Vica:
¿Quién llevaría flores a mi tumba?
—Iremos a La Choza para encontrarnos con Charlie —dijo Mauro.
La rabia, la confusión, el dolor, todo eso, Vica, es lo que te tiene que mantener con vida.
—Está bien —mi voz sonaba distante.
No puedes mostrarte débil. Ya no más.
—¿Cómo te sientes? —me preguntó.
Mi abuela murió a las ocho con doce de la noche.
No, no murió. La mataron. Tu padre la mató.
¿Quieres venganza, no es así?
—No lo sé.
No sé cómo me siento. Quiero venganza. Quiero matarlo. Matarlos a todos.
No siento mi cuerpo, ni los movimientos del coche. No siento la noche avanzar. No siento nada. Ellos me quitaron mis pensamientos. Cambiaron todo lo bueno que tenía. Me arruinaron.
Lo siguiente que sentí fueron los brazos de Mauro tomándome para llevarme a La Choza. Me resultó confuso que hubiéramos llegado tan rápido, pero, a decir verdad, ya ni siquiera tenía noción del tiempo. Lo sabía porque, si hubiera estado en mis cabales, habría impedido con todo mi ser que Mauro me cargara en sus brazos.
—¿Cómo está? —escuché a Charlie preguntar.
—No tengo idea —contestó Mauro—. Está en una especie de estado de shock. Dice incoherencias y no puede mantenerse en pie.
Ni siquiera tuve la voluntad de objetar. No tenía caso. Todo estaba perdido.
—Creo que será mejor que duerma —señaló Charlie.
—Sí —dijo Mauro—. La llevaré a mi habitación y la acostaré en mi cama. Esta noche dormiré en el sofá.
¿Mauro y Charlie se quedarían toda la noche conmigo en la choza? Me parecía ridículo, pero no contaba con la fuerza suficiente como para renegar. Me dejé cargar por Mauro hasta su habitación. Me depositó suavemente en la cama y movió las cobijas debajo de mí para poder taparme.
La noche era fría. Pero ya no podía sentir absolutamente nada.
Justo cuando él se dio la vuelta y caminó hacia la puerta me sorprendí llamándolo en un ruego.
—Mauro —dije su nombre, sin poder explicarme por qué sentía que él era la única ancla que me mantenía con los pies en el suelo. Creía que él me protegería. No lo quería lejos—. No te vayas.
Caminó de nuevo hacia mí y me observó detenidamente. Sus ojos mostraban compasión. Sus ojos me devolvieron a la realidad en una velocidad decadente, atrayéndome sentimientos arraigados que se habían negado a salir.
Las lágrimas comenzaron a salir por mis ojos. Ya no iba a detenerlas, porque necesitaba purificarme. No sabía si eran lágrimas de dolor, de rabia, de impotencia. Más bien creía que eran las lágrimas que había retenido dentro de mi alma durante años.
Me encontré a mí misma con la necesidad urgente de tener a Mauro junto conmigo, para que él equilibrara todos mis sentidos y me hiciera ver la realidad de una forma diferente. Lo necesitaba ahí, con la eterna promesa de que todo estaría bien. Él era lo último a lo que podía aferrarme. Ya no me quedaba nada más.
—Mi Vica —susurró cerca de mis labios con un sonido de pertenencia en su voz.
Soy su Vica.
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Cerca de la Luna
AksiyonPara ella, él huele a peligro, a riesgo, a locura. Es el chico al que no quisiera acercarse. El chico que le ha hecho la vida imposible desde hacia años. Y ni loca podría sentir ninguna clase de simpatía por él. Para él, ella es todo lo contrario a...