CAPÍTULO 13.

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No sé donde estoy. Es una habitación totalmente vacía y fría.

Busco por todos lados una salida, pero no logro visualizar nada. Hasta el momento en el que unos pasos que resuenan a mis espaldas llaman mi atención.

Es Eric. Camina cada vez más rápido para llegar a donde me encuentro, y tras recorrerme rápidamente con la mirada, me besa. Me besa de una manera totalmente distinta a la habitual. Se le nota distante y es un beso vacío, como si no sintiera absolutamente nada por mí.

Se separa bruscamente, mirándome fijamente a los ojos, pero sin expresión alguna.

—Quiero hacerlo Angy —su voz no expresa ningún sentimiento, únicamente es fría y ronca.

Algo, no sé bien qué, me hace asentir débilmente en señal de aprobación, aún cuando yo muero por volver a tener el control de mi cuerpo y negarme a hacerlo. Él no es Eric. No es el Eric que yo conozco.

De repente, los dos estamos medio desnudos, envueltos en sábanas en una cama. No encuentro ningún sentido a lo que está sucediendo, quiero preguntar mil cosas, pero nada sale de mi boca, únicamente un débil gruñido en el momento en el que Eric se abalanza sobre mí y me besa con fiereza.

De pronto, y por suerte, recupero el habla y la fuerza, la cual empleo en quitármele de encima con brusquedad, haciendo que me mire asombrado y furioso.

—Dijiste que lo harías —su tono es rencoroso y frío, como nunca le había oído. La rabia, el dolor, la desilusión, todo se apodera de mí, y aún cuando intento retenerlas, las lágrimas ganan y escapan de mis ojos.

—¡Ya no! —grito furiosa.

En el momento en el que las palabras salen de mi boca Eric se levanta. No me mira, no dice nada, únicamente se dirige hacia algún lugar hasta que ya no logro verle.

En ese momento la razón cae sobre mí como un cubo de agua helada. Se ha ido, y dijo que nunca me rompería el corazón. Me ha dejado.

El torrente de lágrimas que brota de mis ojos impide que vea con claridad a la persona que se acerca, y un atisbo de ilusión se apodera de mí pensando que quizás haya vuelto. Y aún cuán patética puedo llegar a ser por recibirle de nuevo, no me importa, quiero que vuelva.

Limpio rápidamente las lágrimas con el dorso de mis manos, permitiéndome ver al ser, que dice ser mi padre, enfrente mío.

—Nena, nena... —una sonrisa malévolas se pinta en sus labios —. ¿Cómo fuiste tan tonta? Él sólo quería tu cuerpo.

Me despierto gritando algo incoherente, sobresaltando a Eric, quien se encuentra mirando su móvil a mi lado.

—¿Qué? ¿La pesadilla otra vez? 

Hace el amago de acercarse, pero antes de que pueda tocarme me aparto y niego con la cabeza en respuesta, para luego salir corriendo al baño, donde pongo seguro y me voy dejando resbalar por la puerta hasta quedar sentada en el suelo, apoyando la cabeza en mis rodillas, en las cuales me he abrazado, y empiezo a llorar desconsoladamente.

No sé que mierda pasa. Sólo ha sido una pesadilla. Una pesadilla de las mías, sin mucha coherencia, por no decir ninguna. No tienen que afectarme, pero me afectan.

Pero gracias a eso lo entiendo. Entiendo que tengo miedo de entregarme completamente, de amarle perdidamente y que después, se vaya. Miedo de que no cumpla su promesa, y me rompa el corazón.

Eric aporrea la puerta y grita para que abra, sacándome del rumbo al que me estaban llevando mis pensamientos y haciéndome caer en la realidad. Tengo que dejar de tener miedo, tengo que dejar de pensar en las decepciones de mi padre. Eric no es así, tengo que dejar esa maldita historia atrás.

Bad Vibes. #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora