EPÍLOGO.

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—¿Angy?

Una risita escapa de sus labios y segundos después su boca aprisiona la mía y mis brazos cuelgan de su cuello.

No tardo más de cinco segundos en reaccionar y devolverle el beso con la misma ferocidad y necesidad. Su lengua se nueve libremente por mi boca y mis manos inquietas le revuelven el pelo.

—No sabes cuanto te he echado de menos, canija... —susurra con la voz ronca por las emociones, junto a mis labios.

Un gruñido brota de sus labios cuando, sin responder, acerco mi boca a la suya volviéndolo a besar.

—Espera... —pide, separándose un poco y volviendo a ponerme en el suelo. Ni siguiera me di cuenta en que momento me enrede a su cintura —. ¿Qué te pasó? —pregunta, y la diversión se filtra en su tono de voz —. Estás igual de roja que un cangrejo.

Una carcajea escapa de su garganta pero la intenta detener al ver como me cruzo de brazos y le echo una mirada cargada de irritación.

—Como no es suficiente con las burlas de Luis y Lucas, ahora me vienes tú...

—Yo no me estoy burlando —replica y pasa su mano a mi cintura, acercándome de nuevo a él —, yo sólo pregunto.

—Me quemé en la piscina. Edward nos invitó a la playa, me quedé dormida y me quemé.

Muerde su labio interior con fuerza y sé que está haciendo un esfuerzo por no reír.

—Ríete —murmuro junto a sus labios —, no me importa.

Sus cejas se elevan, incrédulo, por lo que yo asiento en respuesta.

—¿Te crees que después de estar dos meses sin oír tú risa, voy a impedir darme el lujo de escucharla?

Una amplia sonrisa se dibuja en sus labios y segundos después me encuentro envuelta en un abrazo, apretándome con fuerza contra su pecho.

—Menos mal que se acabó... —susurra cerca de mi oreja —, no soportaba estar un día más sin verte... —sus ojos vuelven a encontrarse con los míos y una pequeña sonrisa tira de mis labios —, sin oír tu voz... —ahora es él quien sonríe —, sin besarte... —un dulce beso es depositado en mis labios —. No soportaba un día más sin ti, cariño.

Rápidamente vuelvo a abrazarle y entonces recuerdo que tengo que distraerle media hora más. ¡Perfecto! No tengo ni la más mínima idea de que hacer. Hace demasiado calor como para estar en la calle y a casa no podemos ir porque ahí es donde están preparando la fiesta sorpresa que le queremos dar como bienvenida.

—¿Vamos al centro comercial?

—¿Ahora? —su ceño se frunce —. Canija, estoy agotado. Sólo quiero llegar a casa y pasar el resto del día contigo.

Mis labios se fruncen mientras busco otra distracción.

—Vale —respondo —. Pero llevo un mes fuera de casa, Eric, no hay comida, tenemos que ir a comprar algo —miento, porque en realidad hice la compra esta mañana.

—Pero si yo sólo tengo hambre de ti... —murmura con la voz ronca, acercándose a mi cuello y dejando un rastro de besos hasta llegar a mi boca.

—Eric...

—Dime... —susurra, junto a mi boca.

—Compro unas cositas y ya.

Un suspiro pesado escapa de sus labios y entonces asiente en respuesta. Enreda su mano con la mía y tira de mí hasta su coche.

—¿Qué piensas comprar? —pregunta, como por quinta vez.

Hace unos veinte minutos que llegamos a la tienda y no hemos hecho más que dar vueltas. La verdad es que no hay nada que comprar y no quiero gastar el dinero a lo tonto.

Bad Vibes. #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora