Capitulo 48: El día menos indicado

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- Esto logro que perdiera toda la confianza en vos Oriana.

Me encontraba recostada en los asientos traseros del auto de Julian, toda mi cabeza daba vueltas como un zamba y eso no le importaba a él, el cual iba a toda velocidad por la carretera.

- ¿Crees que voy a estar siempre que decidas emborracharte para venir a buscarte? No es tan fácil seguir todos tus pasos para asegurarme de que sigues viva Oriana.

No necesitaba escuchar el tono de su voz para entender que tenía en su cuerpo una mezcla de furia y tristeza, acepto la culpa. Acepto la irresponsabilidad que tuve en el momento de aparcar el auto enfrente a un bar.

- ¿Y ese hombre? ¿Si yo no llegaba donde estarías ahora Oriana? En un estúpido motel teniendo sexo con un extraño, mas bien. Siendo violada por un extraño.

Hundí mi cabeza sobre la unión entre el respaldo y el asiento del auto para recordar con claridad al hombre musculoso que me sonreía del otro lado del bar. Mi boca no funciono para negar la copa de vino a la que me invito minutos después. Pero todo se descontrolo demasiado cuando el morboso se acercó más a mí y comenzó a manosear todo mi cuerpo.

Agradezco la enorme paliza que le dio Julian en toda la cara. Aunque después de eso me allá arrastrado hasta el auto maldiciendo mis acciones.

Sentí el detenimiento del auto y asome mi cabeza para encontrarme con la mansión totalmente iluminada, que se destacaba más con la luz de la noche.

- ¿Por qué lo hiciste? – dijo girando su cabeza para mirarme a los ojos. Incorpore todo mi cuerpo en el asiento y trate de salir, pero el auto seguía trabado. – Dime lo que me tengas que decir Oriana.

- Vi algo – dije tratando de evitar el tema lo más posible. Lo que menos quería en este momento era arruinar la vida de Julian contándole que vi a su novia con otro chico.

- Ya me dijiste eso, decime que viste. – arrugue mis labios mordiendo un costado de ellos.

- No puedo decírtelo. – falle al tratar nuevamente salir del auto. Largue un suspiro y volví mi mirada a Julian, rogándole que me deje salir con un solo parpadeo.

Mis pies no ayudaron mucho en el proceso de llegar a la puerta, por lo cual Julian me cargo hasta dejarme en la cama. Y sin pronunciar ni una sola palabra dejo la habitación con un agradable y fuerte portazo que hizo temblar todo mi cuerpo. Ahora el enojado era él.

(...)

Me desperté al día siguiente con un gran dolor de cabeza y encontré en mi mesita de luz un vaso de agua, con una pastilla y una nota pegada al vaso.

"Siempre funciona con las resacas"

Pude reconocer la letra de Francisco y una sonrisa se formó en mi rostro. El ser padre lo había modificado totalmente. Lola y su hijo se mudaron a la mansión una semana después de la fiesta. Felipe no estaba muy contento con el asunto y discutió fuertemente con su hijo. Todavía puedo acordarme de los gritos que se escuchaban en la planta de abajo, mientras trataba de calmar a Lola, la cual tenía miedo por lo que podía pasar con su hijo.

Se podría decir que ahora somos una pequeña familia. Sé que va a sonar bastante raro que estoy viviendo con mi ex novio, su pareja y su hijo. Pero para nosotros se convirtió en algo normal con el pasar del tiempo.

Una figura femenina se asomó por la puerta y sonreí al ver a Facundo estirar sus pequeños bracitos para que lo tome en brazos.

- ¿Ya despertaste señorita loca? Vaya noche la de anoche.

Dame tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora