Capitulo 17: Lo que sentimos

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- No puedo creer que tu padre haya aceptado eso - dijo Maxi acomodándose en el sillón.

Se encontraban todos acomodados en el living del departamento de Julián. Asombrados por lo que les acababa de contar Oriana.

- Yo menos. - Peter tomo su cabeza confundido. Oriana se apoyó en su hombro. - No me imagino lo enojada que debe estar mama.

- Creo que está decepcionada más que enojada. - respondió y miro a Julián, recordando lo que le había dicho en el camino de vuelta a el departamento.

- No voy a dejar que mi hermano te toque un pelo Ori, podes contar con nosotros. - Oriana esbozo una pequeña sonrisa. Y todos asintieron de acuerdo con las palabras de Jenny.

- Creo que va a ser mejor que vayamos pidiendo las pizzas, ¿Para cambiar un poco los aires no? - dijo Agus, todos rieron.

(...)

Jenny se fue con Pablo, Mariel y Eliseo a compras las pizzas para tardar menos. Peter acompaño a Julia a recostarse ya que no se sentía del todo bien. Agus, Maxi y Julián veían que película elegir. Estaban decidiendo entre las de Harry Potter o Star Wars.

Oriana los veía desde el la barra que separaba la cocina del living y sonreía viendo cómo se peleaban.

- ¡Es obvio que Star Wars es mejor Julián! - dijo Agustín y Maxi asintió enojado.

- A la mitad de la segunda ya me dormí... - Oriana rio y los tres se voltearon por un segundo y luego volvieron a la discusión - Harry Potter tiene más acción. Aparte Emma Watson esta re buena.

Oriana frunció el ceño. Y se puso roja por un segundo. Tomo un vaso de vidrio de la alacena, lo lleno con jugo de naranja y le añadió vodka que había en la barra, junto a las botellas de alcohol que Julián coleccionaba pero nunca tomaba. Tomo un sorbo y se relajó.

Narra Oriana:

- ¿No crees que ayer tuviste suficiente? - me exalte asustada, di la vuelta y Julián estaba mirándome seriamente.

Nunca es suficiente para olvidar todos los problemas. Los problemas desaparecen por un rato, pero siempre vuelven. Como un boomerang, que va y viene todo el puto día.

- Es un vaso -le respondí, lo mire fijamente por un segundo y luego camine hacia el living pero él me impidió el paso tomándome de la cintura. - Julián, ¿Qué haces? - lo mire confundida y el me soltó nervioso provocando una incómoda situación.

- Hablemos - soltó, comencé a sentir un calor subir por todo mi cuerpo.

¿Va a hablar de lo que le dije?

Mi estúpida cabeza asintió, y mis piernas temblaron. Me tomo de la mano y nos dirigimos hacia el estudio ya que en su cuarto estaban Peter y Julia.

- ¿De qué queres hablar? - pregunte inocentemente, sabía perfectamente el tema de conversación. Todavía había una pequeña chance de que sea otra cosa.

- De ayer - agache mi cabeza maldiciendo a todo lo que se me cruzaba por la mente.

- ¿No hablamos mucho ya sobre eso? - tome un último sorbo de mi bebida y la abandone en el escritorio. - No me siento cómoda.

- ¿Por qué me dijiste eso Oriana? - se acercó y yo lo mire a los ojos. Esos ojos miel que había extrañado cuatro largos años.

- No se dé qué hablas - mentí y me aleje de él acercándome a las librerías a pocos metros nuestros. Deseaba tanto que se olvide de esas palabras que salieron de mi boca en el momento inadecuado.

Julián se volvió a acercar dejándome entre su respiración y la pared llena de libros. Paso delicadamente sus manos sobre mi cintura. Sentía que estaba nervioso. Lo cual me provocaba nervios a mí también.

- ¿Qué estamos haciendo Oriana? - me pregunto agachando su cabeza. - Esto está mal.

Comenzó a alejarse, pero tome su cuello rompiendo los pocos centímetros que nos alejaban. Sus húmedos labios tocaban mi piel. Y lo necesitaba tanto. Mis dedos se entrelazaron en su cabello lentamente y cada vez nuestros cuerpos se unían más. Julián se separó un instante para tomar un largo respiro, nuestros ojos se conectaron y solté una pequeña risa.

- Estamos haciendo lo que sentimos - le respondí y mis mejillas se enrojecieron.

Sentía que los nervios recorrían todo mi cuerpo, el me regalo una de sus hermosas sonrisas, acaricio mi rostro y nos volvimos a unir, esta vez en un beso más apasionado, me tomo en sus brazos y me apoyo delicadamente sobre el escritorio. Nuestras lenguas jugaban ya no tan tímidamente. Julián pasó su mano debajo de mi remera, acariciando mi piel de manera suave. Sus manos me hacían sentir como si no hubiera nada horrible en el mundo, como si este momento estuviera hecho solamente para nosotros dos. Olvide todos mis problemas y me deje llevar.

Por primera vez luego de tanto tiempo estaba feliz.




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