XXIII

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Holaaaa !!  que dijeron??? esta ya no va subir hoy ... pues por poquito porque estoy super atareada por un buen de cosas pero no pude evitar postear antes de irme a la cama. Disfruten y perdón por las faltas de  ortografía... ¡estoy zombie!

 "Nothing you confess could make me love you less - Jesus"

Punto de vista de Eros.

Cuando Eros siguió el rastro de Psique pensó que lo llevaría a su alcoba privada para intentar engatusarlo de una forma mas privada y vergonzosa, ya que la respuesta era un vistoso y rotundo no.

Los dormitorios privados de su ex mujer, estaban adornados con sabanas rojas y postes de oro de apariencia liquida a simple vista, con cristales con el mas puro de los reflejos en todo el mundo, Eros mismo se había encargado de mandarlo hacer a su padrastro Hefesto (si crees que la forma en la que te ves al espejo es tu verdadera apariencia estas muy equivocado). La recamara de Psique era un abrazo de aromas diferentes y en su momento Eros había estado cautivado por aquella variedad. Un día podía llegar a amar el melocotón, otro día eran toques florales, al siguiente cacao... eso si, nunca se repita un mismo aroma mas de una vez. Esa, pensó Eros en ese momento con ironía, debió de haber sido su primera pista.

Pero Eros no había parecido en los mentados dormitorios, nooo, había aparecido en los aposentos de su madre.

Eros arqueó las cejas mirando la alberca con pétalos rosas y aperitivos a todo lo largo y ancho de las mesas de cristal enanas cercanas al borde de la piscina.

Su madre estaba recostada cómodamente sobre unos escalones, el agua acariciaba el escote dorado que se había colocado para la ocasión y su cabello estaba arreglado en un moño alto con pedazos de orquídeas. No cabía duda, su madre era la mujer mas hermosa del Olimpo por excelencia.

Psique estaba arrodillada de lado susurrando unas palabras al oído de la Diosa y al aparecer Eros todos en la estancia se congelaron.

El Dios del amor no había visitado el templo de su madre desde hace tres siglos.

- Eros. - Afrodita se separo bruscamente de Psique y de sus sirvientes para acercarse a su hijo, aun que habían varios metros de distancia y Eros la estaba mirando con el entusiasmo de quien ve un enjambre de abejas acercarse, ella no se detuvo.

- Madre.- la saludó con una inclinación seca de cabeza, no se molesto en mirar a Pique para saber que estaba acercándose a ellos con pasos lentos y seductores, aun así, Eros estaba lejos de estar impresionado.

El silencio se acentuó entre aquel trio pero Afrodita no iba ser la primera en romper el hielo y por ningún motivo pensaba preguntar la razón por la que su hijo había decidido venir a visitarla después de tantos siglos. Afrodita había cometido errores y primero muerta se dignaba a reconocerlos, pero con su hijo si que la había jodido, y lo había lastimado de tantas formas que no se merecía el amor que ella sabía que el le profesaba secretamente.

- Psique, tengo que hablar contigo. - dijo entonces Eros, claramente despidiendo a su madre. Ambas rubias se miraron entre si sin saber que decir. Las mejillas de Afrodita se tiñeron de dulce rojo por la indignación de ser ordenada a irse aun en su propio templo pero se logró callar.

- ¿Tu y mi madre? - Psique sacudió la cabeza con los los muy abiertos.

- No, no es lo que crees. - Eros se talló los ojos con cansancio recordando su conversación con Gwendolyn la semana pasada, ella había usado esas mismas palabras y el no le había creído, y eso les había quitado días de buena relación, todo por su estupidez, claro que, estaban hablando de Psique, y ella no se merecía precisamente una milésima oportunidad.

Querido ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora