Capítulo 3

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Llegué a casa y me tiré en el sofá, mi tía Keiko ya estaba allí.

-¿Cómo te fue, cariño?

Me encogí de hombros y le sonreí.

-No sé, estuvo bien. ¿Sabes qué? Al final me hicieron fotos a mí también.

-¡Vaya! -exclamó, y me sonrió- ¿Y de quién fue la idea?

Algo dentro de mí me decía que Kei ya sabía la historia.

-Huum... el chico ese, Taeil, le dijo al fotógrafo que me hiciera fotos.

-Vaya, vaya... Así que Taeil, ¿eh? Es un buen chico.

Me levanté del sofá y me dirigí a la cocina.

-No sé, es simpático y poco más -le decía mientras me servía agua.- En general, todos lo son, para ser famosos se comportan bien con la gente normal.

-¿Y te ha gustado?

-¿El qué?

-El que le dijo al fotógrafo que te fotografiara.

Volví al salón y entrecerré los ojos mientras miraba a mi tía, que me observaba interesada.

-No, tía Kei, no me gusta. Ha sido un placer conocerle, claro, pero no te puede gustar alguien que has visto solo una vez. Ha sido agradable conmigo, nada más.

-Pero le dijiste en la peluquería que te parecía atractivo.

-¡Por Dios, tía Kei, ¿es que no tienes ojos?! Todos lo son. Creo que les tengo algo de envidia, yo también quiero esa belleza.

-Oh, pero si tú eres muy guapa. Creo que si te arreglaras un poco más, romperías muchos corazones.

-No. No, no, no. Nada de hombres en mi vida. Ahora solo quiero centrarme en el trabajo y en mis estudios. Necesito estudiar por este año perdido en la universidad. No sé si lo sabes, pero estudiar psicología no es tan fácil como parece, y tener un novio o algo similar solo haría que me desconcentre. Además... ¿cómo que si me arreglara más? ¿Piensas que no voy bien?

-No es eso, simplemente... creo que deberías, ya sabes, tal vez maquillarte un poco, o arreglarte más el pelo. Soy peluquera, puedo dejarte como una modelo. Pero aún así, supongo que romperás corazones. Eso sí, jovencita -me dijo intentando ponerse seria- como le hagas daño a ese pobre chico, me enfadaré mucho contigo.

-¿Pero tú me escuchas cuando te hablo? Te he dicho que no va a pasar nada, por el amor de Dios, no te pongas paranoica.

Le saqué la lengua y me fui a mi habitación.

Los estudios y el trabajo primero. Los estudios y el trabajo primero. Los estudios y el trabajo primero...

Llevaba poco más de una hora en mi habitación, estudiando y comiendo galletas con extra de chocolate, cuando sonó mi móvil. Número desconocido. No tenía demasiado claro si contestar o no, pero finalmente me decanté por hacerlo.

-¿Sí? -dije con la boca llena de galleta.

-¿Miyu? Soy Taeil.

Me atraganté y empecé a toser. Cogí el vaso de agua que estaba al lado de mis apuntes y bebí lo más rápido que pude.

-Oh, sí, sí, hola.

-¿Estás bien? Suenas extraña, ¿estás mal de la garganta? ¿Has pasado frío esta mañana?

-No, no, yo solo... hem... estaba comiendo.

-¡Vaya, te he interrumpido la cena!

Qué va, me estaba poniendo gorda a base de galletas de chocolate.

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