Keiko me miraba desde el otro lado de la mesa, mientras yo estaba perdida en mis pensamientos, y tomándome la cuarta taza de té del día.
-Miyu... -miré a mi tía.- ¿Seguro que no quieres hablarlo?
-No tengo nada de qué hablar. -Le di el último sorbo a mi té, y me levanté de la mesa para dejar la taza en la cocina, pero me detuve a los pocos metros.- Y te agradecería que dejaras de intentar que hablemos del tema. Ya está, tía Kei. Se acabó, es fácil de entender.
-Pero Miyu, ¿cómo puedes... ser así?
-¿Así, cómo? -le pregunté, molesta.
-¿Por qué haces como si no te importara? ¿Por qué no admites simplemente que estás mal? Nadie te juzgaría por eso, es lo normal. Deja de intentar ser fuerte por una vez en tu vida, y admite que sufres. -Negué con la cabeza.
-Yo no sufro, ni por él ni por nadie.
Finalmente me fui del salón, dejé la taza en la cocina, y caminé hasta mi habitación. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Me senté en la silla del escritorio, cogí mis libros de psicología, y me puse a leer. No sé cuántas páginas llevaba leídas y subrayadas, pero me sorprendí a mí misma cuando vi lágrimas en las hojas. No sabía cuándo había pasado, pero la tristeza se apoderó de mí, y no lo pude aguantar. Me secaba los ojos con las mangas del jersey, pero no servía de nada. Al final me levanté y fui a mi cama para tumbarme. Cogí uno de mis cojines, me tapé la cara, y grité. Grité todo lo que pude, hasta agotarme y hacer que me doliera la garganta. Tenía que sacarlo todo, y cuanto antes, mejor.
Después de cenar, volví a mi habitación y busqué alguna película que pudiera entretenerme parte de la noche. Mientras buscaba, el móvil empezó a sonar. Miré el nombre.
Dios mío, lo que me faltaba.
-¿Cómo estás? -Me dijo Ji Ho cuando atendí.
-No quiero hablar -le contesté, seca. Tardó unos segundos en volver a hablar.
-Te llamaba por si querías salir un rato y hablar.
-No, no tengo ganas de salir y hablar contigo.
-Venga, quizás te siente bien despejarte un poco y hablar con alguien que no sea tu tía. Será solo un rato, y verás que consigo hacerte sonreír, aunque sea un poquito. Lo prometo.
¿Y desde cuándo te importa a ti si yo sonrío o no?
-Está bien, saldré.
-¿En una hora en el parque donde hicimos la sesión de fotos?
Acepté. No quería salir. No quería ver a Zico, y mucho menos hablar con él. Pero tal vez podía despejarme un poco.
Habla Zico.
Les dije a los chicos que había quedado con mi hermano, y ninguno preguntó nada. Bueno, excepto uno. Yu Kwon se acercó a mí mientras me ponía la chaqueta.
-Vas a verla, ¿verdad?
-Ahora ya soy libre de hacerlo, ¿no crees? -Yu Kwon me miraba serio.- Ya no están juntos, Yu Kwon. Puedo ir a verla cuando quiera.
-¿Tu amigo sufre y tú solo piensas en ella? ¿No crees que eres un maldito cabrón egoísta? -me acomodé la bufanda y caminé hasta la puerta, él me siguió.
-Sabes, yo no he sido quien la ha engañado, ni quien la ha hecho sufrir. Por favor, dime, ¿qué es lo que le he hecho yo a ella? Nada. ¿Y yo soy el maldito cabrón egoísta? Si él se ha rendido, es su problema, pero yo no voy a hacerlo.
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Her
FanfictionSeúl, Corea del Sur, 2013. Mi primer trabajo desde que estoy en la ciudad y llego tarde. Siento que si sigo pedaleando tan rápido mi bici se partirá en dos. En un momento de distracción, aunque anteriormente me aseguré que por esa larga calle no hab...