Capitulo 41

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Isobelle

Un fuerte estallido me desperto, estaba oscuro, era de noche, pero las cortinas estaban cerradas, por lo que ni siquiera obtenia la luz de la luna.

–Shhh – Belle puso su mano sobre mi boca. –Vamos – nos cogimos de la mano y salimos de la habitación.

Habían personas caminando por el pasillo, desconocidos. No sé si Belle también los vio, ella me arrastraba fuera del pasillo hacia la primera planta de la casa.

–¿A donde vamos? – pregunte en susurros.

–Jugaremos a las escondidas – dijo.

No me gustaba jugar eso de noche, pero como siempre la segui, confiaba en mi hermana más que en mi propia sombra. Llegamos al gran salón de entrada y dimos vuelta hacia la cocina, la luz de la luna llegaba más allí abajo. Vi a la seora Natasha sentada en la mesita de la cocina, creo que le encantaba tomar te muy tarde en la noche, cuando todo estaba tranquilo. Pero se veía muy quieta, ni siquiera noto cuando llegamos. Tal vez estaba dormida o eso fue lo que pensé. No me di cuenta que estaba muerta.

–Entremos aquí – abrió la alacena de la cocina y movió algunos alimentos a otros estantes y otros cajones de la cocina. –Ya está – entro lentamente, probando el tamaño, era un lugar estrecho, pero había suficiente espacio para las dos, nos sentamos y abrazamos nuestras piernas a nuestros pechos, ella cerró las puertas. –Ahora debemos contar hasta mil – eso era una gran trampa, ya que entonces no sabia contar hasta mil, a mis seis años, apenas y llegaba hasta el diez o el veinte, saltandome algunos números, entonces volvía a empezar.

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No, así no era.

–¿Quien nos esta buscando? – le pregunté.

–Mmm... lo que importa es que nos encuentre mamá, nadie más debe hacerlo – me informo.

Asentí como si aquello tuviera sentido y empecé a contar de nuevo, entonces escuche otro estallido y me asuste.

–¿Qué es eso? – pregunte.

–Pirotecnia – respondió rápidamente.

Asentí de nuevo y cone, conte una y otra vez, hasta que nuestra madre nos encontró. Nos marchamos al siguiente día, tuvimos un muy largo viaje y al final llegamos a casa de la abuela.

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Mal dió un gemido de dolor, abri mis ojos, dándome cuenta que había cerrado los ojos. Me volví a ella lentamente, asustada de lo que pudiera encontrar. Gracias a Dios no estaba muerta, aunque tampoco estaba del todo sana, la bala había rozado un costado de su brazo.

–¡Te dije que la mataras! – Sergey gritó a su hijo.

–En realidad, dijiste que le disparara – se excuso Mason.

–Como sea, firma o esta vez sí haremos un hueco en su cabeza – volvió a dirigirse a mí y de tan solo pensar en lo que decía, tuve ganas de vomitar. –¡Firma! –

–¡No! – le grite, asustada.

–Tu nos obligaste a esto. – Fue directo a Mal y apuntó a su cabeza.

Lo Que No Sabes de BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora