{♛} Capítulo veintidós

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Habis besó con cuidado mi sien y me dedicó una cálida sonrisa que no mejoró la situación. Sabía que estaba fallando en mi propósito de confiar en Habis, en esforzarme por dejar a un lado la oscuridad que había traído a mi vida para darnos una oportunidad, pero aquel trozo de pergamino que Habis había tirado a la chimenea al verme aparecer en su dormitorio.

-Estaba preocupado por ti –susurró junto a mi oído.

Lo abracé con cuidado y escondí mi rostro en su pecho para que no pudiera ver lo mucho que me había desconcertado aquel gesto por su parte.

-Talos ha dicho que fue a causa del estrés –contesté.

-Entonces tendremos que hacer algo para aliviarte.

Sus manos comenzaron a trazar círculos con sus pulgares, poniéndome la piel completamente erizada. Sin embargo, lo conocía lo suficiente como para saber que estaba tratando de distraerme.

-¿Por qué le has pegado a Elsen? –pregunté de manera atropellada.

Habis chasqueó la lengua con evidente fastidio y se apartó de mi lado para observarme de manera casi censora; me crucé de brazos y le devolví la mirada. Estábamos juntos en ello y, por eso, tenía que dejar de apartarme de lo que fuera que estuviera sucediendo; la confianza debía ser mutua.

-Porque no parecía haber entendido bien lo que le he dicho –respondió.

Resoplé.

-¡Tendrías que haberme dejado que yo hablara con Elsen! –le reprendí, molesta por ese brote posesivo por su parte.

Habis se acercó a mí hasta que nuestros rostros estuvieron a unos centímetros.

-No bromeaba cuando decía que no quiero que te acerques a él, Amelia.

Entrecerré los ojos.

-Yo decidiré eso –le avisé-. No eres nadie para elegir mis amistades, Habis.

Los ojos de Habis resplandecieron con enfado.

-¡Estoy tratando de protegerte! –dijo, alzando la voz-. ¡Pero tú, al parecer, no pareces estar por la labor!

Me mordí el labio inferior, digiriendo la insinuación que había dejado Habis en el aire.

-¿Protegerme de Elsen? ¿Por qué?

Habis se humedeció el labio inferior y se dejó caer sobre el butacón, que alguien había vuelto a colocar en su sitio frente a la chimenea; la tensión del ambiente había comenzado a asfixiarme al ser consciente de que aquella era nuestra primera discusión y que no habíamos tardado mucho en tenerla.

-No confío en él.

Alcé ambos brazos en un aspaviento.

-¿Eso es todo? –inquirí, estupefacta-. ¿Todo esto viene por una... sensación?

Habis cerró los ojos y se apretó el puente de la nariz en actitud fatigada.

-No confío en Elsen, Amelia –repitió-. Está demasiado unido a Vasilis y esa relación no puede ser buena.

Me arrodillé frente a Habis y apoyé mis manos sobre sus antebrazos. Tanto Habis como yo teníamos bastante claro que Vasilis era un peligro para ambos, pero Habis no había terminado de explicarme por qué; yo tenía solamente sospechas, pero necesitaba que me dijera por qué Elsen parecía estar tan unido a Vasilis y cuál era la naturaleza de esa extraña relación entre los dos.

-Hay algo más, Habis –dije, con un hilo de voz-. Algo que no me quieres decir.

Los ojos de Habis estaban turbios, presos de un profundo sufrimiento que no supe a qué se debía.

Crónicas de la Atlántida II: La conquista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora