CAPÍTULO 11.

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Su casa es más grande de lo que parecía a simple vista. Desde la fachada daba la impresión de que los pisos no eran gran cosa, pero por dentro la cosa cambia.

Es sencilla, y con escasa decoración. Todo es de color azul oscuro y blanco.

—Hay algo que creo que te gustará —dice con una sonrisa y sin más agarra mi mano y tira de mí por un largo pasillo. Hay varias puertas, pero pasamos directos a una de las últimas —. Te gusta leer, ¿cierto?

—Me encanta —respondo, con una sonrisa.

Su sonrisa se hace aún más amplia y acto seguido abre la puerta, dejándome ver una gran habitación blanca. Por lo que veo tiene intención de ser una biblioteca, pero apenas y tiene libros.

La pared del fondo tiene un tono morado claro, hay un enorme sofá de color beis y justo al lado un gran escritorio.

—¿Y esto? —mi mirada recorre de nuevo el lugar —. ¿Trabajas?, ¿aquí? —pregunto mientras sonrío ampliamente.

—En realidad esta habitación fue hecha para mi madre. Era amante de la lectura, como tú, c observe en tu habitación —me guiña un ojo y amplia su sonrisa —. Y no trabajo.

—Pues para no trabajar te he visto manejar bastante dinero... —enarco una ceja y le miro un tanto confusa —. ¿Y entonces cómo pagas éste apartamento?

—El piso fue regalo de mi madre, su familia maneja dinero, y ella me dejó una gran cantidad en herencia.

—Oh, así que eres rico... —murmuro con gran asombro.

—Sí, pero no abuso de él. Quiero ganarme mi propio dinero.

—Un chico honrado —digo con una pequeña sonrisa.

—Lo aprendí de ella —sonríe nostálgico —. ¿Te gusta entonces?

—Claro, pero tienes pocos libros.

—Si lo comparas con lo que tú tienes pues sí, estoy dispuesto a jurar que tienes más libros que ropa —una carcajada brota de mi garganta sin poder evitarlo.

—Y sólo viste una parte. En la habitación de invitados hay más —digo haciendo que eleve las cejas asombrado, pero no tarda en regalarme una sonrisa.

—Ven, te sigo enseñando —envuelve su mano con la mía y me guía hasta una de las primeras habitaciones.

—Sabes que hay un gimnasio a unas cuantas calles del instituto, ¿no? —murmuro en cuanto entro y veo la habitación llena de aparatos de gimnasia, pesas, y de más.

—Prefiero entrenar aquí —se encoje de hombros en un gesto despreocupado y se hace a un lado para que salga de allí —. Bueno, eso son una habitación de invitados y un baño —informa, pero no abre la puerta ni se para, únicamente señala con la cabeza hacia las respectivas puertas y sigue caminando hasta el fondo del pasillo.

—Tú habitación —sentencio en el instante en el que se para en la última puerta.

—Chica lista —sonríe.

Todo es igual que el salón; blanco, azul oscuro, y algunas cosas de negro, con algún marco de lo que supongo que son sus grupos favoritos en una pared, un escritorio situado debajo de ellos y una enorme cama en el centro.

—Eres un soso decorando —digo un tanto divertida.

—Soso no, soy un negado para la decoración.

—Pero puedes poner fotos, o algo.

—¿De qué? —me mira con una minúscula sonrisa en el rostro y eleva una ceja curioso.

Bad Vibes. #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora