Epilogo

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Entonces, ¿no puede hacer nada? pregunte al abogado, después de escuchar su estupido discurso sobre el caso y toda la evidencia que se había recogido hasta ahora. –¿Ni siquiera podre ir al funeral de mi padre? – una lágrima llena de furia se escurrió fuera de mis ojos.

–Ya se lo he dicho, declararse culpable – repitió, como si no lo hubiera escuchado las otras veces.

–El señor Bacconi debe pagarle bastante – le sonreí y él movió su corbata un tanto nervioso. –No me declararé culpable, prefiero pudrirme aquí a hacerlo... – extendí mi mano al vaso de agua de mi abogado.

–No sé de qué habla. Por favor, haga lo que le digo, así serán más indulgentes con usted – explico y empecé a reirme, ya hasta había perdido la sed.

–Indulgentes... es lo más gracioso que me ha dicho – le dije riendo y entonces me detuve. –Usted cree que no sé lo que va a pasarme – lo mire fijamente. –Lo supe desde el momento en que encontré a mi padre muerto y su sangre sobre mi, lo supe desde el momento en que entro la policia y toda la evidencia me señaló como la única culpable, lo supe cuando usted entró por primera vez en esta habitación y el caso nunca progreso. – el no tuvo el coraje de apartar la mirada.

Seque otra lágrima, antes de que hiciera su camino por mi mejilla, sintiendo una calma extraña, creo que algo se rompió en mi ese día y de allí todo fue abajo.

–Una vez mi madre me dijo que en mi sangre corría una gran oscuridad, tanta frialdad, va de generación en generación, alguien tenía que heredarlo... no voy a estar aquí por siempre señor Carter, debería saberlo, se muy bien su nombre y cuando salga de aquí, también me sabre los nombres de cada miembro de su familia y usted sabrá mi nombre, porque tal parece no soy del todo una Bernier... quería serlo, pero son demasiado ingenuos para mi – finalmente tome un trago. –Cuando su vida empiece a ir en picada, no sé pregunte porque... – me levante. –Hemos terminado. –

Él también se levantó, entre incrédulo y asustado, años después se sentiría demasiado poderoso, siendo un senador y rodeado de personas tan corruptas como él, salió por esa puerta, preguntandose si decía la verdad y luego los guardias vinieron por mi.

–¿Puedo hacer la llamada que pedí? – pregunte a la guardia de piel oscura, ella me caía bien, era una mujer dura.

–Tiene suerte, se la han concedido, pero no tarde mucho – dejó muy en claro lo último.

Finalmente me llevaron al teléfono, marque el número y esperé, sabía que no respondería al primer tono, siendo un número desconocido. Espere el tiempo suficiente, hasta que alguien contestó.

–Soy yo – la guardia me miró con el ceño fruncido al notar que hablaba en otro idioma. –Anya – él respondió un minuto después, sorprendido de escuchar mi voz. –Necesito tu ayuda, realmente la necesito – lo escuche suspirar y entonces aceptar, pero bajo una condición. –Si, hare lo que sea, volvere a la familia si eso es lo que quieres, abuelo. –

***

Me quedé mirando la nieve por un largo tiempo, el suelo estaba cubierto por ella y detrás de mí, aún quedaban rastros de mis pasos, adelante, se alzaba nuestra gran propiedad, mi propiedad. Levante la pesada manga de mi abrigo para ver la hora en mi reloj de mano, apenas era medio día. Baje mi brazo y me dirigí hacía la puerta, se abrió cuando estuve a unos pasos mostrando dos lines de hombres a cada lado, dándome la bienvenida. Subí las escalera sin mirarlos y fui a su oficina.

¿Te encargaste de todo? – me quité el abrigo y lo entregue a una empleada, entonces entre a la oficina y cerré la puerta detrás de mí.

Lo Que No Sabes de BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora