Capítulo 28

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Desperté y empecé a dar vueltas por mi cama. No quería salir, la noche anterior me había quedado hasta tarde viendo una película, y el cuerpo me pedía más horas de sueño. Pero, lamentablemente, era una adulta con responsabilidades, y me tocaba levantarme para ir a trabajar.

-¡Ah, cómo echo de menos ser una niña!

Aunque amaba el frío, ir en bici por la mañana a una temperatura bajísima no era el mejor momento del día para mí. Y la cosa empeoró, cuando al llegar a la peluquería, vi a un montón de reporteros y fotógrafos, que se giraron y corrieron hacia mí cuando se dieron cuenta de que había llegado. Yo me quedé helada (y nunca mejor dicho, llevaba un rato así), y no supe qué hacer. Al final decidí abrirme paso entre esas molestas personas, yo tenía que trabajar. Me hacían miles de preguntas, pero yo llevaba los auriculares, de modo que no podía oírlos, solo veía sus bocas moverse. Y todo iba bien, hasta que uno me sacó los auriculares, y pude oír perfectamente lo que me preguntaba.

-¿Cómo te sientes ahora que han salido a la luz fotos de Taeil con otra chica saliendo de un baño? -Me detuve, y fue cuando el reportero vio reflejado en mi cara que no sabía de qué me estaba hablando.- Oh, ¿no lo sabes?

-¿No has visto las fotos? -Preguntó una chica que había a un lado. Otro reportero me dio una revista del corazón, la misma en la que habíamos salido Taeil y yo hacía unos meses, con un gran titular.

"¿Ha descubierto Lee Taeil el mundo de la infidelidad?"

Sentí que mis manos temblaban, y empecé a negar con la cabeza.

-Esto no es verdad -decía mientras miraba la primera página de la revista-, esto no es verdad.

-¿Que no es verdad? -El reportero que me había sacado los auriculares cogió la revista de mis manos, y fue hasta la página en la que estaban el resto de las fotos.- ¿Es que no lo ves?

Supongo que una persona normal se habría puesto a llorar en semejante situación, pero yo no. Yo, básicamente, había descubierto que mi novio me era infiel, y además de la peor forma posible. Tiré la revista al suelo, cogí fuerte mi bici, y seguí caminando, hasta que por fin entré en la peluquería. Mi tía me miró al entrar, y puso cara de pena.

-Cariño... -calló, sin saber qué decirme. ¿Qué se dice en esos casos?

-¿Qué tengo que hacer? -Pregunté, sin devolverle la mirada. Mi tía se acercó a mí, y puso sus manos sobre mis hombros. Por suerte, solo había una mujer en la peluquería, y estaba esperando a que su tinte se secara, así que le dio igual que mi tía fuera a hablar conmigo.

-Miyu, no es necesario que... 

-Keiko, me has contratado para que trabajara aquí. Es mi deber como tu empleada. Así que, por favor, dime qué tengo que hacer.

Mi tía suspiró y se encogió de hombros.

-Te iba a decir que fueras a comprar unas cremas, pero no creo que sea una buena idea. Miyu, ve a casa.

-No. Si quieres cremas, yo iré y las compraré. -Ignorando mi propuesta, negó.

-Taeil me ha llamado. Me ha dicho que estuvo intentando contactar contigo desde hacía un rato, pero no cogías el teléfono. Está preocupado. Ve a casa, y habla con él en persona.

-Iba en la bici, no podía coger el móvil. Además, tengo que trabajar.

-¡Miyu! -llevó la vista a la gran ventana que había delante de la peluquería, y suspiró.- Mira, ya no hay nadie, ya tienen lo que querían. Pediré un taxi. -Cogí su brazo antes de que comenzara a caminar hasta el teléfono, y me sonrió.- Tú eres mi empleada, y yo tu jefa. Y yo, como jefa, te ordeno que vayas a casa. Así que, o haces lo que te digo, o te suspendo el sueldo durante unos días. -Solté su brazo.

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