—¿Eric? —pregunto, casi en un susurro, entrando al apartamento.
Todas las luces están encendidas, sin embargo, él no aparece por ningún lado.
—Llamale —me aconseja Lucas, quien se había quedado en la entrada.
Rápidamente marco su número. Suena unas cinco veces, pero en ninguna obtengo respuesta.
Un suspiro pesado escapa de mis labios, y entonces, me dejo caer sobre el sofá.
Lucas hace una mueca de pesar y, sin decir nada, saca su móvil y marca un número, y por la mirada cómplice que me echó, asumo que es a Eric a quien llama.
—Hola —dice, segundos después, para mi sorpresa.
Una pequeña punzada de celos llega a mi al ver que a él no ha tardado nada en cogerle el teléfono. Conmigo, en cambio, ni siquiera se molesto en cortarme la llamada.
—Sí, estoy con ella —dice —. Estamos en tu apartamento —murmura, poco después —, así que si tanto deseas saberlo ven, y rápido —ordena, y cuelga sin esperar respuesta.
—¿Qué es lo que quiere saber? —inquiero.
—Si te dije algo.
—¿Algo? —mi ceño se frunce —. ¿Algo de qué?
—Te he dicho que no soy yo quien deba contarte nada —dice, sentándose a mi lado —. Anda, traeme una cerveza —susurra, mirándome divertido y dándome una palmada en el muslo.
—Eres un vago de mierda... —respondo. Intenté sonar enfadada, pero la diversión se filtró en mi tono de voz.
—¡Y algo de picar también, preciosa!—grita, antes de que llegue a la cocina.
—¡Que te den!
Una pequeña sonrisa tira de mis labios, pero se esfuma en el momento en el que recuerdo lo que ha pasado hace tan solo una hora.
—Toma —le entrego una cerveza y dejo un plato con patatas en la mesa del centro —. Para que veas la buena amiga que soy.
—Eres la mejor —asegura y, antes de que pueda registrarlo, me envuelve n un abrazo y planta un beso en mi cabeza.
En cuanto siento sus brazos a mi alrededor los ojos se me cierran y, de pronto, es como si con ese abrazo un gran peso se me hubiera quitado de encima. Como si una pieza dentro de mí estuviera mal colocada y él la hubiera puesto en su lugar correspondiente.
Sé muy bien que ese peso, que esa pieza, es lo sucedido con Eric, y aún cuando él dice que todo es mentira, no puedo evitar que me duela lo que dijo, la serenidad con la que dijo que éramos demasiado jóvenes para esto, y sobretodo, que me haya echo el vacío aposta.
No puedo evitar que duela, y no puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas, sin embargo son lágrimas furiosas, porque hay algo que no sé, algo que absolutamente todos saben menos yo.
—¿Angy? —me llama, separándose —. No estés mal —pide —, que no quiero tener que partirle la cara al idiota de Eric.
Una risita brota de mis labios y sin darle tiempo a reaccionar vuelvo a abrazarle, aunque con más fuerza que antes.
—¿Tú partirme la cara? —pregunta, llamando nuestra atención.Eric se encuentra parado en la puerta, con una pequeña sonrisa prepotente en los labios. Se agacha a quitar el collar a Odie, quien sale corriendo a la cocina y yo, rápidamente, giro mi rostro y con discreción, limpio la humedad de mis mejillas.
—No hace falta que te escondas —dice, y aunque no puedo ver su rostro podría jurar que está sonriendo —. Sé que estás llorando, era de esperar, no sabes hacer otra cosa...
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Bad Vibes. #Wattys2021
Romance¿Amor? No. Esa palabra para ella no existía. ¿Promesas? Nunca. Eran cosas en las que no creía. ¿Hombres? Jamás. Era en lo que más le costaba confiar. Así era su vida. Así había aprendido a protegerse para no volver a sufrir. Pero ella no esperaba q...