededor de las tres de la mañana, Samuel estaba dormido extrañamente sin abrazar a Li, porque este estaba sentado en una esquina, pensando quizás que cosas y escuchando olas chocar en su cabeza, con los labios húmedos articulaba palabras en silencio. Bajaba de la cama e iba a esa habitación donde sin llave nadie entraba, mirando antes que Sam, continuara en su profundo e inocente sueño.

Se inclinaba para sacar la llave que ocultaba en su calcetín y abría con cuidado la puerta que por suerte, no rechinaba. La habitación estaba helada y olía a madera húmeda, el techo parecía llamarlo pero él lo ignoraba.

Las repisas eran de madera y en ellas había chatarra, una camiseta perfectamente doblada reposaba encima de tarros con pintura, Li la tomó con cuidado y abrió de las mangas encontrando la dependencia de su muerto y podrido padre, píldoras extrañas y estampillas también raras. Las estampillas estaban envueltas en un aluminio pequeño y las pastillas en un bote de plástico transparente, suspiró viendo de ellas y volvió a cubrirlas con la camiseta vieja, las dejó frente al tarro de pintura.

Habían unas hojas arrugadas en el fondo de la segunda repisa, el platinado estiró el brazo para tomarlas y al sacarlas, el viento hizo que el polvo volara, ahogándolo, se sacudió de inmediato evitando estornudar. Las tomó con ambas manos y estaban en blanco, un lapicero en mal estado estaba entre ellas y entonces rayó una de las hojas, notando el lápiz aún mantenía la tinta.

Hizo varios garabatos y entre ellos escribió con una letra casi inentendible por su falta de practica ''Samuel'', soltó el lápiz entre las hojas y las dejó revuelta encima de la repisa más cercana, notando a su frente lo que tanto preparó encerrado, ahora, dejaba unas maderas en pilas sobre el suelo y caminó fuera, cerrando la puerta con llave para luego ocultarla en su calcetín y volver a la cama junto a Samuel, quien aún se veía tan lindo dormido.

Las autoridades ya estaban cada vez más cerca de ellos y solo Linek sabía de que todo esto pronto terminaría.

El cuerpo del hombre viejo que Li había tirado al río como un cadáver más, ahora era encontrado por unos horrorizados turistas que lo vieron flotar a la orilla del río.

[Escena explicita para algunas personas con estómagos sensibles, advertencia, no influye en tu lectura si decides no leer esta parte, mi especialidad es detallar estas escenas y puedes saltarla para seguir tu lectura hasta los próximos paréntesis rectangulares. Viva el morbo]

Emanando un olor horripilante propio de un ser humano descompuesto por tanto gas acumulado que explotaba dentro de su cuerpo, en estado de descomposición extrema y devorado por cuanta ave marina que comió sus aceitosos ojos hinchados con los parpados rotos en colores verdosos y rojizos como toda su carne exterior. Por la humedad del lugar, el cuerpo del hombre estaba hinchado y casi irreconocible, los forenses lograron captar sus huellas y también, el impacto de la cabeza producto a la herida infectada y parasitada con larvas que vivían dentro comiendo de su cerebro podrido y poblado de cuanto gusano como causa de su muerte. El sacarlo fue lo más difícil, la carne del hombre estaba remojada en agua que un mínimo toque, la esponjosa piel se deslizaba podrida por quien lo tomaran, dejando al aire la carne putrefacta y seca de sangre.

[.....]

Así, la escena del crimen quedó pendiente puesto que aquel humano encontrado era el dueño del auto que ahora, mantenían estacionado la pareja de buscados. Los oficiales y policías cada vez obtenían más pistas, eso demostraba que estaban más cerca de raptarlos y al final, darles el verdadero merecido, pero no pongamos a los dos en el saco, pues solo uno tiene la culpa de tantos asesinatos y delirios, Linek es el responsable de familias incompletas y tristezas sin remedios, Linek debe pagar.

Carta de un Enfermo mental enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora