IV

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Soy chica de palabra, gracias a bbythings, aquí tenemos el capitulo 4. El siguiente lo subiré el próximo miércoles. Besos!

Me quede parada con la boca entreabierta. Esto era demasiado raro. No, no, esto era la la cúspide de lo extraño y anormal.

- tengo a cupido en mi casa. - musite en voz alta.

Surreal, esto es surreal. Me dije.

- Gwendolyn - me llamó Eros... ¡EROS! nunca me voy acostumbrar a esto.

- eeemm.... ¿si? - pregunte con el tono de voz algo chillón.

- ¿como funciona la maquina de lluvia de tu baño?

Pestañee sorprendida, ¿a que diablos se estaba refiriendo este?

Subí las escaleras con la curiosidad picándome y por un momento haciéndome olvidar que tenia a un Dios de la mitología griega bajo mi techo.

Lo encontré desnudo de no ser por una toalla que colgaba frágil por sus caderas.

- ¡La madre que me parió! - grite sorprendida. Por un momento me deshice en un charco de mis propias hormonas, mi vientre bajo se tenso y mi entrepierna cosquilleo de formas que no pienso explicar. Eros era todo un platillo para comer sin salsa extra.

Su piel estaba marcada por todos lados, tenía las malditas entradas que me ponían loca cada vez que veía un poster de Abercrombie. sus abdominales estaban tan bien tonificados que podía lavar ropa ahí, y sus brazos... Me obligue a mirarlo a la cara solo para encontrármelo estudiando completa, un escalofrío me recorrió entera y la tension entre nosotros creció. El hombre me sonrío mostrando sus hoyuelos y yo tuve que agarrarme al lavabo para no caerme postrada a sus pies.

Se acerco un paso a mi, con sus ojos fijos en mi boca, y gracias a Dios, ese movimiento fue suficiente para que yo saliera de mi aturdimiento y me diera la vuelta, negándome el banquete que músculos y piel desnuda que me ofrecía.

estúpida que soy, les digo, por cosas como esta es que estoy sola.

- ¿que haces desnudo? en mi baño. - chillé. Ultimamente lo único que podía hacer bien, era chillar.

- quiero darme un baño en esa cosa. - si la señalo, no sabría decir. - pero no parece obedecer mis ordenes. - masculló.

- si te refieres a la regadera... solo tienes que jalar la llave hacia afuera, así la alcachofa soltara agua y luego gira hacia la derecha para el agua caliente e izquierda para la fría. - di las instrucciones con voz tensa. El hombre rió encantado y sentí sus labios en mi nuca unos segundos, el calor que desprendía su piel desnuda me erizo los pechos.

- gracias, nena. - murmuro dándome un dulce beso antes de apartarse. Segundos después escuché un sonido seco contra el piso. La toalla me dije, por todas las vacas de la india... el desgraciado se había quitado la toalla.

- puedes hacerme compañía, si quieres. - dijo antes de maniobrar la regadera como yo le había explicado, escuche el agua caer sobre su cuerpo, y me lo imagine perfectamente, su espalda siendo golpeada por el agua, sus cabellos pegados a su para y cuello, sus manos recorriendo su cuerpo con el jabón, llenándolo todo de espuma...

- ¡estaré afuera! - grazné antes de prácticamente lanzarme a hacia el pomo de la puerta como si tuviera un zombie detrás y no un Dios del sexo.

Decidí que para calmarme los latidos de mi corazón debía de estar lo mas alejada posible de mi baño, así que baje con las piernas temblando como gelatina hacia el teléfono de mi casa y marque al numero de casa de Lucy. para mi sorpresa no contesto.

Querido ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora