Capitulo 42: Llego el día (2/3)

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El día había llegado. Ya estaba todo preparándose en el jardín y los meseros estaban llegando en unos cinco minutos. Mis amigas vinieron a eso de las doce para prepararse en casa todas juntas, y además vino Peter para ayudar en todo lo que pueda. La casa era un mar de gente, de acá para allá, faltaban ocho horas para que empezara todo y todavía faltaba armar todo el catering y los livings en el exterior.

- No vamos a llegar – le dije a Jenny mirando el jardín desde mi cuarto.

- No seas exagerada Oriana, falta demasiado – se acomodó los aretes y dejo los tacones de nueve centímetros a un lado.

- Ese estúpido se mueve demasiado lento – señale a un chico que descargaba las cajas llenas de bebidas – ah, es Peter – comencé a reír y Jenny rodeo sus ojos.

- Los nervios te ponen más tonta de lo común – dijo pasando su rimmel una y otra vez por sus largas pestañas. - ¿Bajamos? – asentí y las dos fuimos a la planta baja.

La cocina estaba casi inhabitable, había tres chefs preparando la comida para ciento cincuenta invitados, no son muchos pero hacer tres canapés por persona lleva tiempo y ocupa bastante espacio.

Fui al jardín y me encontré con Julia y Mariel entreteniendo a Olivia la cual jugaba con cualquier cosa que tenga a su alcance, verla chupar el sonajero ya era un show para las cuatro. Todas aplaudíamos y gritábamos cuando su boquita formaba una pequeña sonrisa.

- ¿Ustedes no ayudan? – dijo Peter sosteniendo una caja de fernet la cual me tentaba demasiado.

- Somos niñeras – respondió Julia con una sonrisa.

- Están seguras que una beba de un mes necesita cuatro niñeras – rodeo sus ojos cuando noto que ninguna le prestaba atención y volvió a su trabajo.

Un rato después me acerque a Francisco que estaba constantemente fijándose por la mirilla de la puerta principal, se suponía que Lola iba a venir algo más temprano para que puedan hablar en privado antes de la fiesta. Pero todavía no había dado señales.

- ¿Estas nervioso? – se sobresaltó un poco por mi aparición pero después asintió – Es normal, va a salir todo bien.

- Creo que no le compre suficientes juguetes – dijo algo enojado.

- Le compraste ocho mil pesos en juguetes a un bebe de un mes y medio Fran – sonrió de lado algo avergonzado – es suficiente.

El timbre sonó y Francisco me miro preocupado buscando algún movimiento en mí, reí por como estaba, nunca lo había visto así de nervioso, no podía dejar su pie quieto por un segundo.

- Tranquilo, yo abro – fui hasta la puerta y Francisco se escondía atrás mío como un nene atrás de las piernas de su madre.

La puerta se abrió y Lola estaba detrás con un bebe muy pequeño en brazos, creo que pesa menos de tres kilos y su cabecita ocupa menos que mi mano. Lola por otra parte era una mujer totalmente diferente, sus ojos estaban cansados y no llevaba ni una gota de maquillaje, algo raro de ella. Las raíces de su pelo negro ya habían tapado por completo el rubio que llevaba. Creo que estos meses que no estuve muchas cosas cambiaron.

- Hola – dijo Lola mirándome a los ojos. Pude notar que también se encontraba nerviosa.

No es algo normal ir a la fiesta de tu ex–enemiga para encontrarte con tu ex amante para que conozca a su hijo.

- Hola – dije con una sonrisa. – Pasa – continúe tomando el bolso de su mano invitándola a pasar.

- Hola – Francisco salió de mi espalda y se acercó a ella con lágrimas en sus ojos – es tan pequeño. – se acercó al bebe lentamente y acaricio su manito.

- Es prematuro – dijo Lola mientras lo mostraba feliz. Supongo que necesitaba más que nada este momento. – se llama Facundo.

- Igual que mi abuelo – Francisco no podía dejar de soltar lágrimas. Lola asintió con una sonrisa, por un lado se la veía feliz, pero por el otro tenía miedo de lo que pueda pasar.

– Oriana, recibí la invitación, pero realmente no tuve tiempo para comprarme nada, lo lamento. – dijo llamando mi atención, la ternura de ese mini bebe me cegó.

- No es problema – dije con una sonrisa y una idea se vino a mi mente. – Porque no dejamos a Francisco que le muestre todos los regalos a Facundo y yo te llevo a mi cuarto, seguro vas a encontrar algo que te guste.

Lola miro asustada a Francisco y el me miro a mi sin saber qué hacer. Abro mis ojos para que reaccione y tomo delicadamente a Facundo en sus brazos. Sonreí feliz con la escena y camine hasta las escaleras. Lola se quedó por un momento mirando a los dos y después le dio un beso en la frente al bebe, me siguió por las escaleras y subimos a mi cuarto.

- ¿Viniste en taxi? – pregunte sacando un tema de conversación mientras buscaba un vestido que vaya con la ocasión.

- No, vine en colectivo – la mire por un momento confundida.

- ¿Eso no le hace mal a los bebes?

- Supongo, pero no tengo auto y mi mama trabajaba. Era la única forma. – Supongo que cuando tenía la panza Lola era el centro de atención pero ahora que necesitaba ayuda todo el mundo se lavaron las manos y desaparecieron de su lado. No entiendo como no abrí los ojos antes para ayudarla.

- Tendrías que habernos llamado, en realidad no me aguante y le conté a Francisco hace tres días que venias, y esta desde ese momento preocupado preguntándose si al bebe le gusta más el azul o el verde. – Lola soltó una risa pero después se calló como si hubiera hecho algo incorrecto. Me acerque a ella con una sonrisa tratando de calmarla – Lola, enserio va a estar todo bien, aunque no lo sepas Francisco cambio y yo también, ya no me va el juego de ser enemigas. Solamente quiero darte la ayuda que nadie te dio en estos diez meses.

Lola rompió en llanto y me abrazo fuerte, le devolví el abrazo. Estaba soltando toda la angustia y cansancio que tenía acumulado desde hace tanto tiempo. Y nunca pensé que lo iba a hacer conmigo. Todo es demasiado raro y rápido, en un segundo Lola era mi amiga y en otro Francisco estaba abajo conociendo a su hijo recién nacido.

- Gracias – dijo con lágrimas en sus ojos. – todo esto es tan raro para mí, ser mama a los diecinueve, siento que no voy a poder darle todo lo que el necesita.

- Quédate tranquila porque lo que necesite ese bebe lo va a tener. Por más que no le haya tocado el abuelo más bueno del mundo, me voy a asegurar de que nada malo le pase. – Sonreí y encontré un vestido perfecto – Somos de la misma talla, así que supongo que no va a haber problema. Te esperamos abajo – le entregue el vestido y baje las escaleras.

Francisco estaba sentado en el living con Jenny, la cual estaba llenando de besos al bebe.

- No puedo creer lo que estoy viendo – dije con una sonrisa, los dos me miraron y se empezaron a reír – es un milagro del cumpleaños de Oriana. – Hace años que no veo a Francisco y a Jenny en la misma habitación sin estar peleando.

- ¿Y Lola? – pregunto Francisco parándose.

- Tranquilo – dije con una sonrisa – le di un vestido y deje que se maquillara y cambiara tranquila. – Realmente le importaba, y mucho. Asintió y se volvió a sentar. - ¿Qué hora es a todo esto? – Jenny miro su celular por un momento.

- Faltan media hora para que empiecen a llegar los invitados, afuera está todo listo – dijo mientras le enseñaba el auto de juguete al bebe.

Mis nervios se intensificaron, no por la fiesta o Francisco o Lola. Si no por Julian, estaba decidida a hablar con él esta noche y no se me iba a escapar.


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