Capítulo 4

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Taeil me llevaba de un lado hacia otro del centro de Seúl. Pasábamos por parques, callejones llenos de gatos a los que se acercaba e intentaba acariciar, pero salían huyendo. Parecía ofendido cada vez que salían corriendo, y eso me hacía reír, así que para que no se sintiera mal, yo intentaba tocarlos también, pero seguían huyendo. Soltaba alguna carcajada y seguíamos nuestro camino hacia ningún lugar en especial.

Pasamos por una cafetería, y entramos para tomar algo calentito, porque la verdad es que hacía bastante frío.

-Aquí hacen el mejor chocolate caliente de la ciudad, lo juro.

-Entonces pide dos, por favor.

No dejaba de sonreírme, parecía realmente feliz. Cuando trajeron las enormes tazas con chocolate, los dos nos calentamos las manos con ellas, y esperamos un poco para beber.

-¿Sabes por qué me gusta este chocolate? -me preguntó, y negué con la cabeza.- Porque pienso que todo el mundo es feliz cuando saborea el chocolate, entonces, por muy mal que pueda estar yo un día, siempre hago todo lo posible por venir aquí y comprarme chocolate caliente para llevar. A veces me siento bien después, y otras veces no, pero esto me ayuda. -Sonrió y se limpió la boca con una servilleta-. Eres la primera persona que traigo aquí, Miyu, y espero que te guste.

-Es el mejor chocolate que he probado en mi vida.

Se ilusionó cuando dije eso.

-¿De verdad lo piensas? -asentí.- ¡Uf, menos mal, temía que no te gustara!

Puse cara de pena y le miré.

-Pero ya me lo he acabado...

-No te preocupes, podremos venir otro día.

Al salir el frío nos volvió a envolver, pero pudimos soportarlo un poco más. Llevando un cuarto de hora caminando, ya no sentía una pizca de calor en mi cuerpo. Taeil vio cómo me frotaba las manos y se detuvo.

-¿Tienes frío?

-Un poco, pero no pasa nada, puedo seguir caminando.

Suspiró, se sacó la chaqueta, y me la puso sobre los hombros.

-No deberías salir sin abrigarte.

-No te preocupes, de verdad, pasarás frío tú.

Se rascó la cabeza y estuvo unos segundos pensando.

-¿Pero no se supone que el chico tiene que darle la chaqueta a la chica cuando tiene frío?

-No, eso es una tontería enorme.

-Entonces yo seré un tonto enorme.

Me sonrió y me cogió del brazo para que siguiéramos caminando bajo las luces del centro de Seúl. Esa noche había un montón de gente por la calle: parejas de todas las edades, familias, y personas que iban solas, perdidas en sus pensamientos.

-Es hermoso -dije, alzando la vista.

-¿El qué? -me preguntó, y levantó la cabeza también- ¿Te gustan las luces?

-Me encantan. En Japón también empiezan a ponerlas por estas fechas, pero no son tan bonitas.

-Tal vez las luces son iguales, pero tú las ves de otra forma.

Le miré, confusa, y él siguió hablando.

-Yo creo que si vas a un lugar, por mucho que te guste, llega un momento en el que es siempre igual. Pero, si un día vas con alguien con quien nunca habías ido, te parecerá que ese lugar es diferente. Tal vez sus luces brillen más, tal vez el chocolate huela mucho mejor, y tal vez la Luna sea más grande.

También ha pensado en la Luna.

Sentía que mi corazón se aceleraba, y mi mente se llenaba de preguntas que quería hacerle, pero sentí que no era el momento.

-Siempre que pasaba por aquí estaba con mi familia, y no parábamos a mirarlo todo detenidamente.

-Hay cosas que no pueden verse a simple vista; pero si te acercas un poco -me miró a los ojos y se acercó a mí-, verás que son más bonitas de lo que creías.

Estábamos a pocos centímetros, y me daba vueltas la cabeza. Pensé en lo que podía pasar, pero también en que quizás iba todo demasiado rápido. Taeil me sonrió y me dio en la frente con un dedo.

-Vamos, sigamos caminando un poco más.

En ese momento volví en mí y sonreí. Sí, así era mejor.

Pasamos por tiendas y nos deteníamos ante algunos escaparates si veíamos algo que nos gustaba. La mayoría de las veces eran tiendas de juguetes o de discos. Él me contaba cómo se metió en el mundo de la música y yo cómo decidí estudiar psicología.

-Pero no lo entiendo, Miyu, ¿por qué decidiste dejarlo?

-Bueno, no lo he dejado, me he dado un tiempo de descanso. El año pasado me sentía bastante frustrada,me pasaron muchas cosas y pensé que no podría con todo. Así que me esforcé por sacar las mejores notas posibles, y al acabar el curso no volví a matricularme. Necesitaba un descanso, y durante ese tiempo no quería quedarme en Japón. Y en fin, aquí me ves, en Seúl.

-Supongo que de no ser así, no te habría conocido. No estoy diciendo que me alegre de que hayas dejado tus estudios un año, pero tampoco me preocupa.

Seguimos caminando y hablando de todo lo que se nos ocurría. Desde cómo eran nuestras familias, a qué comidas nos gustaban más y por qué.

Llevábamos casi una hora caminando, cuando me llevó a un parque que estaba algo apartado de las calles principales, con una fuente en el centro. Nos sentamos en uno de los bancos que estaban en frente.

-¿Ya te has cansado? -le pregunté.

Me sonrió y negó con la cabeza.

-Si te lo muestro todo ahora, no tendré otra excusa para verte, así que me guardaré algunos lugares para otro día.

-¿Para cuándo?

Al preguntarle eso me arrepentí al momento. Supuse que había sonado algo lanzado y no era mi intención.

-Uuum... mañana no podrá ser, tengo una entrevista con el resto del grupo. ¿Pasado mañana?

-Claro, me parece bien.

Me sonrió y seguimos hablando. Un rato después le dije que quizás ya era hora de irnos, y se ofreció a acompañarme a casa, y aunque le dije varias veces que no era necesario, no me escuchó. El camino con él se me hizo más corto de lo que quería.

-¿Es aquí? -levantó la vista y observó el edificio.

-Sí, tercera planta, con vistas bonitas.

-¿Qué puerta? -me preguntó.

-La sexta, ¿por?

-Oh, curiosidad.

Nos despedimos, y para cuando llegué, mi tía ya estaba acostada. Así que fui directo a mi habitación y me tiré sobre la cama. La verdad es que estaba cansada, tenía hambre y...

-¡La chaqueta! -me di la vuelta y busqué mi móvil- ¡Qué pedazo de idiota soy, me he llevado su chaqueta!

Al desbloquearlo, me llegó un mensaje.

"Buenas noches, Miyu. Lo he pasado muy bien contigo, y me alegra que pronto nos volveremos a ver. ¡Cuida bien de mi chaqueta!"


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