(Mery)
Estoy tarareando una vieja canción que mi madre solía cantarme cuando tenía miedo a la oscuridad y no podía dormir. Entonces la vida era menos complicada. Papá vivía en casa y el único trabajo de mi madre era, bueno, tan solo ser madre.
Ahora trabaja como camarera y sale a conocer gente. Vale, la última parte es culpa mía. No puedo culparla por su cita de anoche. Gracias a Dani, poco a poco se me hace menos difícil.
La primera noche mágicamente me besó. Estaba preparada para ser solo amigos, ocultando nuestra relación platónica (imposible), cuando de repente se convirtió en algo más. Cuando estoy con él no pienso en mi cojera. Tan solo pienso en cómo se siente al ser capaz de hablar y compartir y besar.
¿Enamorarme de Daniel Oviedo otra vez? No lo sé. Estoy asustada de ser herida de nuevo y he formado una pared para que mi corazón esté protegido.
Lentamente he estado destruyendo esa pared.
Después del trabajo hemos estado bajando del autobús dos manzanas antes para poder tener unos minutos extra juntos.
Desafortunadamente, él hoy tenía una reunión con alguien del Departamento de Corrección. Me dijo que era importante, así que espero que le vaya bien.
Le he perdonado por el accidente. Hace unos días intentó sacar el tema, diciendo que tenía algo importante que decirme sobre eso pero lo corté con un beso.
El viento sopla con fuerza y las hojas están empezando a caer. Los árboles, hierba y flores se están preparando para la inactividad.
Miro hacia el cielo y paro de soñar despierta sobre canciones y árboles y Dani, encontrando a la señora Pardo de pie frente a mí. Dejo de tararear.
— Estás muy alegre hoy.
— Es solo que me quedan cinco capullos más por plantar y ya habré acabado—respondo.
— Eso también es bueno—dice mirando hacia el cielo que está anocheciendo—. El tiempo ya está cambiando. Ya siento un frío invernal en el aire.
— Yo también—después de terminar con el último capullo, nos sentamos y cenamos.
— Me gustaría invitarte a tu madre y a ti a cenar una noche. Claro, solo si te parece bien.
— ¿Por qué no me iba a parecer bien?
— Porque mi hijo ha estado saliendo con tu madre más que en los últimos tres años. Lo he estado entrenando.
— ¿Si?
— ¿Llevó Tomás bombones la primera vez que fue a tu casa?—asiento.
— Consejo mío. Le dije que llevara rosas amarillas para tu madre porque son la mejor manera de empezar...
— No eran rosas amarillas—levanta una ceja—. ¿No lo eran?
— No. Tulipanes.
— ¿Amarillos?
— Púrpuras.
— Oh—mi jefa agita sus brazos en el aire— Suficiente holgazanería, María.
Cuando estamos poniendo los platos en el lavavajillas, la mujer se balancea y se sostiene en el borde de la mesa para apoyarse.
— ¿Está bien?—pregunto, dejando un plato y llevándola al sofá.
— Estos nuevos medicamentos están reaccionando mal en mis viejos huesos, eso es todo. Nada por lo que preocuparse.
Yo me preocupo. Antes de salir de su casa llamo a la cafetería y le digo al señor Pardo que la controle.
Voy hacia la parada del bus después de convencerme de que está bien. Un coche me pita. El mismo coche de los chicos con los que se peleó Dani.
— Hey, es la novia inutil de Daniel Oviedo—alguien grita por la ventana. Me muerdo el interior del labio y sigo
andando.El coche está llendo despacio a mi lado. Solo espero que no bajen. Si dejo de andar, ¿saldrán?
¿Me harán daño?
Un miedo profundo, tan intenso que estoy temblando por dentro, no me deja parar.
No puedo volver a casa de la señora Pardo. Está demasiado lejos y no puedo correr más rápido que esos tipos. Hay casas a lo largo de la calle. Podría llamar a algún timbre y pedir que llamen a la policía.
Un plan se forma en mi cabeza. Me doy la vuelta y camino en dirección contraria, por donde venía. Pero me caigo. Las manos me escuecen y siento una humedad pegajosa goteando por mi rodilla.
— ¿Ha sido buena la caída?—uno de ellos grita.
Me levanto y cojeo más rápido, rezando para que el coche no dé media vuelta y me siga. Porque si lo hacen, no sé cómo voy a manejar la situación. Escucho el sonido del motor cogiendo velocidad. No me atrevo a mirar atrás y darles otra razón para venir detrás de mí. Pero difícilmente puedo oír nada aparte del jadeo furioso de mi propia respiración.
El alivio corre a través de mí cuando veo el autobús. Me apresuro y hago señas al conductor para que pare, luego miro si el coche está todavía por aquí.
— ¿Estás bien?—pregunta el conductor del bus.
— Estoy bien—me escabullo al final para sentarme.
Nada puede curarme, ni terapias o cirugías. La vieja Mery, la estrella del tenis, la vieja Mery, quien podía huir del peligro, ya no existe.
Conforme avanzo por la calle veo a Dani cortando el césped. Para el motor de éste y avanza hacia a mí tan pronto como me ve.
— ¿Qué ha pasado? Dime que te ha pasado.
Estoy intentando contener las lágrimas. — Estoy bien.
Mira alrededor para asegurarse de que nadie nos está viendo, y acuna mi cara entre sus manos. — No estás bien. Joder, cuéntamelo.
Lo miro con desesperación. — Fue este chaval, mm.., Pedro.
— Si te ha puesto una mano encima lo mataré—gruñe mirando mis pantalones manchados de sangre.
— No lo ha hecho. Sus amigos y él solo me asustaron, ya está.
— Me aseguraré de que no vuelva a pasar, Mery.
Le sonrío con cariño. — No vas a poder estar protegiéndome siempre. ¿Qué vas a hacer cuando esté en Inglaterra?, ¿volar e ir a pegar a todos los que se rían de mí?
—————————————————
CorasooooonesEstoy muy muy muy feliz😍, el Sábado los vi, en platinium, primera fila, aggggg.
Si queréis ver el vídeo entrar en @martaapalau (ig)🙈 es tan bonito que jo.
Respecto a la novela mmm poco a poco va acercándose el final y quiero que os fijéis mucho en cada detalle porque son puntos clave.

ESTÁS LEYENDO
Dejando Paraiso ||Completada.
FanfictionNada ha vuelto a ser igual desde la noche en que Daniel Oviedo salió de una fiesta, se puso al volante y terminó atropellando a Mery Dail. Tras meses de dura y dolorosa rehabilitación Mery ha vuelto a caminar, pero le ha quedado una cojera de por v...