CAPÍTULO 1.

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Lunes, que horror. Algunos todavía corrían a abrazarse y a contar un resumen de sus preciosas vacaciones a los amigos que no habían visto durante las primeras horas, mientras yo camino por el pasillo con Camila, mi mejor amiga, mirando con el mismo desdén y asco de siempre a todo el que pasa por mi lado.

No es nada personal, de la mayoría no sé ni el nombre, simplemente esa es la cara que llevo a todos lados, y tengo un asco irremediable hacia más de la mitad del mundo.

Y sí, suena de mala persona, pero si os hubiera fallado la gente más importante probablemente seríais igual. Y quizás por eso, y mi hermosa actitud Camila, Luis y Lucas son mis únicos amigos.

Aunque, realmente, no necesito más. Tres personas que siempre están si los necesitas, de confianza, que te hacen reír quieras o no, que hacen todo por verte bien, y que sobretodo, cuando tienes un día de esos en los que no quieres socializar, no deseas otra cosa que no sea quedarte en casa -cosa muy típica en mí -, a ellos no les importa ir a tu casa a hacerte compañía.

Sé que no les importa porque yo siempre digo: -Ya iré otro día, salir vosotros y me mandáis las fotos -. A lo que ellos nunca responden, pero unos minutos después ya los tengo en casa.

Sí, realmente tengo los mejores amigos.

Con Cami llevo junta desde la primaria y a los chicos los conocimos en segundo año de instituto. Ella, la chica de pelo negro azabache, que está sentada a mi lado, esperando al profesor de historia. Lleva puestos los cascos, por lo que mueve los dedos al ritmo de una música que solo ella escucha.

Mientras la miro se me escapa una sonrisilla al recordar que es nuestro ultimo año en este lugar, y sin poder evitarlo recuerdo mis pensamientos en el primero. Ella es tan popular y tan querida por todos que cuando empezamos el instituto pensé que nos separaríamos por mi manera de ser, que se haría amigas de las niñas pijas a las que siempre he odiado, y me dejaría en segundo lugar.

Unos pensamientos un poco desconfiados, pero nunca dijo nada de mi cambio de actitud y no sabía si le parecía bien o quería matarme por ser tan borde, pero aún así, en su silencio, dejándome con la duda sobre su opinión, ella siempre estuvo a mi lado.

De repente el trío de siempre, las cuáles se supone que son amigas suya, la hacen gestos para que se acerque. Estoy más que segura que le preguntarán por su verano y le cuentan mil cuentos que a ella no le interesan, pues sabe lo falsas que son, aunque supongo que no le cuesta nada darles un poco de conversación.

Yo, en cambio soy lo más borde del instituto, menos con ella y los chicos, quiénes a pesar de mi carácter y de todo lo que ahuyenta a la gente de este lugar de intentar ser mi amigo, se ganaron mi confianza.

Camila se compadeció mientras intentaba aguantarse la risa al ver que dos chicos muy alegres me pidieron el número. Aún recuerdo cómo a un Lucas de pelo cobrizo y ojos grises junto a Luis, de un castaño claro y ojos profundamente negros pero brillantes me miraban anhelantes a mi respuesta.

Debí poner una de mis peores caras por que ella estalló en carcajadas y a los chicos lentamente se les iba borrando la sonrisa del rostro para luego mirarse entre sí confundidos. Pero aún así no se dieron por vencidos, me saludaban por los pasillos, aún cuando no respondía, me sonreían, aún cuando yo seguía mostrándoles mi cara de perro. Así hasta que un día accedí a quedar con ellos y Cami, y desde entonces no nos hemos separado.

Y hablando de ellos, Luis se acaba de sentar delante mio, pero Lucas, quien tiene la mayoría de las clases diferentes a las nuestras, únicamente ha saludado desde la puerta con la mano.

Pongo mi atención en Luis, que como es de esperar empieza a hablar como una moto de cosas que no consigo entender.

-Eh, para chaval -le interrumpo -. No he entendido ni la mitad de lo que acabas de decir. ¿Se puede saber por qué hablas taaan rápido?

Bad Vibes. #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora