XX

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"The course of true love never did run smooth" -  William Shakespeare, A Midsummer Night's Dream.

El camino de regreso a casa transcurrido en silencio, intente hacerlo hablar, distraerlo de lo que sea que estaba pensando, pero no funcionó en lo absoluto.

Para cuando llegamos a mi casa yo tenía un nudo donde debía estar mi estomago.

Eros salió del carro a zancada larga y tomó mi mano para meterme a la casa, en cuanto cerró la puerta me miro como un depredador a su presa, yo por mi parte, lo mire con una ceja alzada y buscando algún objeto grande como una mesa o un iceberg que poner entre los dos.

- Hablemos. - dije lentamente intentando apaciguarlo. Eros sonrió mostrando los dientes, sus ojos me recorrieron entera.

- Ya me canse de hablar.

Abrí la boca para debatirle, pero mis palabras fueron engullidas por su boca sobre la mía, su cuerpo se pego contra mi y sus manos me recorrieron entera. Le respondí con desesperación ciega. Estaba cansada de ser mojigata, cansada de ser la niña buena que se ruboriza ante los comentarios indecentes, y sobretodo, estaba cansada de ser virgen.

- Eros... - susurré repente apurada, necesitaba que hiciera algo por aliviarme, y que hiciera algo ya.

El hombre me ciño por la cintura y me pego a su tórax con fuerza, mis pechos quedaron apretados contra el y soltó un gruñido bajo mientras me mordía en los labios, haciéndome temblar. Me rozo los pechos cos sus manos y un escalofrío me recorrió, Eros sonrió, consiente del poder que tenia sobre mi.

Rozó su boca contra mis labios y ascendió hasta llegar a mis oídos.

- No hay marcha atrás, nena. - susurró con voz ronca. - ya no.

Negué con la cabeza y me pegue a el temblorosa.

- Bésame. - le pedí. El se tensó unos segundos mirándome en busca de algo en mis ojos, espere paciente y respire su aroma que me volvía loca, el Dios del amor se rindió por fin a aquella batalla mental que parecía librar consigo mismo y me beso con lentitud, fue el primer beso que de verdad sentí como verdadero. Las emociones de ternura que despertaron en mi corazón me hicieron perder la razón y mi cabeza se mareo levemente. Sentí todo su dolor y vulnerabilidad como propia y las lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas, pero no quise que aquel beso acabará jamas. Me abracé a su nuca y el me levanto por la cintura hacia una mesa, todo sin romper nuestro beso.

Cuando por fin nos separamos pegó su frente a la mía unos segundos, dejando que todos aquellos sentimientos y emociones volaran libre entre nosotros. Despegó su mirada de la mía para quitarse la camisa, descubriendo su abdomen plano y marcado, con las venas saltonas desapareciendo a través de sus pantalones, noté con ambas cejas levantadas, no tenia ropa interior.

- ¿De verdad estamos haciendo esto? - pregunté en un murmullo mirándolo a través de una capa de denso deseo en mi mirada, el se movía como un gato, con gracia y precisión, su piel era seda cubriendo acero caliente.

Eros me levantó la blusa con rapidez y yo solté un grito de sorpresa, estaba apunto de quedarme completamente desnuda en mi sala de estar.

Estaba a punto de sugerir subir a la habitación cuando comenzó a besarme el cuello, me derretí al instante. Paso su lengua con lentitud hasta llegar a mi oreja.

- Te voy a coger tan fuerte, Gwendolyn, me voy a meter tan dentro de ti, que no podrás librarte de mi jamás.

Mi cuerpo se convulsiono entre descargas eléctricas de placer y anticipación.

Querido ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora