Capitulo 5

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Su apartamento era pequeño y según la cantidad de pertenencias que pude ver, no creo que le hiciera falta mudarse, en realidad necesitaba comprar más cosas, pero a la vez esa era la magia del lugar. Busque el lugar más cómodo, mientras él trataba de hacer algo en la cocina. Entonces volvió con dos pocillos de chocolate caliente y donas.

–Tu favorito. –

Mis dudas sobre que obtendría aquí empezaban a despejarse, él realmente parecía conocerme y su mirada me derretía, había tanta fuerza allí, tanto... ¡amor!, bueno, si no tuviera un prometido, tal vez me iría con él. Tu prometido es infiel. Cierto.

–Traje algunas cosas. – En sus manos traía un libro grueso, su teléfono celular y una tableta. –Hay algo que debo decirte... – me preparé para escuchar lo peor, ya que se veía muy nervioso.

Y... se quedó en silencio, hasta que decidió entregarme el gran libro, que resultó ser un álbum de fotos, que decía "de Belle para Max, así no me olvidaras". Y vi la primera imagen.

–¿Tu?, ¿yo?, ¿tú y yo? – señale la foto donde nos besábamos y el asintió.

Ups.

Vaya, vaya y tu criticando a tu prometido. ¡Oh, Dios!, también soy infiel. Lo miré fijamente con la boca abierta de par en par. Bueno, ahora la forma en que me miraba tenía sentido, continué mirando las fotos, tal parece tú también lo mirabas igual.

–Alguna otra gran sorpresa. –

El negó.

–Bien, entonces... novio..., cariño..., ¿cómo te llamo? – Finalmente se acercó y me acaricio una mejilla con el dorso de su mano.

–Solamente Max – acercó su frente a la mía y me pregunté cómo sería besarlo, ¿me gustaría?, se supone que era mi novio, ¿no?

–Se supone que tengo un prometido. – Le dije, preocupada de que no lo supiera.

–Lo sé. – Me separé rápidamente de él. –Lo he sabido desde el principio, pero tu compromiso no es real, incluso, la última vez que hablamos dijiste que dentro de poco romperías el compromiso. – Abrí los ojos de par en par.

–¿En serio? – de repente me sentí feliz, no me gustaba mucho estar en un compromiso de infieles, tal vez debería dar el paso y terminarlo de una vez.

–Espera, puedo ver tu mente trabajando, sea lo que sea que hagas, necesitas escuchar lo que tengo que decirte, aunque lo mejor sería que me preguntaras algo, así tendríamos un punto de partida. –

¿Preguntarle algo?, no lo sé.

–¿Soy virgen? – Deje salir la pregunta de sopetón.

Su rostro tomó repentinamente un color rojo, demasiado, incluso sus orejas. Sus ojos se abrieron de par en par, me miraba aterrorizado. Apuesto que no se esperaba esa pregunta.

–Pues..., veras..., tu y yo..., nosotros no...., – el pobre hombre pasaba saliva por su garganta una y otra vez, se veía tan nervioso, tan inocente. –Habíamos decidido esperar – trato de tener un tono más firme.

–¿Eres virgen? – Realmente no creí que pudiera ponerse más rojo de lo que ya estaba, pero así fue. Y al darse cuenta oculto su rostro entre sus manos. Quería reírme, no saben cuánto, lo deseaba, pasó de ser todo un hombre a un niño.

Trató de calmarse y luego se aclaró la garganta, entonces me miró con seriedad, –los dos decidimos esperar. – Repitió, sin mirarme a los ojos.

–Bien, entonces concluiré que los dos somos vírgenes. – Lo acepto, lo dije de nuevo esperando que su rostro adoptara de nuevo aquel color. Creo que el chico tiene un problema con la palabra virgen.

Lo Que No Sabes de BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora