Keiko se fue el día veintitrés por la tarde, y esa noche vino Taeil a dormir, ya que el veinticuatro tendría que irse de la ciudad para estar con su familia. Sería nuestra última noche juntos hasta pasados unos días.
Antes de que viniera, entré al baño para ducharme, y estando ya desnuda, me miré en el espejo. No quedaban marcas de la última vez que Taeil estuvo conmigo. Suspiré.
-Hoy me he alimentado bien, espero que eso haga que no acabe tan hecha polvo cuando acabe. Si todos los vírgenes coreanos son tan... potentes, mucho he tardado yo en mudarme aquí. -Me dije a mi misma, me encogí de hombros y entré a la ducha. En realidad, tenía que admitir que tenía ganas de otra ronda, y mucho más sabiendo que no había posibilidad alguna de que pudieran interrumpirnos.
Eran las ocho cuando el telefonillo sonó, yo estaba acostada en el sofá viendo una película americana bastante buena, pero al oírlo di un salto y corrí hasta él. Abrí a Taeil y lo esperé con la puerta abierta. Al salir del ascensor me sonrió y vino hacia mí.
-¿Tu tía sigue aquí? -me preguntó mientras entraba, a lo que yo negué con la cabeza- Entonces perfecto -cerró la puerta de golpe, me cogió de la cintura y me apoyó en ella. Mi cara tuvo que hacerle gracia, porque se empezó a reír antes de comenzar a besarme.- Tú no sabes las ganas que tenía yo de verte -me dijo mientras me besaba.
Vienes ya caliente de casa, comprendo.
La cosa se empezó a poner más interesante para mí en el momento en el que se sacó la sudadera azul oscuro que llevaba, porque junto a ella salió la camiseta. Volví a admirar su perfecto pecho tatuado, al igual que sus brazos, que me sostenían firmes. Taeil no me daba tiempo a sacarme nada, ya lo estaba haciendo él. Podía notar un punto de desesperación en su forma de actuar, como si la espera pudiera matarlo, y necesitara tenerlo todo pronto. Como si el hambre por mi cuerpo se estuviera apoderando de él. No tardé en comprender que en comparación con lo que se acercaba, la vez anterior no fue nada. Da igual qué parte de mi cuerpo descubriera al sacarme la ropa, era algo que tenía que lamer o morder. Cuando de la cintura para arriba yo ya no tenía nada, bajé la cabeza para ver cómo me estaba dejando. Había alguna que otra parte con un leve tono morado. Me estaba divirtiendo mucho. Claro que, estando de pie, no se me ocurrió pensar que él seguiría bajando. Lo cogí del pelo cuando él se puso de rodillas y me desabrochó el pantalón. Levantó la cabeza y me sonrió.
-¿Qué vas a hacer? -le pregunté, algo avergonzada.
-¿Tú qué crees que voy a hacer? -me contestó, con una sonrisa pícara. Estando ya mis pantalones desabrochados, los cogió por los lados y tiró hacia abajo, dejándolos por mis rodillas. Me cogió una pierna y la levantó un poco para que el pantalón siguiera bajando, hasta al final dejarme solo en bragas. Pensé que en ese momento se levantaría, pero no, él seguía de rodillas, y lo único que levantó fue la cabeza para mirarme.
El calor que sentía me confundía la cabeza, pensaba que sabía lo que iba a hacer, pero no estaba segura de que fuera así... Hasta que sentí algo húmedo en mi parte más íntima. Me tapé la boca con la mano y eché la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda. Oí cómo se reía. Era la primera vez que me hacían algo así estando yo de pie, y también fue la vez en la que más lo disfruté. Con una mano me sujetaba a su cabeza, y con la otra a la puerta. Cuando mis piernas empezaron a temblar, me fui deslizando hacia abajo, y Taeil se apartó haciéndome lugar. Le di un empujón, haciendo que esta vez fuera él el que apoyara la espalda contra la pared, y aún estando los dos en el suelo, me senté sobre él. Mientras le besaba, jugueteaba con su pelo, enredándolo entre mis dedos. Después, saqué una mano de su cabello y la llevé a un lado de su cuello, haciendo que apartara un poco la cabeza, y empecé a morderlo igual que me había hecho él, aunque creo que lo hice un poco más fuerte, asegurándome de dejarle marcas. Cuando acabé con su cuello, me senté un poco más atrás en sus piernas, para tener espacio para sacarle los bóxers que llevaba. Teniéndolo ya desnudo, volví a hacer lo que hice la primera vez, sentarme sobre él, siendo yo la que se movía. Sabía que lo estaba pasando bien por cómo gemía, y no podía evitar sonreírle cuando se mordía el labio inferior. Pasados unos minutos así, me detuvo y me besó.
-Me toca -me susurró.
Me tiró hacia atrás y me acostó en el suelo, que en esa parte ya no estaba frío. Se estiró sobre mí para poder seguir besándome, aunque en ese momento prefería otra cosa, y como siempre que parecía que podía leerme la mente, volvió a penetrarme. Había tenido razón, si la vez anterior me había parecido que se movía fuerte, esa vez se había superado. Los gemidos salían de mí a un volumen alto, de nada me servía intentar callarlos. Él sonreía cada vez que me escuchaba. Pasado un rato así, tuvimos el primer orgasmo de la noche. Cuando él se detuvo, se tumbó en el suelo a mi lado.
-Yo me acababa de duchar -le dije, intentando parecer enfadada. Taeil pasó una mano por mi mejilla, y se alzó un poco para mirarme a los ojos.
-Así estás mucho más guapa -me dijo, y me besó.
El resto de la noche lo gastamos en cenar, pasarlo bien en el sofá de todas las formas que conocíamos, y cuando ya no podíamos más, acostarnos en la cama. Taeil me abrazó antes de que nos durmiéramos, estando ya tumbados.
-Miyu -me dijo mientras yo le acariciaba la frente.
-Dime.
-Te quiero.
Me detuve al oírlo, y le miré a los ojos. Me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Me dio un beso suave, y ya los dos con los ojos cerrados, nos dormimos.
El día siguiente pasó bastante rápido. Taeil y yo nos levantamos tarde, y él se fue después de almorzar. En el momento en el que cerré la puerta, me di cuenta de que tendría la casa para mí sola durante un par de días. Nadie vendría a verme, ni yo tenía ningún lugar al que ir, así que simplemente limpié un poco lo que Taeil y yo habíamos ensuciado, me duché, me puse un pijama limpio, y me senté en el sofá a ver películas de terror que tenía en DVD. Me había asegurado de tener los armarios de la cocina llenos de palomitas de microondas, galletas de distintos sabores y formas, y paquetes y cubos de ramen. Para todos sería una noche familiar, pero para mí era una noche de sofá y ramen.
Estaba riéndome por las tonterías que hacían en un programa de la televisión, cuando sonó el timbre. Lo primero que pensé fue que sería un vecino, ya que el telefonillo no había sonado. Me levanté del sofá y fui hacia la puerta, y abrí sin fijarme por la mirilla quién era, por eso me sorprendí tanto al verlo.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté.
-No quería que estuvieras sola esta noche.
Estuve unos segundos pensando en si sería producto de mi imaginación. Tal vez el ramen que me había comido estaba caducado, o algo así. Pero no, estaba ahí, sonriendo, esperando a que lo dejara pasar.
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Her
FanfictionSeúl, Corea del Sur, 2013. Mi primer trabajo desde que estoy en la ciudad y llego tarde. Siento que si sigo pedaleando tan rápido mi bici se partirá en dos. En un momento de distracción, aunque anteriormente me aseguré que por esa larga calle no hab...