×V E I N T I C U A T R O×

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— ¿Por qué me seguiste el beso?

—Responde primero a mi pregunta. —repliqué.

Él se tensó, se veía nervioso.

—Pu-pues, fue un impulso. —titubeó.

Me cruce de brazos y alcé mi ceja izquierda dándole a entender a qué prosiguiera.

—Te seré sincero —continuó—, en casi un mes, me di cuenta de que tú eres muy bonita, tanto por dentro como por fuera, y... se me hizo inevitable el no poder besar tus labios. —bajó su cabeza, sonreí y lo más probable es que me haya sonrojado.

—Jos...

—Si lo sé, fue un error haberte besado; no quise incomodarte en ningún momento. Perdón.

—No, no digas eso. ¿Sabes? Ese es el sueño de muchas Coders, bueno en realidad Canelovers, y gracias a ti —regresó su mirada hacía mí y le sonreí—, yo ya lo he cumplido.

—Pero...

—Nada Jos, me la he pasado bien esta noche, muchas gracias. —le sonreí y me devolvió el gesto.

Pedimos la cuenta, y me ofrecí al menos pagar las bebidas y como era de esperarse, él se negó.

Salimos de la feria y caminamos en busca de un taxi; y esta vez, el si me tomó de la mano.

Una vez en la avenida, él se giró varias veces, como si se tratara de esconder de alguien.

—Listo, al parecer no hay nadie.

— ¿Eh?

Se quitó las gafas, la peluca y se talló los "lunares". —Dije que quería ser el primer artista en invitar a una fan a salir y lo cumplí. ¡Lo cumplí perras! —gritó y reí—. Jos Canela si cumple —susurró felizmente—. ¡Si cumple!

Dicho eso, me abrazó fuertemente, me dio vueltas en el aire mientras yo pataleaba para que me bajara.

— ¡Ugh, bájame ya! —le grité y él se carcajeó—. Tengo puesto un vestido, suéltame ya. —me soltó rápidamente y me acomodó el vestido, tal cual una madre lo haría.

—Oh, perdón. No lo recordaba.

—Sí, sí, ya pasó. Ponte tu disfraz de una vez por todas, antes de que alguien te vea.

—Sofía, está muy oscuro aquí. Dime, ¿quién podría verme, eh?

—Yo que sé, una Coder tal vez.

Después de media hora, llegamos a casa y Jos le iba a pagar a el chofer.

—Déjame al menos pagar esta vez. —le dije.

—No.

—Que si —le di un billete de cien—, anda págale ya a el chofer que se va a desesperar.

Revoloteo sus ojos y se acercó a la ventana del auto. —Tome, muchas gracias.

—Oye mijo, tú te pareces a un muchacho que a mi hija le gusta mucho —le dijo el chofer; Jos se tensó y se alejó de la ventana—. ¿Cómo se llamaba? Yos, Josh, ¡Jos! ¡Jos Canela!

— ¿Ah sí? —rio nervioso—. Todos me dicen eso, jé.

—Ah, pues te pareces mucho mijo'. Que pasen bonita noche. —después de eso, el señor arrancó en su coche y se fue.

—Eso estuvo cercas. —dijo Jos.

— ¡Te dije que usaras tu disfraz! Ah no, pero el señorito no quería.

Entramos a la casa, y como de costumbre, aseguré la casa con candados.

Ambos nos cambiamos la ropa por algo más ligero; él se dormía en mi habitación, el en mi cama y yo en un colchón que había acarreado del cuarto de mis padres.

Secuestraron A Mi Ídolo ×J.C×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora