—¿Cómo pudiste hacerme eso? —la recrimino, totalmente furiosa.
Ella únicamente se encoge de hombros y me observa fijamente hasta que sus ojos grises se nublan debido a las lágrimas contenidas. Sin embargo, por más que me duela la situación, me mantengo en mi actitud fría y distante.
—Es tarde.
Es lo único que logra decir después de unos segundos en silencio. Segundos perdidos, segundos que sólo han válido para que sus lágrimas hayan comenzado a deslizarse por su rostro, echando a perder su maquillaje.
—Sí, es tarde —repito, con voz de pocos amigos —. Pero esto no se queda aquí. ¡Me has humillado delante de todos los idiotas de mi colegio! Y créeme que me importa muy poco que vayas borracha, porque esa excusa ya no te sirve. No cuando desde hace dos meses te pasas el día entero ebria.
—Respetame —pide, en un susurro furioso y, acto seguido, limpia con rabia la humedad de sus mejillas —. Aunque no te guste, soy tu madre. Y tú sólo eres una cría que me ha jodido la vida. Una enana maleducada que no sabe lo que quiere. Una muchacha caprichosa que se lleva todo lo que le pilla por delante con tal de que todo salga como ella quiere. ¡Eres lo peor! Lo único que te puedo reconocer es que, para tu edad, eres muy madura. ¡Pero hasta con eso estás mal!, ¡usas esa madurez para lo que te conviene! ¡Para tus estúpidos caprichos y tus lucros!
Mis ojos arden debido a la cantidad de lágrimas que estoy evitando derramar y, a pesar de mis enormes ganas de salir corriendo a refugiarme en mi habitación, no lo hago. Me quedo allí de pie, mirándola con el desprecio que jamás creí que podría llegarla a tener, con el rencor que jamás pensé sentir hacia ella... oyendo todas y cada una de sus hirientes palabras.
—Hay veces en las que pienso que mi vida sería mejor si tú no hubieras nacido.
Esas últimas palabras son las que se quedan grabadas en mi memoria.
A pesar de haber intentado no escuchar la parrafada que ha soltado en estos últimos cinco minutos, esa frase es imposible pasarla desapercibida.
La rabia, la impotencia, la tristeza, la decepción... El mar de sentimientos que tengo ahora mismo dentro son los que hablan por mí cuando decido contestar:
—Y quizás, si yo no hubiera nacido, tú hace mucho que estarías muerta. ¡Podrías habérmelo agradecido una sola vez! Pero no, eso es algo que jamás oí ni oiré de tus labios y, ahora... Ahora ya me da igual. ¿Y sabes por qué? Porque todo el cariño que siento se está consumiendo por el rencor, porque antes eras la mejor madre que uno podía tener y... ¡Y ahora eres la peor!
Una cachetada me obliga a callar, haciendo que las dos nos quedemos completamente quietas.
Ella estira su mano para acariciar la parte en la que acaba de golpear, pero como ese paso ya me le conozco, soy más rápida que ella y como he hecho mil veces en situaciones parecidas me aparto bruscamente y corro a mi habitación. No sin antes lanzarla una mirada cargada de rabia y dolor.
Durante las próximas dos horas mi llanto es incontrolable y, aunque necesito más que nunca llamar a mi mejor amiga para poder desahogarme con ella, no puedo. No puedo hacerlo, porque simplemente no sé como explicarlo. No sé como explicar que ésta noche algo cambio.
No sé cómo explicar que ésta noche todo fue un completo caos... Que hoy mi vida ha empezado a ser algo peor.
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Bad Vibes. #Wattys2021
Romance¿Amor? No. Esa palabra para ella no existía. ¿Promesas? Nunca. Eran cosas en las que no creía. ¿Hombres? Jamás. Era en lo que más le costaba confiar. Así era su vida. Así había aprendido a protegerse para no volver a sufrir. Pero ella no esperaba q...