XVII

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Les presento el siguiente capitulo de esta hermosa historia, espero que les guste :3 

"Y el océano no hirvió, y el cielo no cayó"

Recibí el viernes por la noche con una mezcla de nerviosismo y timidez.

Me puse mis lentes de contacto nuevos que seguían ardiendo bastante, así que  mantuve el maquillaje a un mínimo: no necesitaba mascara picando mi ojo también.

Me vestí con los zapatos de tacón color piel que daban a mis piernas una apariencia mas larga y aquel vestido verde que combinaba perfecto con mi cabello. Cuando termine de arreglar mis rizos me di cuenta que jamas había puesto tanto empeño en verme bien, y no era para mi cita a ciegas.

El timbre de la puerta sonó y mi corazón amenazó con salírseme por la garganta.

Camine con toda la dignidad que pude reunir hacia la puerta y la abrí para encarar a mi demonio de ojos azules con motitas doradas.

- Eros yo... Oh, hola... - frente a mi no estaba el Dios griego que estaba haciendo de casamentero para mi, nop, estaba un hombre de mi misma estatura (en tacones) tenia el pelo negro y ojos de color, se parecía bastante al tipo de hombre que yo consideraría atractivo, sin embargo, no era Eros, y en este momento era un estorbo para mi. Mis esperanzas de reconciliarme con mi amigo se fueron al traste.

- ¡Vaya! de verdad te arreglaste. - me comentó el hombre con una sonrisa grande mientras me examinaba completa, yo sonreí intentando no cubrirme bajo su mirada. Estaba molesta con Eros por evadirme, por no dejarme explicarme, pero debía mantenerme fuerte, Eros no era quien me interesaba de esa forma, de ninguna manera, y solo lo quería como amigo, eso es todo. Debía concentrarme en encontrar a mi alma gemela, que bien podría ser este hombre vestido con... ¿camisa de cuadros? ¿de verdad?

- Gracias... - murmure indecisa. 

- ¿Lista, Gwen? - me preguntó haciéndose a un lado para dejarme pasar. Yo asentí preguntándome porque no me decía por mi nombre completo, no había tanta confianza para usar diminutivos, después de todo. - soy Aron, por cierto. Tu amigo me contó algo sobre que te gustan los bares de futbol, pero si estas muy arreglada podemos ir a cenar a un restaurante.

La idea no me apetecía en lo absoluto, pero Eros estaba haciendo su trabajo como cupido y yo debía poner de mi parte. De otra forma, no solo le demostraría a Eros que era virgen, sino que acabaría siéndolo por toda la eternidad.

- Podríamos ir a algún sitio por la zona. - dije aceptando la segunda opción. Iba vestida demasiado elegante como para ir a un bar, a demás, prefería no tomar mas de la cuenta. - hay un P.F Chang por aquí, si no te molesta tomar la carretera quince minutos.

- Perfecto. - aceptó Aron abriéndome la puerta de su camioneta.

Cuando nos pusimos en marcha yo me asegure de voltear hacia mi casa, una parte de mi deseaba poder ver a Eros parado en el patio, mirándome alejarme con las manos enfundadas en su bolsillos de sus vaqueros mientras se retiraba el pelo de la cara con un movimiento de cabeza, pero no vi nada.

- Así que le dije: ¡hey, no puedo comprometerme aun, tengo mucho por hacer! Digo... termine la licenciatura en contabilidad ¿y ella quería casarse? ¡de ninguna manera!

- Aja... - concordé de forma ausente.

En toda la cena Aron no había hablado de otra cosa mas que de ex novias, sus mejores amigos, su comida favorita... en ningún momento me había preguntado nada sobre mis gustos o preferencias. ¡Diablos, creo que lo que mas me había preguntado era que quería de cenar! Al ver que la cosa iba para largo me pedí una copa de vino tinto, no se mucho sobre cosechas pero pedí una bastante cara, de esa forma sentía que me vengaba por la velada tan aburrida que estaba pasando. Ahora llevaba tres copas y estaba lista para irme, Aron, sin embargo, aprovecho mi estado medio alcoholizado para tocarme el muslo por debajo de la mesa, y debo decir que al pensar en como Eros me había ignorado en todo la semana, no lo aparte. Si el creía que era una zorra, bien podría empezar a serlo.

Querido ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora