Capitulo 32

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Observe a Jeremy alejarse de mí sobre una camilla, lo llevaban a la sala de cirugía, una extraña sensación de entumecimiento me invadió y cuando las puertas se cerraron detrás de ello, no me pude mover. Me encontraba sola en el pasillo, porque los Eckhart fueron enviados a otro lugar, al que los acompañaba Molls antes de que despertaran y los Seydoux no habían llegado, mientras que Max estaba en algún otro lugar. De repente di una mirada a mi vestido, lleno de la sangre de Jeremy y en ese mismo momento sentí algo liviano caer sobre mis hombros, era un abrigo bastante grande.

–Fue todo lo que pude encontrar... – me volví para ver a Max, se mantenía serio y distante, señalandome las sillas de espera al lado de la pared.

Mire las sillas por un segundo, como si fuera un objeto sospechoso y finalmente decidí sentarme. El abrigo era bastante útil, si lo cerraba, no era capaz de ver el vestido, pero mis manos seguían iguales, aun más la derecha, con la que... deje salir un suspiro cansado, no quería pensar más en ello, se supone que este tipo de cosas me resultaba fácil, solo tenía que enterrarlo en lo profundo de mi mente para que cayera en el olvido y continuaría mi vida como si nada.

–Te traeré algo de tomar... la espera será larga – Max se marchó, posiblemente a la cafetería, vi su espalda alejarse, con cierto temor, algo en la forma que actuaba me estaba poniendo inquieta.

Antes de que pudiera tratar de encontrar una razón al respecto, sentí un cuerpo a mi lado, mire a Moll con indiferencia y me encontré con ojos rojos, el único rastro de que seguramente estuvo llorando.

–Lo siento... – intente decir.

–Hubiera pasado con o sin ti... – inició ella.

–No realmente, él... – me debatí entre decirle o no, sobre Jeremy leyendo los documentos, ella me miró atentamente. –Tienes razón, hay una alta probabilidad de que hubiera ocurrido aunque no hubiera estado en su vida. Quédate aquí, ya regreso... – estuve a punto de levantarme, pero ella me sostuvo de la muñeca.

–¿Los tienes? – la mire fijamente.

–¿Me entregaras a Belle? – pregunte.

–Siempre cumplo mi palabra, apenas me des los documentos tendrás a Belle de vuelta... – extendió su mano.

–¿Y si no te los entrego? – vi su rostro desencajarse en decepción. –¿La mataras? – hice mi última pregunta con una sonrisa victoriosa. –¿Sabes cuál es el problema de tu gran plan?... – ella no dijo nada. –Debías buscar a alguien imparcial a este asunto, alguien que no tuviera ni el más mínimo interés, pero me elegiste a mi... y no he dejado de pensar en cómo termine en esta situación, cuando Isobelle pidió encontrarse conmigo... cuando cite a Daniel... eras la única que lo sabía, que Isobelle terminará herida no fue una casualidad, ¿no? –

–¿Estás diciendo que yo lo hice? – se rió con descaró. –Bien, necesitaba que Belle saliera herida, al igual que tu necesitabas esconderte por un tiempo y yo deseaba obtener esos... – la abofetee incluso antes de que terminara.

–Siento pena por ti, una chica que quiere volver a casa – me reí de ella, tratando de apaciguar mi ira. –¿Realmente crees que con esos documentos podrás regresar?, ¿crees que ellos harán algún buen trato contigo?, espera, ¿es que acaso pensaste en recurrir a la policía? – le susurré, no quería levantar la voz y no me hacia falta hacerlo para mostrar mi enfado.

–Puede que si – se escucho abatida. –Me han robado mi vida, Belle. –

Revise la puerta, esperando que se abriera de nuevo, pero no hubo ningún movimiento.

–Cuando... estuve en el ejército, yo... vi algo – la mire con desdén, francamente no me interesaba escuchar su historia, sentía un impulso de matarla por haber herido a Belle, pero pensar en Jeremy me detenía de hacerlo. –Conocí a este chico... Julian Be... no lo recuerdo ahora mismo – me gire para mirarlo de nuevo, el interés había regresado.

Lo Que No Sabes de BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora