×T R E I N T A Y D O S×

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Había pasado cerca de medio mes, el tiempo se me ha ido demasiado rápido y ahora estaba en la puerta de su casa.

Aún podía arrepentirme.

No Sofía, recuerda lo que Jos te dijo. —pensé.

Tenía que hacerlo ahora; toqué la puerta tres veces seguidas.

—Mamá, el pollo frito llegó —abrió la puerta y me miró con una línea en sus labios—. Olvídalo, no es el del pollo.

Se giró e iba a cerrar la puerta pero la detuve.

— ¡Espera! Quiero hablar contigo, por favor.

—Pero yo no, adiós. —dijo, y la acción anterior se repitió.

—Pero yo sí quiero. Por favor Kate.

—Te conozco tan bien, que sé que tú no vendrías por tu propia voluntad.

— ¿A qué te refieres?

—A que te dejas influenciar por cualquier persona, Sofía; si el vagabundo de la esquina te dice que le compres uno de sus cachivaches se lo compras. —exclamó con cierto enojo.

—Él ocuparía el dinero en comida o su familia.

— ¡Ese no es el punto! Lo que trató de decirte es que, lo más probable es que Jos o tu mamá te haya dicho que vinieras aquí y hablaras conmigo. Si yo no te hablo, tú no me hablas y viceversa. —se cruzó de brazos. Dio un paso adelante, cerró la puerta y se sentó en la banqueta de la calle invitándome a hacer lo mismo.

— ¿Por qué lo hiciste? —agregó.

— ¿Hacer qué?

—Vamos Sofía, no te hagas como la que no sabe nada —la miré confundida—. Ya sabes, lo de Adán.

— ¿Qué ha sido de él? ¿Qué ha sido de ustedes? Llevan aproximadamente cuatro meses sin hablarme; acabé e inicié un semestre sin ustedes, sin amigos. ¿Qué sucedió? —dije al borde de las lágrimas. Odio ser tan sentimental.

Ella suspiró y me miró a los ojos. —Estaba enojada, demasiado; desde que él llegó ya no nos tomabas tanta importancia, ya no salíamos como solíamos hacerlo. ¿Y sabes? Todo ocurrió por nuestra culpa. Nosotros causamos todo esto. Y luego Adán, tú, Jos; me enojé mucho. Perdón, Sofía.

— ¿Pero y los demás? ¿Están enojados conmigo también?

—No, yo —cerró los ojos— les dije que no te hablaran, porque el tener a Jos en tu casa podría traer problemas y...

—Ya me lo imaginaba —la interrumpí y ella abrió los ojos—. Yo también te conozco, Kate —di media sonrisa—. Sólo quiero que todos aclaremos las cosas.

Ella asintió. —No creo que Adán quiera.

— ¿Por qué? Yo pensaba lo mismo sobre ti, y míranos, estamos hablando.

—No me refiero a eso. Desde que iniciaste tu "relación" con Jos, se la pasa de bar en bar, ni siquiera inició el semestre.

— ¿Qué? ¿Tanto le afectó todo esto?

—Es que no es eso, Sofía. Pensé que ya sabías —la miré confundida—. Ese día de la serenata, el que se te iba a declarar era Adán; Jos sólo iba a cantar, era como el extra. Pero tú confundiste todo y desde esa noche Adán entró como en una tipo de depresión, cambió demasiado. Ya no le gusta que le digan "Adam", y bueno, sobre los bares, recordemos que casi cumple dieciocho años, además de que aparenta tener veinte.

Mi respiración se agitó. — ¿Y por qué José no me dijo nada?

—No lo sé, ya va para casi cuatro meses su "relación". Debió decírtelo desde un principio.

Secuestraron A Mi Ídolo ×J.C×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora