Capítulo 17

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Como yo estaba en la ducha, y además de fondo tenía a BigBang, no me enteré de que el timbre había sonado, ni de que mi tía estaba hablando con otra persona. Pensé en arreglarme un poco ya que Taeil vendría esa tarde, así que me metí a la ducha una hora antes. Al salir, cogí el albornoz y, mientras me secaba, cogí la ropa que había llevado al baño para ponérmela, pero me di cuenta de que algo faltaba. Salí al pasillo y me puse a buscar por el suelo, pero nada. En mi habitación tampoco. Me encogí de hombros y caminé hacia el salón, mientras iba tarareando "Fantastic Baby".

Cuando entré al salón, me estaba frotando los ojos con una manga del albornoz, por eso no me di cuenta de que con mi tía había alguien más.

-Tía Kei, ¿has visto mis bragas neg... -paré de golpe al verlo.

-Eh, hum... Miyu... -dijo mi tía- deberías vestirte, tienes visita.

Me puse roja, igual que Taeil.

-Ho-hola -me dijo, levantando una mano.

Yo bajé la mirada y me di cuenta de que en la parte del pecho llevaba el albornoz algo suelto, y aunque no se llegaba a ver todo, poco dejaba para la imaginación.

-Yo... yo... -balbuceé-... yo estoy buscando mis bragas negras -me arrepentí al instante de decir eso. Pero mi sentido común me había abandonado, y solo pude decir la verdad.

Me cago en la puta.

Taeil se ahogó con el té que se estaba tomando, y mi tía le pasó unas servilletas.

-Aaayyy -fue lo último que salió de mí antes de huir hasta mi habitación y cerrar la puerta de golpe. 

Me tiré en la cama y empecé a maldecir a todos los dioses que la gente decía que existían.



Habla Taeil.

Tranquiliza esas hormonas, Taeil. 

Fue verla aparecer media mojada y solo tapada por un albornoz morado y algo dentro de mí se encendió. Ya me había dicho a mí mismo que no debía verla de esa forma mientras iba hacia su casa, pero no me esperaba eso. No quería aceptarlo, pero ver ese espacio abierto entre sus pechos me gustó bastante. Lamenté en ese momento que su tía estuviera ahí, porque de no ser así, posiblemente me hubiera puesto de pie y habría ido hacia ella. ¿El albornoz? Abierto, por supuesto. Pero no, no, no, no, me quería quitar todo eso de la cabeza. Llevábamos poco tiempo (muy poco, de hecho) como para hacer esas cosas. Yo tenía que ser paciente y estar feliz con mi novia sin necesidad de albornoces abiertos ni pantalones, en fin, vete tú a saber dónde. 

Cuando Miyu se fue a su habitación, su tía me miró sonriendo. 

-Mi sobrina es especial, no la juzgues por esto.

-Oh, no, para nada, ha estado... bien -enarcó una ceja y soltó una carcajada.- ¡Oh! No estoy diciendo que me haya gustado, no, es solo que, claro, yo...

-Tranquilo, tranquilo -me decía entre risas-, es normal que te haya gustado. 

-Pero tampoco he dicho yo eso...

-Escúchame, no te preocupes. Es normal que eso te haya parecido interesante. Eh, que no soy tan mayor como creéis... -se cruzó de brazos.- Es más, les llevo dos o tres años a algunos integrantes de... hum... ¿cómo era? Ah, sí, Super Junior. Así que, tú tranquilo.

Diez minutos después Miyu apareció, esta vez vestida. Noté sus nervios en su forma de actuar al principio, aunque poco a poco pareció relajarse. Su tía se disculpó y nos dijo que iba a salir un rato, que tenía que hacer la compra, y me guiñó el ojo antes de irse. Cuando cerró la puerta, Miyu suspiró.

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