Capitulo 31

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Aquel hombre no apartó la mirada del padre de Jeremy, esperaba una respuesta, pero este no dejaba de mirar sus manos, se veía pensativo, posiblemente en búsqueda de alguna salida.

–Imagino que está en su oficina – el señor Eckhart permaneció en silencio. –¿Podría guiarme...? – preguntó.

Al ver que no obtenía respuesta, se levantó de su asiento, tomando su arma, manteniendo su expresión impasible y se dirigió a el padre de Jeremy.

–¿No tiene nada que decir? – caminando por detrás de su asiento. –Si no coopera conmigo, tomaré medidas y el primero en morir será su hijo – apuntó a Jeremy y el rostro de su esposa palideció. –¡¿No vas a decir nada?! –

–Me rehúso a... – antes de que el señor Eckhart pudiera terminar su frase, aquel hombre golpeó a su esposa en la cabeza con el arma y ella gritó de dolor. –Santo cielo. –

–¿Ya has cambiado de parecer? –

–Lo siento tanto – el señor Eckhart se dirigió a su esposa, ignorando la pregunta de nuestro atacante.

–Entonces seguiré con él – volvió a apuntarle a Jeremy con su arma y procedió a quitarle el seguro, listo para disparar.

–¡Has algo! – gritó su madre a su esposo, con sangre empapando un lado de su rostro a causa de la herida por el golpe que le propinó aquel hombre. Pero el señor Eckhart no cedió. Entonces el hombre disparó y por poco dejo de respirar, hasta que note que la bala apenas y había rozado su hombro. Sin embargo aún no se terminaba, él iba a disparar de nuevo. –No le dispares, yo lo haré, yo te llevaré... por favor... – la señora Eckhart intercedió, desesperada.

–Bien, ves, tu mujer es más sensata que tu... – accedió sin dejar de mirar al general. –Pero tú también vendrás con nosotros – dijo y llamó a uno de sus hombres que se encontraba en alguna otra parte de la casa, para que lo ayudará a vigilar la pareja mientras eran guiados a la oficina.

–No puedo perder otro hijo – vi a la señora Eckhart susurrar a su esposo.

–Lo sé – dijo resignado.

Fueron forzados a levantarse y salieron de la sala comedor, justo antes de que se marchara el líder, nos miró a todos y le susurro algo al oído de uno de sus hombres encargados de vigilarnos.

–Ustedes dos – el hombre que me apunto minutos atrás se nos acerco. – Necesito que me entreguen sus teléfonos – nos ordenó. Mire a mis padres y Theo, al parecer ellos ya lo habían hecho, faltabamos nosotros.

Jeremy frunció el ceño y Theo negó con la cabeza deteniendolo de hacer cualquier locura, por lo que terminó por entregar su teléfono de mala gana. Entonces seguí yo, levanté mi mano con una sonrisa y la meti por entre mis pechos, él siguió mis movimientos con una mirada llena de perversión, sin notar que con mi otra mano buscaba mi móvil, que se encontraba guardado en mi muslo derecho, en una correa especial y me apresure para enviar un mensaje rápido, después de tantos años, era necesario saber el teclado de memoria para este tipo de situación. Al final saqué el teléfono sin apartar la mirada de él, que miraba atentamente mis pechos, lentamente tomó el móvil de mis manos y me dedicó una sonrisa llena de malicia.

–Interesante, ...no queremos ningún problema – se fue hacia sus compañeros, dándonos la espalda.

Jeremy me miró confundido y yo preferí acomodar mi vestido para que no se notara mi otro teléfono.

De repente, un estruendo en el segundo piso se llevó nuestra atención y luego un disparo, más el grito de la señora Eckhart. Jeremy se levantó violentamente de su asiento y tuve que obligarlo a sentarse cuando note a uno de aquellos hombres alistar su arma para ir contra él en cualquier momento. Pasos apurados en la escalera, llegaron a mis oídos como ecos, el jefe de estos hombres bajaba para ir directo a nosotros. Atravesó la puerta como un rayo y preguntó al hombre que nos encontró minutos antes.

Lo Que No Sabes de BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora