CAPÍTULO 15.

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La alarma no sonó, me despertó el jaleo que hay montado en la cocina, por lo que voy tarde a clases, así que me ducho rápido y me pongo lo primero que encuentro en el montón de ropa encima de la silla de mi escritorio; unos jeans, suéter negro y botas negras.

En cuanto entro a la cocina me freno en seco al encontrarme a Eric desayunando con mi madre, hablando como si se conocieran de toda la vida.

—Hola —digo mientras me sirvo un vaso de agua.

—Angy, Eric ha venido a buscarte pero no estabas despierta.

—Podrías haberme llamado —replico y me acerco a Eric, quien me sienta en sus piernas y me da un beso en la mejilla, logrando que mi madre sonría.

—Subí, pero estabas tan a gusto que me dio pena —dice con los labios cerca de mi oreja, provocando que mi piel se ponga de gallina.

—Bueno —le sonrío —. Vámonos —me pongo de pie, pero tan rápido como me levanto Eric me sujeta de la cintura tirando de mí para que me vuelve a sentar —. ¿Qué haces?

—Desayuna —ordena y señala con la cabeza hacía la mesa, donde ya esta preparado mi desayuno.

Alterno la mirada entre él y mi madre, quien no deja de verme con esa expresión de "es por tú bien" pero a la vez "es una orden".

Cierro los ojos en un intento por controlar la rabia que me empieza a dar esta situación.

—No tengo hambre, y vamos tarde...

—Llevatelo para el camino —interrumpe Eric, con un tono de voz demasiado duro. Suspiro frustrada, no soporto está mierda.

—Maldito sea el momento en el que dije lo de la bulimia —gruño furiosa y me levanto bruscamente de las piernas de Eric —. ¡Ya pasó, dejarme vivir a mi manera!

Sin dejarles decir nada salgo corriendo de la cocina, cojo mi mochila y salgo dando un portazo. A los pocos segundos oigo a Eric llamarme a voces, pero me resisto a mi impulso de mirar hacía atrás y sigo corriendo a la parada del autobús, llegando justo a tiempo para coger el siguiente.

De camino al instituto mi móvil suena unas diez veces, pero me obligo a no contestar, ni siquiera lo saco del bolsillo, si no es Eric será mi madre, y aunque me arrepiento enormemente de todo lo que acaba de pasar no quiero contestar. Ni aunque lo hagan por mi bien, me pone de los nervios esa actitud sobre mí como sí fuera una niña pequeña.

Voy demasiado tarde. Cuando entro al instituto ya no se ve un alma por los pasillos, excepto por Eric. En cuanto le veo me quedo inmóvil, está apoyado en una pared, mirando el móvil cada cinco segundos y dejando escapar algún suspiro, hasta que su vista se posa en mí, y empieza a caminar en mi dirección, despacio, mirándome fijamente con esos preciosos ojos verdes, lo que le da un aire peligroso y malditamente sexy.

Tengo un ligero temor a que esté enfadado, que sería comprensible, pero no me importa, mi primer impulso es salir corriendo a sus brazos, escondiendo mi cara en el hueco de su cuello, cosa que se esta volviendo costumbre cuando le abrazo. Él no tarda en envolver sus brazos alrededor mío levantándome del suelo, haciendo que cualquier temor se esfume de inmediato.

—Lo siento —murmuro —. Soy una estúpida, pero es que me pone nerviosa todo ese asunto y aunque sea por buena voluntad no soporto que me tratéis como a una cría —hablo lo más rápido que puedo, pero no contesta, únicamente sigue abrazandome con fuerza, por lo que me separo un poco para poder mirarle —. Perdoname —susurro mirándole a los ojos, y no tardo en volver a esconder mi rostro en su cuello.

—Nosotros exageramos un poco, y se trata de cuidarte no obligarte a nada que no quieras —dice y deposita un beso en mi pelo. Me vuelvo a separar para mirarle, parece arrepentido, y no comprendo por qué, no tiene motivos.

Bad Vibes. #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora