Capitulo 43: Un solo trago

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La fiesta había comenzado hace media hora, todavía no había rastros de Julian, ni siquiera de su novia. Tampoco habían llegado Margo y Felipe, lo cual por parte me agradaba, ya que le daba más tiempo a Francisco de pasar un buen rato con su hijo.

Los invitados se acercaban a mí y me saludaban, me dejaban un regalo y hacían las típicas preguntas estúpidas. ¿Cómo te fue en tu viaje a la playa? ¿Y tus padres? Creo que odio más a los parientes que no veo hace siglos que a los fotógrafos. Hablando de ellos, no habían aparecido a molestar como lo hacían usualmente, así que supongo que encontraron una historia de amor más interesante que la nuestra. Sinceramente prefiero que no asomen las narices, porque hasta ahora esta todo bastante bien y tengo un constante miedo dentro mío de que las cosas se arruinen en un cerrar de ojos.

Miraba toda la fiesta desde lejos, mis amigas y sus novios, Peter y Julia enamorados cuidando a Olivia, Agus y Maxi coqueteando con algunas amigas de la facultad, tan típicos como siempre. Mis padres felices hablando con todos los familiares que no veían hace tiempo. Lo miraba todo de lejos y yo no estaba en el cuadro. ¿Qué hubiera pasado si yo no despertaba? La vida iba a seguir sin mí y de eso no tenía ninguna duda. ¿Pero me extrañarían?

- Oriana – Francisco me aparto de los pensamientos, lo mire algo confundida pero después sonreí - ¿Pasa algo?

- Nada – volví a sonreír y tome un sorbo de la gaseosa que tenía en mi mano. Un buen trago me haría dejar de pensar tantas estupideces.

- Hable con Lola – comento alegre.

- ¿Y? – si había algo que quería en ese momento era que Francisco digiera que todo iba a estar bien entre ellos y su hijo, que iban a ser felices. Por lo menos alguien lo seria.

- Me dijo que no va a ser fácil olvidar todo lo que le hice, y lo entiendo. – agacho por un momento su cabeza pero después se recompuso – Toda la mierda que provoque

- Fue pasado – dije interrumpiéndolo – y ya no sos la misma persona – apoye una mano en su pecho y el me regalo una sonrisa – enamórala, y hacele entender que queres estar con ella por el resto de tu vida.

- Gracias – nos dimos un largo abrazo cuando me soltó volvió a decirlo.

Volvió a la fiesta y yo continúe mirando todo desde lejos. Dos personas se habían incorporado al grupo de baile, me alegre por una milésima de segundo, pero los nervios atacaron todo mi sistema y mis ganas de salir corriendo se reprimían por mi corazón, el cual sabía que era lo correcto. Acomode mi vestido blanco y me imagine a mí misma en una playa paradisiaca, pero esta vez sin alcohol.

Sos una chica feliz, es tu cumpleaños y le vas a decir la verdad a Julian. Era lo único que repetí una y otra vez en mi mente mientras me acercaba más y más a mi grupo de amigas. Si había algo que sabía hacer era llamar la atención y este chico me iba a escuchar.

- ¿Cómo la están pasando? – dije animada apoyando mi mano en el hombro de Peter. Todos se sorprendieron por mi estado de ánimo. Realmente me estaba costando mantener el puto personaje.

- Mejor que vos no creo – comento riendo Peter mientras me abrazaba. - ¿Viste a mama con Olivia? Está haciendo voces y caras raras – susurro a mi odio, moví mi vista por un segundo a verla y comencé a reír con Peter, mi mama amaba a los bebes, pero sus caras eran un show de comedia por el que pagaría mil veces.

Volví mi vista al grupo y Julian me estaba mirando fijamente mientras bailaba, no sé si fueron los nervios que me causo verlo a los ojos o los malditos tacos que apretaban mis pies, pero sentí como mis piernas se dormían. Agache mi mirada y mis mejillas se volvieron totalmente rojas. Bailamos todos en grupo un rato largo y pude notar la mirada de Julian varias veces sobre mí aunque no le lleve el apunte, todos se quedaron quietos un segundo cuando Jenny me tomo desprevenida por el hombro y me llevo a un lugar alejado de la pista de baile.

Dame tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora