Capítulo 5: Maldita subasta.

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Vica:

La extraño demasiado. Siento ganas de ir con ella, de abrazarla, de volver a sus brazos, que me lea un libro de esos cursis que le gustaban. Tengo ganas de escuchar su voz. Ahora estoy aquí, intentando hacerlo. Intento borrar el pasado e ir al futuro. Ir hacia ella.

Estoy triste. La tristeza me está matando. Su ausencia me está matando.

Quiero morir...

Mi teléfono sonó haciendo que salpicara sangre de mi muñeca a mi cuaderno. Maldije por lo bajo cuando puse la toalla de papel en mi piel y sequé una lágrima con mi brazo izquierdo.

—Diga —contesté malhumorada.

—Hola, Vica —saludó una voz chillante del otro lado del teléfono. Hice una mueca—. Soy la maestra Gloria, de Literatura.

Suspiré.

—Buenas noches maestra —saludé sin animo.

Me cuestioné el hecho de que mi maestra de Literatura me estuviera hablando un domingo por la noche con una voz tan eufórica. Sinceramente no quería nada con ella cuando la iba a ver un día después. Rodé los ojos deseando que su llamada fuera rápida.

—Llamo para hacerte una propuesta.

Entrecerré la mirada.

— ¿Propuesta?

—Tengo entendido que estás familiarizada con el Hospital St. John —dijo.

Mi respiración cedió a atorarse en mi garganta.

—Sí, ese es un hospital de oncología. Ahí se atendía mi mamá —contesté—. Hago una aportación mensual desde hace dos años.

— ¡Genial! —Exclamó haciendo que me estremeciera en el suelo de mi habitación—. Mañana habrá una subasta para recaudar fondos destinados al Hospital San John.

— ¿Eso que tiene que ver conmigo? —pregunté.

—Quiero subastarte, niña —dijo con tono de complicidad.

No comprendí las palabras sino treinta segundos después, haciendo que mis manos temblaran con fuerza. Claro que no quería subastarme.

— ¿Po-por qué yo? —tartamudeé.

—Porque eres una niña responsable, tienes buenas calificaciones, eres aplicada —era como si las estuviera contando y estudiando cinco minutos antes de llamarme—. Eres una excelente mercancía para tus compañeros.

—No estoy muy segura de querer hacerlo, Miss Gloria.

—Por favor, Vica. Hazlo para las personas con cáncer —sentí como hacía un puchero del otro lado de la línea.

Pensé un momento. Necesitaba distraerme. Por lo general la gente que compraba en las subastas de la escuela eran los chicos geek que tenían mucho dinero. No podía ser tan malo si podía tener tiempo para ver a mi abuela por las noches. A parte, necesitaba a alguien con quien platicar en el almuerzo, por lo menos.

— ¿De qué se tratará todo? —pregunté caminando al baño de mi habitación.

—Harás todo lo que el pujador que te compre te pida durante el día. Desde cargar su mochila hasta darle de comer en la boca. Casi siempre piden tutorías para clases que no entienden, y es ahí donde tú entras. Sólo serán dos semanas —explicó pacientemente.

Abrí el grifo del lavamanos y esperé a que saliera agua caliente. Me convencí de que no podía ser tan malo ya que estaba cerca el fin de semestre. Solo serían dos semanas.

Cerca de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora