(Mery)
Mi madre me dijo que el señor Pardo tenía una sorpresa para mí. Fui a su restaurante al terminar el insti y me dio las llaves del todoterreno de su madre. Me negué, pero mamá me insistía con que la señora Pardo querría que lo tuviese yo.
Así que ahora me está llevando a casa de la Sra. Pardo. Me ayuda a abrir el garaje. Sonrío cuando veo el coche, recordando el momento en que la anciana me ayudó a superar mi miedo a conducir.
— ¿Seguro que estás lista?—mamá pregunta.
— Segurísima. Ya puedes volver a trabajar. No me pasará nada.
— Mery, sé que has sido muy fuerte últimamente pero no tengo tan claro que estés preparada para esto.
Ha llegado el momento de decirle cómo me siento.
He estado intentando guardármelo para no hacerle daño, cuando a la larga creo que voy a herirla más si no le digo nada. — Mamá, necesito espacio—digo, esperando su reacción.Respiró hondo y sigo: — Sé que es difícil para tí. Ha sido increíblemente difícil para mí...pero por fin estoy dispuesta a aceptar mi cuerpo y mis limitaciones. Yo soy yo...la nueva yo. Puede que no sea perfecta, pero me conformo. Es hora de que deje de intentar escapar de mi vida, ¿no crees?
Una lagrima corre por su mejilla. Me sonríe, una cálida sonrisa que llega a sus ojos. — El accidente escondió una parte de tí.
— Solo por qué tú me lo has permitido.
Ahora las dos estamos llorando. Le doy un largo abrazo.
Tras unos minutos sube a su coche y se aleja de la casa, dándome el espacio que necesito.
Dando una profunda respiración, escaneo el jardín. Un trago amargo. La glorieta está de pie como un castillo en medio de la hierba, rodeado por los macizos de flores. Los bulbos que esperan con paciencia en hibernación hasta que sea su tiempo para sacar la cabeza fuera de la tierra por primera vez y disfrutar de la vida.Después de ayer, me siento como si hubiera florecido. Tuve un romance y una anciana me ayudó para salir de la hibernación, pero eso es pasado.
Cuando voy hacia casa conduciendo con cuidado, veo a Daniel en el parque Paraíso, en las canchas de baloncesto. Paro para hacerle saber que no estoy molesta por haberme traicionado. Voy a superarlo. Puede ser que tarde un tiempo, pero voy a estar bien. Voy a tener novios y otras aventuras en la vida, otras veces voy a ser capaz de sentirme confiada y despreocupada y feliz. Soy una superviviente. A pesar de mi cojera.
Al salir del coche al reunir todo mi valor, camino hacia él. Él me ve, pero no deja de botar el balón.
— Daniel—le llamo.
— ¿Por qué no me dijiste lo de la señora Pardo?
— No tuve tiempo para hacerlo. De verdad quería decírtelo—digo, dando un paso hacia él.
— Mejor no te acerques o podría empezar a acosarte.
Muy bien, me lo merezco. Le di una bofetada y rechacé su ayuda ayer. — Dicen que te has metido en problemas.
— ¿Has venido aquí para reírte de mí o quieres retarme a un uno-a-uno?—dice.
— Sabes que no puedo jugar.
Él me mira de arriba a abajo repetidas veces. — Oh, tú sí que juegas Mery. Tal vez no al baloncesto, tus juegos son más complicados que eso.
— ¿Qué estás diciendo?
Él coge la pelota y la mantiene a su lado, da una breve carcajada. — No puedo creer que tengas miedo de mí.
Me muevo hacia delante, dando un paso más cerca de él y subiendo el mentón con confianza. — No me das miedo.
Se pone de pie delante de mí con tanta confianza como yo. — Demuéstralo.
— ¿Cómo?—lanza la pelota hacia el lado de la cancha y da pasos hacia mi, cerrando la distancia entre nosotros.
— Déjalo salir.
Mi aliento se congela y el pánico se apodera de mí. — Yo...no sé qué quieres decir.
— Yo creo que sí—dice, llegando tan cerca que casi puedo sentir sus emociones como si fueran las mías.
— ¿Quieres que te bese?—digo sin aliento.
— Me has arruinado, ¿lo sabes, no?—dice justo antes de tenerme de puntillas y tocar mis labios con los suyos.
Me coge de la cintura y me empuja cerca haciendo que pueda sentir toda la fuerza y la longitud de su cuerpo contra el mío. Mis dedos se envuelven alrededor de sus bíceps a la vez. Estoy perdida en la protección de su abrazo y el olor y el sabor es único de Daniel Oviedo. Excepcionalmente...nosotros.
Cuando nuestro beso se vuelve más intenso, tengo la sensación de un cambio en él. Está enfadado.
Tropiezo hacia atrás y le empujo lejos de mí. — ¿Qué haces?
Se limpia la boca con el dorso de la mano. — Asegurarme de que te asusto. Es lo que quieres ¿no? Así tienes motivos para ser la víctima.
Estamos de pie mirándonos fijamente el uno al otro. Controlador y controlada. Culpable y víctima. Chico y chica.
Coge la pelota. — Vete a casa, Mery. Ya tienes lo que querías.
Un movimiento por el rabillo de mi ojo me llama la atención, rompiendo la conexión. Es Lorena.
— Dani, mamá y papá quieren que vayas a casa. Ahora.—dice ella.
Dejo caer mi pelo, aparto la suciedad de mi pantalón, me aclaro la garganta, y hago de todo para no mirarlos...
Corro hacia el coche tan rápido como puedo.
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Dejando Paraiso ||Completada.
Fiksi PenggemarNada ha vuelto a ser igual desde la noche en que Daniel Oviedo salió de una fiesta, se puso al volante y terminó atropellando a Mery Dail. Tras meses de dura y dolorosa rehabilitación Mery ha vuelto a caminar, pero le ha quedado una cojera de por v...