CAPÍTULO 22.

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La puerta suena, por quinta vez desde que mamá se despertó, haciéndome resoplar frustrada. Ya le he dicho de todas las maneras posibles que no tengo ganas de salir de la habitación.

Otros dos golpes suenan en la puerta, está vez provocando que Odie se baje de la cama y se pare contento en la puerta mientras rasguña intentado salir. Lo que me parece raro, es la primera vez que hace eso.

-Mamá te he dicho que no pienso bajar a desayunar -digo con pesadez mientras me levanto para poder abrir la puerta.

-Pues deja salir a Odie.

En el momento en el que su voz llega a mis oídos me detengo en seco. Un nudo se forma en mi estómago, las manos me empiezan a sudar y el ritmo cardíaco se me acelera de sobremanera.

No puede ser, él, no...

-¿Angy? -pregunta con preocupación al cabo de unos segundos sin tener respuesta de mí parte.

-Vete -pido en hilo de voz.

-Dejame entrar.

-Que te vayas -murmuro en un tono frío.

-Por favor...

Suena suplicante, y me odio por eso. Nada en el mundo hará que yo quiera verle u oírle suplicar, nada.

-Eric, no quiero hablar -digo intentado no sonar demasiado cortante, y creo que lo consigo.

-Canija, necesito verte...

Mi garganta arde debido al esfuerzo que hago intentando deshacerme del nudo que se ha formado en ella. Todo dentro de mi pecho duele. Todo provocado por el dolor que hay reflejado en su tono de voz. La vocecita dentro de mi cabeza me grita una y mil veces que no le abra, que no debo abrirle; pero no puedo, no quiero hacerle caso, y antes de que pueda arrepentirme tomo una respiración profunda y quito el seguro de la puerta, abriéndola lentamente hasta ver a Eric parado frente a mí.

Un sollozo involuntario escapa de mis labios al ver sus profundas ojeras y su rostro decaído. Abre la boca para decir algo pero es interrumpido por Odie, quien salta a sus pies pidiendo algo de atención. Eric no tarda en agacharse y acariciarlo, provocando que él mueva la cola alegre.

-Hola, chico -saluda con una pequeña sonrisa.

-Odie, entra -ordeno después de unos segundos, haciendo que éste obedezca y corra a mi cama.

-Hola -murmura por lo bajo.

-¿Qué quieres?

-Que vuelvas... -susurra.

La angustia que emite el tono de su voz logra que un tonel de lágrimas se acumulen en mis ojos, y antes de que pueda decir algo, una de sus manos agarra mi cintura y me aprieta con fuerza contra su pecho.

Su cercanía sólo logra acelerar un poco más mi ritmo cardíaco. Y aún cuando todo dentro de mí grita que me separé de él, no lo hago, y le devuelvo el abrazo. Por unos instantes ninguno se mueve, hasta que de pronto se separa y busca mi mirada, dejándome ver como la tristeza que había reflejada en ellos al abrir la puerta se esfuma.

Mi mano viaja inconscientemente a su rostro, haciendo que Eric cierre los ojos con mi tacto y acople su mejilla a la palma de mi mano, dejándome aprovechar ese momento para recorrer y memorizar cada detalle de su rostro.

-Llevó dos días sin ti y siento que me estoy muriendo... -susurra aún con los ojos cerrados.

Sus palabras calan en lo más hondo de mí ser como si fueran puñales que se retuercen violentamente, haciendo que retire mi mano de inmediato y éste abra los ojos, posando su mirada en mis labios. Recién en ese instante soy consciente de la poca distancia que falta para que nuestras bocas se unan. Es tan diminuta que puedo sentir como su respiración se enreda con la mía, y aunque ahora mismo lo único que quiero es besarlo, no lo hago.

Bad Vibes. #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora