Habis.
La noticia de la inminente coronación de Amelia me tomó por sorpresa. Solamente habían pasado un par de días desde que había huido de palacio y ya había sido coronada como Emperatriz; a todos nos había tomado por sorpresa la noticia, ya que había sido una ceremonia íntima que no se había hecho pública hasta que Vasilis había hecho un comunicado dedicado a toda la Atlántida donde presentaba a Amelia como la nueva Emperatriz y explicaba que el motivo de no haber sido una ceremonia pública había sido el riesgo que existía por un pequeño sector de la población que seguía siendo fiel a Xanthippe.
Había aceptado el puesto que me había tendido Desdémona como líder de los Insurgentes y ya habían llegado los primeros quebraderos de cabeza; ella no había perdido la oportunidad de torturarme con insidiosos comentarios sobre el futuro que le esperaba a Amelia una vez volviéramos a tomar el palacio. Yo había decidido ignorarla deliberadamente.
En aquellos momentos me encontraba en un pequeño balcón de una de las casas que Desdémona había convertido en nuestro refugio; al contrario que los Opositores, los Insurgentes vivían dispersos, fingiendo ser ciudadanos de la Atlántida, haciendo más difícil su identificación. Por eso mismo, y porque los Opositores no se lo esperaban, habíamos decidido instalarnos en los Círculos Interiores, en los barrios colindantes al palacio.
Probablemente esos memos hubieran llegado a la errónea conclusión de que nos habíamos escondido en los Círculos Exteriores de la ciudad, poniendo la máxima distancia y nosotros pensábamos aprovechar esa pequeña confusión para mantenernos cerca de nuestro objetivo.
-La Emperatriz nos ha declarado la guerra abiertamente, cariño –canturreó Desdémona, entrando en el dormitorio sin esperar a que yo le diera permiso.
La miré por encima del hombro. Debido a que se había hecho circular por la ciudad una lista de nombres y retratos de los fugitivos que los Opositores buscaban, Desdémona había tenido que cortar su rubia melena por debajo de la barbilla y la había teñido de negro; también había sustituido sus lujosos vestidos y el uniforme por unos vestidos mucho más humildes que utilizaban las mujeres de la clase media-alta que estaban casadas.
Contraje mi rostro en una mueca de desagrado ante el apelativo y Desdémona se quitó el pañuelo con el que cubría su cabeza, dedicándome una amplia sonrisa.
-En su coronación se arrodilló frente a Vasilis para demostrar su sumisión y fidelidad a los Opositores –continuó, acercándose hacia donde me encontraba-. Parece que ha decidido desoír tus advertencias.
Contemplé a Desdémona contoneándose mientras trataba de digerir las novedades que había traído consigo. Había hablado con Amelia sobre el secreto que ocultaba Vasilis, sobre por qué era peligroso acercarse tanto a él; le había pedido que no hiciera nada arriesgado y el hecho de que hubiera declarado abiertamente que se sometía ante Vasilis solamente podía significar una única cosa: Vasilis debía haberla coaccionado de algún modo para que Amelia hubiera accedido a convertirse en su marioneta.
Justo lo que yo había querido evitar desde el principio.
-Tu querida Emperatriz también ha permitido que Vasilis empiece con las primeras detenciones –siguió Desdémona, mirándose las uñas-. Quieren descubrirnos y han ofrecido sustanciosas recompensas a todo aquel que dé una pista sobre quiénes somos; no me gustaría estar en la piel de los pobres desgraciados que sean sometidos a los interrogatorios de Vasilis.
-Parece que han decidido ponerse en serio –murmuré.
Todavía no me encontraba del todo cómodo en mi nueva situación. Desdémona había visto carteles con mi cara y una sustanciosa recompensa inscrita debajo; al parecer, también se había hecho público que mi compromiso con Amelia se había roto. Desdémona no había escatimado en detalles cuando me informó de los rumores que corrían por la Atlántida: Vasilis había descubierto que yo era un traidor y que el único motivo por el cual aún había mantenido mi compromiso era mi ansia por llegar al poder.
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Crónicas de la Atlántida II: La conquista.
FantasyAmelia ha descubierto la verdad: su madre y su abuela tuvieron que huir de la Atlántida; su propio padre murió para que ellas tuvieran una oportunidad de vivir. Ella es la princesa perdida. Su abuela ha sido asesinada. Todas las pruebas apuntan a su...