{♛} Capítulo diecisiete

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De nuevo sentí la desilusión deslizándose por todo mi cuerpo como si alguien hubiera dejado caer un cubo de agua helada sobre mi cabeza; en cierto modo estaba sorprendida por el hecho de que Habis hubiera llegado a tomarse en serio las palabras de mi madre, pero una pequeña parte de mí había fantaseado con la idea de que hubiera algo más.

Como siempre.

Me retiré un poco del colchón, poniendo algo de distancia entre ambos mientras procuraba mantener un gesto impasible, con la esperanza de que Habis no fuera consciente de la decepción que habían causado sus palabras en mí.

¿Qué podía decir al respecto? Recordaba perfectamente el momento en el que mi madre le había suplicado que cuidara de mí y que me protegiera de Xanthippe; sin embargo, ¿había cumplido realmente con su promesa desde ese momento?

-Intentaste estrangularme –dije a media voz-. ¿Eso formaba parte de tu idea de «protección»?

Observé a Habis, que parecía estar pensativo. ¿Cómo era posible que hubiera cumplido con la promesa que le había hecho a mi madre si no había dudado un segundo en hacerme daño? Y no solamente hablaba por las cadenas con las que había rodeado mi cuello, está hablando de los sucesos que venían después.

Hizo una mueca.

-Estás viva, ¿verdad? –hizo notar intencionadamente.

Se me escapó una seca risa.

-Bueno, he estado a punto de morir en más de una ocasión –repliqué-. Ayer, por ejemplo.

Aún recordaba, con un escalofrío recorriéndome la espalda, lo cerca que había estado de morir; primero del dolor que me habían infligido los Confesores mientras me realizaban la Prueba y, después, una vez hubieron dado su veredicto. Habis había esperado hasta el último momento... Pero ¿y si hubiera tardado un segundo más?

Era muy probable que no me encontrara allí.

Me froté inconscientemente el cuello, pensando en cómo había sido decapitada Xanthippe, pero poniéndome a mí en su lugar.

-Lo he tenido todo bajo control, Amelia.

Enarqué una ceja con incredulidad.

-Aunque tú no me hayas visto, he estado ahí siempre –continuó Habis y se aclaró la garganta-. No hubiera permitido que te pasara nada.

Sufrí otro escalofrío, sacando a la superficie de mi mente un recuerdo que había logrado catapultar; había sucedido después de que Habis perdiera el control al regresar de Portia, cuando Desdémona no había dudado en tenderme una emboscada con aquellos tres hombres en la celda.

Habis frunció el ceño, quizá también recordando ese momento.

-Me encargué de los cuerpos –señaló.

-Pero yo tuve que asesinarlos –respondí, frotándome los brazos, presa de un súbito frío-. Lo hice yo.

-Y te dije en su momento cuánto sentía haberme retrasado.

Había sido una de las pocas ocasiones en las que había escuchado una disculpa sincera saliendo de sus labios. Después de ello, yo le había acusado de algo que no parecía haberle sentado nada bien y...

No, no quería seguir recordando porque me hacía daño.

Opté por la opción más segura, en la que podía seguir manteniendo el control de mis emociones.

-¿Cómo conseguiste que Xanthippe se confesara la verdad? –inquirí atropelladamente.

El rostro de Habis se contrajo en una máscara de puro odio. Instintivamente me aparté un poco más de su lado, notando su energía flotando por el aire, deseando de ser liberada.

Crónicas de la Atlántida II: La conquista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora