Mauro:
Victoria Hudson tenía un extraño y maravilloso poder sobre mí. El poder de expresarme sus sentimientos tal y como los sentía dejándome con a la deriva con la creencia de ser el ser humano de mierda más grande del universo.
Por eso le ofrecí llevarla al hospital. Le debía tantas cosas a esa chica.
-¿Quién eres tú? -escuché una voz detrás de mí. Me giré lentamente hasta encontrarme cara a cara con el padre de Vica.
No pude evitar sentir un dejo de reconocimiento en su rostro.
-Me llamo Mauro Mancini, señor -me presenté lo más cordial que pude.
Sonrió lobunamente, observándome con una mueca de diversión en sus ojos.
-¿Eres italiano, muchacho?
-Mi padre lo era -contesté a la defensiva, sin explicarme el porqué de mi cambio de actitud-. Nací en Roma, pero he vivido aquí en California toda mi vida.
-Ya veo -su boca estaba tensa, al igual que sus hombros. Eso no me daba buena pinta-. ¿De dónde conoces a mi hija?
Tranquilo, Mauro. Quizá piensa que tienes algunas intenciones con Vica.
-Somos compañeros de la escuela. Ella me estaba ayudando con la tarea de Historia cuando usted le avisó acerca de esta terrible noticia.
-Yo que sepa ella nunca lleva a nadie a casa. No tiene muchos amigos, ¿no es así? -indagó.
-Es que yo compré sus tutorías en una subasta de la escuela. Supongo que le habrá hablado de ella -dije tocando terreno hostil.
El hombre negó.
-Ella no es muy expresiva.
"Mi padre siguió con sus negocios como si nada hubiera sucedido. Cada vez haciéndose más rico y dejándome a mí a la deriva. Tenía once años, una madre muerta, y la ausencia latente de un padre." Recordé las palabras de Vica.
-Tal vez sí lo sea -objeté-. Tal vez lo intente, pero no tiene quién la escuche.
El señor Hudson me miró de arriba abajo logrando intimidarme completamente. No podía entender por qué me había dado por defender a Vica de su propio padre. Pero no iba a detenerme.
-¿Qué quieres decir con eso, muchachito? -exigió.
No tenía palabras, porque en ese momento todas se habían arremolinado en mi cabeza por la ira que hervía dentro de mí. Ese hombre no comprendía nada sobre su hija, entonces no tenía el derecho de saber con quién se juntaba Vica o a quién llevaba a su casa.
Gracias al cielo mi teléfono sonó a la vida impidiendo que pusiera las manos sobre el cuello del señor Hudson.
-Permítame unos segundos, señor -contesté el teléfono, no sin antes leer el nombre de Charlie en la pantalla-. ¿Qué pasa, hermano?
-Estoy afuera del hospital -dijo Charlie-. Debes salir de inmediato.
Fruncí el ceño sin entender nada de lo que ocurría. Pero tenía la clara certeza de que era algo muy malo.
-Estaré ahí en unos segundos -dicho eso, colgué-. Disculpe, señor, pero debo irme un momento. De todos modos esperaré a Vica, por si necesita algo de mí.
-Ella lo agradecerá mucho, Mauro -expresó.
-Con permiso.
Antes de que diera un paso más, él tomó mi hombro y me detuvo en seco.
ESTÁS LEYENDO
Cerca de la Luna
ActionPara ella, él huele a peligro, a riesgo, a locura. Es el chico al que no quisiera acercarse. El chico que le ha hecho la vida imposible desde hacia años. Y ni loca podría sentir ninguna clase de simpatía por él. Para él, ella es todo lo contrario a...