XXI

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Se los juro que esta semana se me ha pasado de lo mas lento... Espero que este capitulo les guste :3  

PD: He recibido muchos mensajes corrigiendo mis horrores de ortografía (Aun que ya les que dicho varias veces que esta novela no esta editada y por lo tanto hay mucho espacio para este tipo de errores)  y diciéndome que esta historia se parece mucho a otras que han leído... siento mucho que piensen así y espero que le  estén dando una oportunidad a mi novela. Quiero que tomen en cuenta que así como hay millones de historias de amor y miles de novelas sobre  vampiros, hombres lobo y de mas, también creo justo que haya miles de historias sobre Dioses griegos, así que no me lo tomen a mal si se parece a otras historias. Según  las matemáticas era algo inevitable. 

Después de todo este es mi espacio y mi novela. Se que si han llegado a leer hasta este capitulo es que algo estoy haciendo bien y los amo por seguir conmigo en esta historia <3 

 " To die would be an awfully big adventure" - Peter Pan.

- ¡ZORRA!

La voz cabreada de la Diosa de la belleza y eterna juventud me despertó de mi placido sueño. Giré la cabeza entrecerrando los ojos cuando una luz blanca rodeo todo a mi alrededor. Cuando volví a abrirlos pestañee irritada. Me había ido a dormir en los brazos de un Dios griego con un cuerpo de muerte y ahora estaba en la sala de su madre sobreprotectora que comenzaba ser un dolor en mi costado. ¡Pero, hey! no se puede tener a la suegra perfecta.  Sacudí la cabeza amonestándome internamente. Eros no era mi novio, ni mi nada romántico, solo mi amigo, un muuuy buen amigo que se encargaba de mis necesidades, solo eso, éramos amigos con derecho, y ya.

Ignore el hecho de que Afrodita acababa de insultarme y suspire.

- Supongo que ya te enteraste. - murmuré como quien no quiere la cosa, Afrodita por otro lado, no estaba muy feliz conmigo tomándome nada a la ligera.

- ¿Qué si ya me entere? ¿¡ Si ya me enteré?! - La despampanante rubia me fulminó con la mirada y supe que estaba controlándose   para no transformarme en un cerdo o una rata moribunda, me pregunte que la detenía en todo caso -  ¡zorra!

- perfecto. - dije con una mueca. - ya que esto a quedado claro... - señalé hacia atrás como si hubiera una puerta allí que me devolviera a mi realidad. - ¿puedo irme?

- Te has convertido en la piedra de mis zapatos, niña humana. - Afrodita se acerco a mi, su vestido vaporoso y rojo pasión con un escote de lo mas pronunciado se movía como las plumas de un ave de paraíso. El perfume de afrodita me rodeo pero esta vez no me preocupe, acababa de acostarme con Eros, era lógico que oliera a... eso.

- Lo siento. - dije sincera soltando un suspiro, me senté en uno de los múltiples sofás que había en la estancia y agradecí el buen tino de la Diosa al haberme hecho aparecer con una bata de dormir, considerando que me había ido a la cama sin nada puesto.

- Esto es un desastre, tu eres un desastre. - la voz ponzoñosa de Afrodita se clavo en mi conciencia, pero hice de tripas corazón y lo ignore.

- Eros esta grandecito y sabe lo que hace.

- Te tomaría la palabra, niña, pero eventos recientes me impiden hacerlo. - Tomo varias bocanadas de aire que me recordaron a las películas de la época victoriana cuando la mujer escuchaba un chisme escandaloso y necesitaba oler sales para recuperarse de la impresión.

La hermosura de Afrodita era casi dolorosa de ver, aun con su expresión de Diosa furiosa era innegable su belleza, por un momento recordé la película de Helena de Troya, estaba casi segura de que Afrodita figuraba en algo de esa película y no precisamente bueno.

Querido ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora