Capítulo 4: La estúpida novia de mi hermano.

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Mauro.

No voy a negarte que eso era demasiado divertido, ver sus mejillas sonrojadas a un nivel exagerado me daba tanta gracia como ver al profesor de Historia Universal haciéndola enojar. Por alguna razón que no lograba comprender, sabía que eso la hacía sentir incomoda, incrementando mi diversión. Era una niña boba que no podía defenderse.

- ¿Realmente te ibas a ir caminando? -le pregunté mirándola de reojo.

-Sí -dijo simplemente.

Me asustaba la forma en que su voz salía cada vez que hablaba con uno de nosotros. Era como un pequeño susurro. Como si estuviera asustada. Supongo que era eso por lo cual todos nos reíamos de ella, porque tenía miedo de nosotros. No supe si esa era la razón por la cual hubo un intento de nudo en mi estómago.

- ¿Cuál es tu dirección? -le pregunté regresando mi mirada a la carretera. La lluvia se había intensificado.

-Puedes dejarme en la entrada del New Oak -respondió en otro susurro.

Giré abruptamente para verla. Vivía en el Residencial más lujoso de la ciudad, y yo no tenía idea de su nivel socioeconómico.

- ¿Vives en el New Oak? -no pude evitar el asombro en mi voz.

Asintió con la cabeza. Seguí conduciendo sin decir ni una sola palabra en todo el camino haciendo que cada segundo fuera incómodo para ella y gracioso para mí. Llegué a la entrada del Residencial y aparqué a un lado de la calle. Las casas de ese lugar eran lujosas, al igual que las casas del Residencial donde yo vivía, pero en New Oak todo era más brillante.

Una figura acercándose a mi coche me petrífico, pero rápidamente lancé una mano a la pierna de Vica para que no se moviera de su lugar.

-¿Ahora qué? -preguntó mirando mi mano.

La figura nos dio la cara y juro que jamás había visto una cicatriz más atemorizante como la que le atravesaba el ojo. Tocó la ventana del conductor para ordenar que la bajara.

-Mauro Mancini -dijo con una voz grave. Sus ojos eran exageradamente negros, sus labios fruncidos y su cabello café grasoso.

-¿Crees que podamos hablar después? -pregunté con cierto tono de advertencia.

El hombre rio fuertemente causando que Vica se tensara a mi lado.

-Claro -dijo mirando más allá de mí. A Vica-, quieres tiempo a solas con tu chica.

Por favor, Victoria, no digas nada, rogué en mi fuero interno.

-Eso mismo -sonreí mecánicamente-. Ya sabes, conquista de una noche.

Sabía que estaba completamente equivocado si creía que Vica voltearía su mirada de nuevo en mí por declararme un patán frente a ella y dejarla en ridículo. Pero todo dentro de mí dejó de funcionar correctamente. Tenía que salir de esa situación lo más pronto posible.

El hombre bufó una sonrisa y después asintió.

-Sólo vengo a avisarte que tu plazo se está terminando, y sabes cómo se pone mi jefe cuando lo sacan de sus cabales -contestó.

-Sí, estoy en eso -murmuré.

-Más te vale -volvió a sonreír maléficamente y sentí rabia. Odiaba que tratara de hacerme sentir pequeño.

El hombre se alejó y por fin pude relajarme. Giré para enfrentar a Vica, sus ojos azules deseosos de respuestas. Por primera vez no vi inseguridad o miedo en ellos.

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