Me desperté algo molesta ya que Francisco no dejaba de moverse del otro lado de la cama. Había salido del hospital hace ya dos días, los cuales fueron una completa locura de cajas y valijas.
Mi nuevo hogar era una gran casa de tres plantas con seis habitaciones y mucho jardín como al señor de la casa le gusta. En mi opinión me adapte bastante bien sin los calmantes, pero aun sentía que los necesitaba. El acompañante terapéutico, Nathaniel, vive en la casa, obviamente en otra habitación pero cuando me levanto él ya está husmeando todos mis movimientos. No me caía mal, pero es bastante tedioso tener una persona controlando lo que comes, tomas y haces las veinticuatro horas.
En referencia a Francisco, realmente no le prestaba mucha atención, creo que de a poco voy olvidando todo lo que hizo, pero igualmente no le voy a confiar mi vida. Lo que sí, no es muy fácil tener que acostumbrarse a querer salir a comprar una caja de cereales y que aparezcan diez fotógrafos de la nada preguntando sobre la pareja del momento. No es hermoso que cada vez que tenga que salir a algún lado con él tenga que besarme felizmente como si nada hubiera pasado. Pero después de todo me voy acostumbrando.
Me puse mi bata de seda y baje por las escaleras. Nathaniel ya me estaba esperando con un vaso de leche con chocolate y tres tostadas sobre la isla de la cocina. Si, además tengo que seguir una estúpida dieta.
- Hola Nathaniel – esboce una sonrisa de lado y me senté en el taburete algo molesta.
- Buenos días señorita. – dejo sobre la isla un papel con el menú que iba a seguir en el día.
Los médicos encontraron que también no estaba comiendo como realmente debía, suplantaba algunas comidas por calmantes y mi peso había más de lo que tenía que ser. Por lo cual tengo prohibido cualquier tipo de ejercicio que pueda ayudar a que adelgace y tengo que seguir un menú alto en calorías para volver a un peso adecuado para mi edad y altura.
- No me gusta el brócoli – dije inspeccionando el papel. Nathaniel tomo una lapicera y lo anoto en una pequeña agenda que siempre llevaba con él.
- Bueno, eso lo cambiamos por croquetas de acelga. – asentí mientras metía una tostada con queso crema en mi boca.
Tome mi teléfono y revise mis mensajes de la noche anterior. Todavía no había tenido la oportunidad de conocer a la pequeñita Olivia en persona, la cual nació totalmente sana. Lo que menos quería era que el hospital se llenara de medios que acosen a Julia y a la bebe por lo cual Peter me envió un mensaje diciendo que hoy iban a pasar a almorzar por casa así podía conocerla finalmente.
Jenny y Mariel me enviaron un poco más de mil fotos y videos para que no me perdiera nada, estaban realmente locas. Hasta mandaron una foto de su primer pañal usado.
- Cambio de planes – deje el celular a un lado y mire hacia Francisco que entro en la cocina con cara de dormido. – Va a venir mi hermano y su novia con su nueva hija, por lo cual hay que cambiar el menú para que podamos comer todos. No creo que tengan ganas de comer verduras salteadas.
- Me voy a encargar de eso – volvió a anotar en su libreta y se marchó de la habitación.
Francisco se preparó el desayuno y se tomó el asiento enfrente al mío. Había cambiado totalmente su forma de ser desde que volvió a Buenos Aires, creo que tiene miedo que me vuelva a encerrar en una habitación para tomar alcohol devuelta si me llega a tratar como lo hizo.
- ¿Cómo dormiste? – froto sus ojos y tomo un sorbo de café recién hecho. Otra cosa que no podía tomar, ya que según Nathaniel me puede alimentar las ganas de tomar energizantes.
- Normal, ¿Y vos? – agache la cabeza y comencé a hurgar en Instagram. – por lo que note estuviste algo incómodo en la cama nueva.
- ¿Te moleste mucho no? – asentí y rio avergonzado – no estoy acostumbrado a dormir con otra persona.
- ¿Solamente tenes sexo y las dejas no? – dije sin pasar las palabras por mi cerebro. Dirigí mi mirada a sus ojos para buscar una reacción pero solamente logre que agache su cabeza y coma un pedazo de su panqueque. – Perdón, lo dije sin pensar.
- No pasa nada – aparto su comida y me miró fijamente por un momento – Ori, yo se toda la mierda que te hice y realmente quiero cambiar, quiero que me des otra oportunidad. – se levantó de su asiento y se acercó a mí para tomar mi cintura. – Quiero que volvamos a ser lo que éramos antes.
Se unió hacia mí con un pequeño beso el cual no rechace. Asentí y volví mi mirada hacia el desayuno. Fue el primero de todos los besos que nos dimos este último tiempo que no sentí tan falso. Puede que después de todo este realmente cambiando.
¿Yo quiero que todo cambie?
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Dame tu amor
RomanceRisas, amor, amistad. Eso era al comienzo de mi vida, pero esta cambio. Drogas, alcohol, perdición. No tengo a nadie. Estoy completamente sola... ¿Que camino debo seguir? Esta puede parecer la típica historia feliz, en la que la protagonista se ena...