Capitulo 27: Las no vacaciones

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Francisco retrocedió unos pasos por el asombro.

- Hola – comento tranquilo – ¿Qué haces acá? – dijo mirando a su padre y luego a Osvaldo.

- Creo que tenemos que dejarlos solos. – dijo Osvaldo mirando hacia Felipe, el cual asintió y se dirigió a la puerta seguido de Rick y el botones que había dejado las valijas a un costado de la puerta. Francisco seguía mirando a Oriana asombrado. – A las nueve nos juntamos todos a comer. – grito desde el otro lado del departamento.

El departamento permaneció unos segundos en silencio y Oriana volvió hacia el deck para acomodarse sobre el camastro nuevamente. Estaba totalmente relajada. Sabía que si no hubiera tomado esas pastillas estaría gritando por todo el hotel.

- No puedo creer que hayas aceptado – dijo Francisco mirando hacia el mar. Su pelo había crecido un poco y su bronceado no le sentaba para nada mal. – después de todo...

- ¿Después de todo qué? ¿De dejar embarazada a una chica? ¿De escaparte a un lugar paradisiaco para seguir con tu juego de una chica por noche? – soltó Oriana. Había retenido esas palabras desde el momento uno en que sabía que se metía en todo este juego. – Ya no soy esa chica Francisco, me abriste los ojos al mundo de mierda en el que vivo. – Francisco dirigió su mirada hacia Oriana y agacho su cabeza.

- Yo quiero que todo vuelva a ser como antes – dijo en voz baja, Oriana soltó una risa y sacudió su cabeza.

- Nada es como antes – se levantó del camastro y ahora estaban frente a frente. – Francisco, dejaste a una chica embarazada, ¿Vas a ser papa entendes? No podes cambiar toda la mierda que provocaste.

- Yo también cambie – tomo la mano de Oriana, pero Oriana retrocedió unos pasos recordando todo una vez más. – voy a cambiar si me das esta segunda oportunidad.

- Si yo acepte esto es solamente para ayudar a mi papa. Lo que vos sientas me importa una puta mierda.

Oriana abandono el departamento llevando su celular y una caja de cigarrillos con ella. Francisco se mantuvo en la misma posición. Sacudió su cabeza y volvió a su vida de niño rico.

Narra Oriana:

Sentía como toda la mierda que había abandonado tiempo atrás volvía. Para volver a atormentarme.

¿Porque todo tiene que ser tan difícil?

¿Por qué tengo que ser la chica feliz todo el puto tiempo?

Lo único que quiero es correr y desaparecer en este lugar para vivir sola y feliz por siempre.

(...)

Los siguientes cinco días fueron un completo infierno. Todavía no logro entender si nadie me responde los mensajes y llamados en Buenos Aires porque no hay suficiente señal o por que las imágenes de la "Fogosa reconciliación" salieron a la luz.

Felipe contrato un estúpido fotógrafo que se hace pasar por paparazzi filtrando fotos infraganti de Francisco y yo... totalmente ridículo.

"Un beso sería perfecto para la cámara"

"Un poco más a la izquierda por que no se ve la cara de Francisco"

"Toma su cintura"

Si vuelvo a escuchar la voz de este hombre procuro tirarme al mar y nadar hasta quedar inconsciente. La única salida que me quedaba eran los calmantes, pero ya había tomado tantos que realmente no estaban causando muchos efectos. Se podría decir que ni siquiera mil calmantes bastan para sacarme de la cabeza la voz de Felipe, mi padre y Francisco.

Me acomode sobre una pequeña hamaca de red y comencé a hamacarme mientras fumaba un cigarrillo. Gire mi cabeza para sentir el sol sobre mi cara.

Me sentía en la típica escena de película en la que la chica sola y triste miraba a las parejas y familias felices. Y de repente aparecía su príncipe azul para salvarla. Solamente que el mío está a kilómetros de distancia y seguramente está siendo feliz con su nueva y hermosa novia.

Sentí una mano sobre mi hombro y me di la vuelta para rodear mis ojos.

- La están buscando señorita Oriana – dijo Rick mientras me miraba con cara de enojado.

- No quiero ser encontrada Rick – le conteste mientras le di una pitada larga a mi cigarrillo y lo arrojaba a la arena sin importancia. Rick me dio una mirada comprensiva y largo un suspiro.

- Por favor señorita, tiene que acompañarme.

- Ok – le respondí fastidiada.

Me levante de mi asiento y Rick me acompaño a el departamento nuevamente. Sobre la cama había un vestido corto al vuelo.

- Es un regalo de Francisco – me dijo Rick mientras tenía el vestido en mis manos.

- ¿Dónde está el? – Rick levanto sus hombros y yo rodee los ojos – No entiendo como pude aceptar esto.

- Te esperan dentro de media hora para cenar – Rick miraba su reloj, asentí y entre al baño.

La ducha logro relajarme lo suficiente para aceptar que todo había cambiado. Y que de algún modo u otro esta es la única forma en la cual puedo alejarme de Julian. Después de todo no me molestaría despejar todos mis problemas en Francisco, ya que notablemente no le importo un bledo.

Salí del baño maquillada y con el vestido puesto. Por lo menos recordaba mi talla y mis gustos en ropa.

- Estoy lista – Rick me esbozo una sonrisa.

Este chico me cae bastante bien. Por lo menos es el único que está conmigo todo el tiempo. Aunque ese sea su trabajo.

- Vamos entonces. – abrió la puerta para darme el paso y comenzamos a caminar hacia el restaurant.



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