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(Daniel)

Mis pantalones son malditamente ajustados y la camiseta me hace sentir como un maniquí. Estoy aquí, en el Festival de Otoño. Una vez que termine de actuar como el hijo modelo, me iré.

Veo a mis padres en el pabellón, hablando con otra pareja. Nada ha cambiado desde que he vuelto. Mi hermana sigue siendo un zombie, pero ahora es peor, porque desde que salió corriendo de la cafetería el Lunes, me ignora. Mis padres no han mencionado todavía el accidente. Quise hablar de ello, pero me lo han prohibido.

Al acercarme a mis padres, mamá sonríe.

— Estábamos esperándote, Daniel.

— Bueno, pues aquí estoy.—digo sin entusiasmo, menos dispuesto a representar este espectáculo.

A mí padre se le ve cansado; tiene círculos oscuros bajo los ojos y no camina tan recto como recordaba.

— Daniel, ¿te acuerdas del Dr. y la Sra. Termino? El Dr. Termino es dueño de una clínica dental y ahora acaba de abrir otra en Paraiso.

— ¿Si?

El hombre apunta hacia el este.

— Por las calles Lateral y Plaza Mayor. Ya sabes, el nuevo edificio junto al cine Paraíso—sacudo la cabeza.

— No lo he visto aún.

— ¿Dónde has estado escondido?—el señor dice riendo.— Es el edificio en el que hay un gran diente en la parte central.—mi padre se está poniendo nervioso.

— Me muero de hambre—dice antes de que yo le diga al Dr. Termino que aún no he visto su edificio porque estuve encerrado en la carcel un largo año.

— ¿Por qué no prueban algún plato de los de mi esposa mientras Daniel encuentra a sus amigos?

Mamá hace un trabajo realmente bueno dirigiendo a los Termino a la mesa del buffet, lejos de mí. ¿Mamá se da cuenta de que no es la mejor idea fingir que soy el hijo perfecto? Mi hermana se une a ellos, ignorándome por completo.

El Festival de Otoño es un zoológico. Es difícil creer que Paraiso es un pueblo pequeño cuando hay tanta gente alrededor. Ángel y los chicos están pasando el rato cerca de donde estoy.

— Wow, Daniel, ¿quién te ha vestido?—Ángel dice sarcásticamente, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

Hago una mueca.—¿Me crees si te digo que mi madre?

Ángel asiente. — Si. Paraiso no era lo mismo sin ti, hombre. Pero esa ropa tiene que desaparecer.

Alberto se ríe mientras enciende un cigarro.

— Tienes razón, Ángel. Paraiso no es lo mismo. He visto a la Sra. Dail bailando con el tipo de la cafetería. Se les veía muy juntos. ¿Crees que son...ya sabes? Todo el mundo sabe que Mery no conseguirá a nadie. Esa chica necesita un montón de cirugías más antes de que pueda atraer a algún chico. Tal vez pueda conseguir una cita para el baile a través de Internet.

Nadie se ríe, porque Alberto no es gracioso. Ha sido un pelmazo desde que volví, haciendo todo lo posible para enfadarme a propósito.

Sergio lanza un balón al aire. — Vayamos a la cancha a jugar un rato, antes de que nuestras madres quieran hacernos bailar con ellas.

Me quito la ridícula camisa mientras juego. Después de cuarenta y cinco minutos, decidimos volver. Pero cuando Ángel y Sergio caminan por delante de nosotros, agarro a Alberto por el hombro y lo empujo contra un árbol. Lo tomo completamente por sorpresa. No tiene ni idea de que estoy tentado a patearle el trasero. Una cosa que aprendí en el DOC de los reclusos... agarrarlos cuando menos se lo esperan.

Dejando Paraiso ||Completada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora