Capitulo 2

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Habían pasado dos días, en los que me negué a salir de casa, pero si alguien me pregunta, estaba reposando como me lo pidió el doctor. Pero la chica rubia decidió que hoy era día de amigas o algo así, se apareció en mi casa sin ser invitada y ahora quería arrastrarme fuera y la señora Seydoux no hizo más que darle el visto bueno. ¡¿Que clase de locura es esta?!, lo único que quería era estar sola.

–¡Hoy es día de compras! – grito emocionada.

–¡Que bien! – ¡que mal!

No hubo salvación para mi, termine siendo llevada a un gigante centro comercial y obligada a usar un gorrito de lana, porque por alguna razón, aun no me quitarían el vendaje. Lo bueno, es que hoy era un día frío, así que no sería extraño usar el gorrito.

Después de una hora, teníamos muchas bolsas y fui obligada a comprar la mayoría de ropa y mientras nadie me veía, empaque algunos jeans. Pero ya estaba cansada, como que esto no era del todo lo mío, además, ¿cuando iba a ponerme todas estas cosas?, tenía suficiente en mi armario como para vestir todo un ejército, aunque no creo que aceptaran cosas tan femeninas. Empecé a reír ante el pensamiento, ganándome una mirada extraña por parte de la chica rubia.

–Me alegra ver que te estas divirtiendo, siempre te ha gustado ir de compras – sonrió y esta vez encontré sinceridad en ella. Tal vez no era tan mala. –Además necesitas un nuevo vestido para hoy, escuche de una beneficencia a la cual... –

–¿Beneficencia? – ella había regresado de nuevo a la chica que a mi parecer exageraba su emoción, tal vez se forzaba a mostrarse de cierta forma para... agradarme. –¿Te gustan las beneficencias?, ¿eso es lo que quieres hacer un viernes en la noche? – le pregunté, esperando una respuesta sincera y ella supo reconocerlo.

–Si..., no – dijo con un poco de miedo.

–¿Entonces cuáles son tus planes? – la mire fijamente.

–No creo que te guste... – se removió incómoda ante mi mirada confusa. –Dices que ese tipo de fiestas son para inadaptados e inmaduros... – ahora era yo quien estaba incomoda.

–Bueno, no recuerdo nada de eso... –

–Lo siento. –

–¿Por qué no lo intentamos esta noche?, tal vez necesito un cambio, un poco de diversión para inadaptados – dije en tono de burla y la chica finalmente se relajó.

–¿Estas segura? –

–No pierdo nada con intentarlo. –

Esa tarde, antes de marcharnos, descubrí que odio el café y prefiero el chocolate caliente, otra cosa extraña que al parecer la antigua Belle amaba, pero las dos adorábamos las donas de chocolate, menos mal, no todo estaba perdido. Aunque ese era nuestro oscuro secreto. Y en casa, la señora Seydoux me dio un nuevo teléfono con el mismo número que usaba antes, al menos ya tendría como comunicarme con el mundo, porque aún no descubría cuál era la contraseña de mi computadora.

Al final, justo como prometí, me puse un vestido nuevo, era negro con lentejuelas y de manga larga, que me llegaba hasta las rodillas, elegí tacones no muy altos, no me sentía de ánimos como para hacer malabares. Por cierto, no me veía mal, además decidí dejar de molestar mi cabello negro y lo deje caer en ondas sobre mis hombros.

–Ya estoy lista. – Anuncio mi amiga e iniciamos nuestro camino.

Terminamos en un club bastante concurrido, de milagro pudimos entrar, aunque creo que fueron nuestras largas piernas a la vista lo que nos dio el visto bueno, pero no estoy segura.

Lo Que No Sabes de BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora