Hola!! ¿Cómo han estado? Les traigo el capitulo 11!! Espero que les guste, nos leeremos al final de la hoja.
"Sometimes you will never know the value of a moment until it becomes a memory" - Dr. Seuss.
Mi cama estaba invadida por toneladas de ropa de todos los colores, tipos de telas y cortes. Cajas de zapatos resaltaban de repente entre las almohadas. No se como me había dejado mimar tanto, pero después de la décima tienda había desistido en mi intento de pagar a escondidas.
La pequeña bolsa azul de Tiffany me sonreía desde una esquina de la cama, y la tome con indecisión. El recuerdo de Eros poniendo el colgante en torno a mi cuello me hizo sonreír, y me puse el collar gustosa. La fina cadena de platino me acarició la piel y el diamante azul brillo hermoso, vi mi reflejo en el espejo. Me veía exactamente como me sentía: feliz.
Era Domingo y estaba agotada, y mañana tenia que despertarme temprano para ir a trabajar, lo que significaba conducir sola por el freeway durante una hora y contener mis gritos de coraje hacia los idiotas que se hacían llamar conductores. Con todo y eso, no hacia falta decir que amaba mi trabajo, pero ahora al pensar en que dejaría a Eros aquí y que posiblemente se iría de jerga a conocer alguna mujer vacilona de piernas largas mientras yo estaba cuidado niños... ¡Vaya! ahora sabía como se sentían las madres solteras y la idea me sentaba tan bien como un puñetazo en el estomago.
- ¡Gwendolyn! - el grito de Eros me saco de mis cavilaciones. Bajé trotando con una sonrisa en los labios, tal parece, mientras Eros estuviera en esta casa, no podría parar de sonreír. - Ah, ahí estas, nena. Vamos ven, no tengo todo el día.
Lo mire con suspicacia bajando los últimos tramos de escaleras, el estaba parado en medio de la sala, se le veía muy relajado con aquella camisa en "V" pegada a ese cuerpo de infarto que tenia.
- ¿Qué planeas?
Parpadeó inocentemente.
- No se de que me hablas.
Me pare frente a el, dejando que nuestra diferencia de alturas me obligara a levantar la cabeza para sonreírle levemente, el me deslumbro con aquellas profundidades azules que ahora comenzaba a ver con puntitos dorados.
- Ya trabajamos en tu guardarropa, ahora solo falta una cosa. - me miro como si supera algo que yo no y se la estuviera pasando en grande con ese hecho. Lo mire asustada de preguntar.
- ¿Qué?
De un solo movimiento tomo mi mano y me jaló hacia el, torciendome para colocarme espalda contra pecho. Utilizó mi propio brazo para aplicarme una llave en mi cuello y mantuvo la postura así. Aunque era incomoda y yo jadeaba por la impresión, el había tenido especial cuidado de no lastimarme, supe que si jalaba aunque sea un poco mas mi brazo, el dolor que sentiría me paralizaría, y por alguna razón, ni siquiera saber eso pudo evitar que yo ignorara su cuerpo deliciosamente pegado al mío y excitarme con la sensación. Podía sentir cada parte de su pecho y mas abajo, mi entrepierna escoció exquisitamente y mi vientre se apretó. Contuve un gemido intentando hacerlo pasar por dolor.
Eros acerco sus labios a mi oído, pude escuchar la risa en su voz al tiempo que me decía:
- Debes aprender a protegerte, Gwendolyn. - me soltó lentamente y yo masaje mis articulaciones mirándolo sorprendida.
- ¿Donde aprendiste a pelear así? - le pregunté confundida. - creí que cupi... digo... Eros era buen arquero y volador... pero hasta ahí.
- Contrario a lo que se cree, mi padre no es Hermes, Dios de las intrigas, ladrones y mensajero de los dioses. Soy hijo de Ares, Dios de la guerra y la soberana pendejes. - me contestó sonriendo bien quitado de la pena, como si no acabara de llamar a un Dios pendejo.
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Querido Eros
ChickLit••• C O M P L E T A D A ••• - ¿No sabes quien soy? - se señalo con un deje ofendido en la voz al tiempo que me miraba con descarado deseo. - Soy Eros, Dios del sexo y del amor, y por todo este mes... todo tuyo. Derechos reservados. Di NO al plag...