Habis besó con cuidado mi sien y me dedicó una cálida sonrisa que no mejoró la situación. Sabía que estaba fallando en mi propósito de confiar en Habis, en esforzarme por dejar a un lado la oscuridad que había traído a mi vida para darnos una oportunidad, pero aquel trozo de pergamino que Habis había tirado a la chimenea al verme aparecer en su dormitorio.
-Estaba preocupado por ti –susurró junto a mi oído.
Lo abracé con cuidado y escondí mi rostro en su pecho para que no pudiera ver lo mucho que me había desconcertado aquel gesto por su parte.
-Talos ha dicho que fue a causa del estrés –contesté.
-Entonces tendremos que hacer algo para aliviarte.
Sus manos comenzaron a trazar círculos con sus pulgares, poniéndome la piel completamente erizada. Sin embargo, lo conocía lo suficiente como para saber que estaba tratando de distraerme.
-¿Por qué le has pegado a Elsen? –pregunté de manera atropellada.
Habis chasqueó la lengua con evidente fastidio y se apartó de mi lado para observarme de manera casi censora; me crucé de brazos y le devolví la mirada. Estábamos juntos en ello y, por eso, tenía que dejar de apartarme de lo que fuera que estuviera sucediendo; la confianza debía ser mutua.
-Porque no parecía haber entendido bien lo que le he dicho –respondió.
Resoplé.
-¡Tendrías que haberme dejado que yo hablara con Elsen! –le reprendí, molesta por ese brote posesivo por su parte.
Habis se acercó a mí hasta que nuestros rostros estuvieron a unos centímetros.
-No bromeaba cuando decía que no quiero que te acerques a él, Amelia.
Entrecerré los ojos.
-Yo decidiré eso –le avisé-. No eres nadie para elegir mis amistades, Habis.
Los ojos de Habis resplandecieron con enfado.
-¡Estoy tratando de protegerte! –dijo, alzando la voz-. ¡Pero tú, al parecer, no pareces estar por la labor!
Me mordí el labio inferior, digiriendo la insinuación que había dejado Habis en el aire.
-¿Protegerme de Elsen? ¿Por qué?
Habis se humedeció el labio inferior y se dejó caer sobre el butacón, que alguien había vuelto a colocar en su sitio frente a la chimenea; la tensión del ambiente había comenzado a asfixiarme al ser consciente de que aquella era nuestra primera discusión y que no habíamos tardado mucho en tenerla.
-No confío en él.
Alcé ambos brazos en un aspaviento.
-¿Eso es todo? –inquirí, estupefacta-. ¿Todo esto viene por una... sensación?
Habis cerró los ojos y se apretó el puente de la nariz en actitud fatigada.
-No confío en Elsen, Amelia –repitió-. Está demasiado unido a Vasilis y esa relación no puede ser buena.
Me arrodillé frente a Habis y apoyé mis manos sobre sus antebrazos. Tanto Habis como yo teníamos bastante claro que Vasilis era un peligro para ambos, pero Habis no había terminado de explicarme por qué; yo tenía solamente sospechas, pero necesitaba que me dijera por qué Elsen parecía estar tan unido a Vasilis y cuál era la naturaleza de esa extraña relación entre los dos.
-Hay algo más, Habis –dije, con un hilo de voz-. Algo que no me quieres decir.
Los ojos de Habis estaban turbios, presos de un profundo sufrimiento que no supe a qué se debía.
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Crónicas de la Atlántida II: La conquista.
FantasyAmelia ha descubierto la verdad: su madre y su abuela tuvieron que huir de la Atlántida; su propio padre murió para que ellas tuvieran una oportunidad de vivir. Ella es la princesa perdida. Su abuela ha sido asesinada. Todas las pruebas apuntan a su...