Mauro:
¿Alguna vez has sentido que estás haciendo exactamente lo que dijiste que no harías en un determinado punto de tu vida? Pues salir con Vica era esa vez para mí. No era que se sintiera incorrecto. Se sentía fantasioso. Como si yo no fuera yo y ella no fuera ella. Como si nada de lo que nos ocurría estuviera ocurriéndonos en realidad. Y se sentía muy bien.
Habían pasado ya cuatro días desde que le pedí que fuera mi novia y las cosas se estaban poniendo cada vez más raras, y cuando digo raras digo feas. Mi hermano dejó de hablarme desde aquel miércoles, ni siquiera en casa era capaz de dirigirme la palabra. Peter y Érica comenzaban a cuchichear entre sí cuando nos veían a Vica y a mí. Ailine y Diana siempre estaban observando cada paso que dábamos. Y, a pesar de asegurarle una y mil veces a Vica que no tenía de qué preocuparse, yo comenzaba a preocuparme en demasía.
Mis "amigos" no solo eran mis "amigos". Eran mi mafia. Y no podía confiar en ellos aunque mi hermano se contara entre ellos.
Entonces debía mantener un ojo en ellos y un ojo en Vica, que en ese momento se encontraba dentro de su casa, probablemente dormida. En cambio yo me encontraba en el asiento de mi auto bebiendo un Monster y escuchando a The Clash, protegiéndola de todo aquel que se acercara a dos metros del perímetro de su casa.
Su padre había salido de viaje por dos días y tres noche, pero eso no era suficiente motivo para poder entrar a su casa, porque sabía que había dejado instrucciones precisas de no dejarme entrar. Sin embargo las ganas de escuchar la Voz de Vica me estaban picando en el pecho.
Tomé mi celular sin poder contenerme y marqué el número de Vica.
—¿Está todo bien? —contestó después de un tono, su voz tensa indicándome que estaba todo el tiempo alerta. Y eso no me gustaba ni un poco.
—Tranquila, sólo quería escuchar tu voz —contesté cerrando los ojos.
Pude sentir la sonrisa del otro lado de la línea que me aseguró su alivio al asegurarse de que todo estaba en orden.
—Oye, no puedo dormir —dijo.
Observé que el reloj marcaba la una de la mañana y al día siguiente teníamos clases. Ella debía descansar.
—Bueno, majestad —dije fingiendo un tono diplomático—. ¿Qué puedo hacer para que obtenga su oportuno descanso?
Ella se aclaró la garganta y rio.
—¿Por qué no subes a mi habitación?
Su ofrecimiento hizo que abriera los ojos grandemente, seguido de un fruncimiento de ceño. Jamás hubiera creído que Victoria Hudson propusiera algo así.
—¿Quieres que tu padre me mate?
—Mi padre no está aquí —dijo con parsimonia—. Y sí, hay dos guaruras en el piso de abajo, pero puedes entrar por mi ventaba. Solo trepa el árbol, la rama gruesa y podrás entrar con facilidad por la cornisa. Debes entrar por el hueco de la cerca que está detrás de los rosales del patio trasero.
No lo pensé ni un segundo antes de colgar y salir de mi auto. Podía pasar una noche con Vica, y por primera vez estaba emocionado de pasar la noche con una chica a costa de saber que no tendríamos sexo. Con ella el simple hecho de verla dormir me causaba una especie de placer inverosímil que nadie creería.
Me escabullí por la oscuridad hasta dar con el hueco del jardín. Después pasé por la extensión de pasto, me encontré con el enorme roble y comencé a escalar. Había tenido una gran práctica cuando era niño, así que no me pareció difícil. Me impulsé sobre la gran rama que deba a su habitación y toqué el vidrio suavemente con los nudillos. En menos de un segundo ella estaba de pie frente a la ventana.
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Cerca de la Luna
ActionPara ella, él huele a peligro, a riesgo, a locura. Es el chico al que no quisiera acercarse. El chico que le ha hecho la vida imposible desde hacia años. Y ni loca podría sentir ninguna clase de simpatía por él. Para él, ella es todo lo contrario a...